Los jesuitas piden “un alto el fuego garantizado” en Siria

Niño herido durante un ataque en Homs, Siria

La Conferencia de los Provinciales de Europa y Oriente Medio invita a movilizarse por el país

Niño herido durante un ataque en Homs, Siria

J. L. CELADA | La Conferencia de los Provinciales Jesuitas de Europa y Oriente Medio ha hecho pública una declaración sobre Siria en la que, dirigiéndose a las partes en conflicto y a la comunidad internacional, cifra los “pasos hacia la paz” en tres peticiones: buscar con urgencia “un alto el fuego garantizado” por una autoridad internacional, establecer “una hoja de ruta que prepare el encuentro” entre las facciones enfrentadas y convocar “una conferencia de paz” que certifique ese acuerdo común y “salvaguarde la vida del pueblo sirio”.

“Jamás el uso de la violencia trajo como resultado la paz”, advierten los superiores jesuitas recordando los recientes llamamientos del papa Francisco. En este sentido, se felicitan por el “cese de las amenazas de ataques aéreos”, apoyan la decisión de destruir las armas químicas y saludan la puesta en marcha de la citada conferencia de paz, urgiendo a que este proceso “avance rápido, valiente y firmemente”.

Al término de su reunión anual en Roma (17-23 de octubre), los participantes invitaron también a la “movilización social y civil” para ayudar al pueblo sirio, dado que son muchas sus “necesidades urgentes”: la atención a los refugiados, dentro y fuera del país (casi la cuarta parte de sus más de 20 millones de habitantes); el abastecimiento de alimentos, medicinas y ayuda médica; la liberación de rehenes y detenidos; y la reapertura de las instituciones educativas.

Más adelante, la declaración critica “los intereses en juego” que concita el conflicto –a nivel local, regional e internacional–, y que “no siempre se corresponden con los intereses del pueblo de Siria”, denuncian. En concreto, llaman a la reflexión sobre “las consecuencias de la producción y el comercio de armas”, para pedir a renglón seguido “que cese la entrega y venta de armas a las partes en conflicto”.

Fruto del necesario discernimiento, los firmantes apremian a la comunidad internacional a rechazar “todo apoyo, tanto militar como diplomático”, a las partes en conflicto que “abiertamente abogan por alguna forma de violencia, fanatismo o extremismo”. Y añaden: “El respeto a la dignidad de la persona y a los derechos humanos debería constituir un criterio y un punto preliminar y primario de referencia para toda la ayuda material”.

El documento concluye con un recuerdo para las comunidades cristianas. Presentes en el país desde los orígenes del cristianismo, “constituyen un elemento inseparable de su entramado social y de su riqueza cultural”, además de contribuir “activamente a su desarrollo”. Sin embargo, hoy son víctimas del “maltrato y el ensañamiento”, lamentan los superiores jesuitas, quienes califican de “inaceptables” las soluciones que sugieren el exilio o su eliminación como una salida a la situación actual.

De ahí que sus últimas palabras sean de aliento para esas comunidades cristianas, convencidos de que “pueden jugar un papel valioso en sus sociedades con el testimonio fiel del Evangelio: un evangelio que llama a la paz, la justicia, el perdón, el entendimiento y la reconciliación”.

Migraciones y asilo hoy

En la reunión de Roma, los Provinciales Jesuitas de Europa y Oriente Medio –a los que se sumaron en la distancia los de África-Madagascar– dieron a conocer también una declaración en la que muestran su preocupación por los migrantes. Con la tragedia de Lampedusa todavía muy reciente en la memoria, los representantes de más de seis mil religiosos fijan su atención a este respecto en varios puntos:

  • Cuando se habla de flujos migratorios y de refugiados, al margen de las razones (guerras, persecuciones, inestabilidad económica, catástrofes naturales…), salvar vidas constituye “un imperativo moral”.
  • Que Europa asuma su “parte de responsabilidad en los flujos migratorios” y detenga el suministro de armas a África.
  • Se requiere un apoyo solidario y responsable entre los diversos países europeos para contrarrestar las disposiciones del ‘Reglamento de Dublín’, que “no facilita un reparto equitativo de los flujos de asilo”.
  • Que se mejoren las condiciones, a menudo “inhumanas”, de los inmigrantes detenidos.
  • No dejarse llevar por “discursos políticos extremos”.
  • Y “apoyar a los que ayudan a mejorar las cosas”: conferencias episcopales, grupos religiosos, ONG y, entre ellas, el SJR (Servicio Jesuita a Refugiados) y el SJM (Servicio Jesuita a Migrantes).

En el nº 2.869 de Vida Nueva.

LEA TAMBIÉN:

Compartir