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Comentario a ‘Noche oscura del espíritu’ y ‘Subida al Monte Carmelo’, de san Juan de la Cruz


Un libro de Fernando Urbina (PPC, 2013). La recensión es de Juan Martín Velasco

Comentario a Noche oscura del espíritu y Subida al Monte Carmelo, de san Juan de la Cruz, Fernando Urbina, PPC

Título: Comentario a ‘Noche oscura del espíritu’ y ‘Subida al Monte Carmelo’, de san Juan de la Cruz

Autor: Fernando Urbina

Editorial: PPC, 2013

Ciudad: Madrid

Páginas: 192

JUAN MARTÍN VELASCO | Este libro es la reedición del que su autor publicó en 1982 en una editorial desaparecida. Agotado hace ya muchos años, reaparece ahora con prólogo de José María Avendaño, que una vez más muestra su aprecio por el autor y el profundo conocimiento de su obra. La reedición está justificada, porque el comentario que ofrece de la “obra nocturna” de san Juan de la Cruz (en adelante SCJ) constituye una excelente introducción a las “Declaraciones” inconclusas al poema En una noche oscura, que pone al alcance de una nueva generación una doctrina que no ha perdido nada de su actualidad.

Se han publicado numerosos comentarios sobre SJC desde la edición anterior de este libro. ¿Qué ofrece este que justifique su reedición? Fundamentalmente, una interpretación breve, clara y notablemente profunda de unos escritos sumamente provechosos pero de no fácil acceso para círculos amplios de cristianos de nuestros días.

Fernando Urbina fue un pensador de una amplia cultura que abarcaba las ciencias, la historia, la filosofía, la teología y la espiritualidad, y que pone los recursos que le proporcionan todas esas perspectivas al servicio de una mejor comprensión de los textos que comenta. Por otra parte, todos los que le tratamos reconocimos en él un maestro espiritual, no solo por su doctrina fundada en el Evangelio, y teológicamente segura, sino por su profunda experiencia espiritual y por su implicación en el acompañamiento de grupos de cristianos, sobre todo los comprometidos en medios obreros.

Urbina contribuyó como pocos a la iluminación y la animación de la evangelización en la España del posconcilio por medio de su magisterio en diferentes centros académicos, incontables cursos y conferencias en España y América Latina, y la revista Pastoral misionera, que él mismo fundó y dirigió.

Urbina parte del hecho de que los escritos que comenta son mucho más que un tratado de ascética y mística, o incluso un manual de teología espiritual. No es exagerado afirmar que en ellos late una visión global de la realidad, que algunos han definido como una “ontología del amor”, y tiene su núcleo en una teología que subraya la trascendencia absoluta del Dios “sobre todo”, y su presencia “inobjetiva” en el más profundo centro de la persona.

Por eso, por debajo de los términos que reflejan la antropología escolástica con la que se familiarizó en Salamanca, SJC presenta una original comprensión del ser humano que le presenta compuesto de diferentes niveles: sentidos externos e internos por los que vive su relación con el mundo; facultades del alma cuyo ejercicio hacen del hombre un “para sí”, un sujeto; y el centro del alma, el espíritu, que hace de él un ser desfondado en el abismo de Dios y que solo en Él tiene su meta.

Unión con Dios

Desde esta comprensión del ser humano habitado por la presencia de la Trascendencia, vivida bajo la forma de “el Amado”, a la que, por debajo de los muchos deseos, le atrae “lo que desea su corazón”, los poemas y sus declaraciones constituyen la expresión poética y la descripción, con categorías tomadas de la tradición bíblica y de la teología mística de inspiración neoplatónica, del itinerario del alma para llegar a la unión amorosa con Dios.

El comentario que ofrece nuestro autor se caracteriza por una lectura detallada del texto que aclara el significado de cada expresión para mentalidades poco habituadas a la teología del “doctor místico”. Lo hace situándolas en el conjunto del que forman parte, recurriendo a la tradición en la que se inscriben, remitiendo a las etapas en el proceso espiritual al que corresponden, apelando a la situación desde la que se utilizan, y aplicándolas a la nueva situación, las nuevas preguntas y las necesidades del lector contemporáneo.

Estos valores de la “hermenéutica” de Urbina hacen de sus páginas sobre los temas centrales de “la noche” y “la contemplación” una de las lecturas más recomendables para introducir a cristianos de hoy en la doctrina espiritual de SJC.

Valgan, en apoyo de mi afirmación, estas dos muestras relativas a la noche y la contemplación. “La teología de la noche debe ayudarnos a interpretar el sentido del silencio, la muerte de Dios en la civilización occidental (…) el elemento más profundo y característico de la ‘noche histórica’ por la que debe pasar el creyente en el mundo moderno”.

Inmediatamente después, ofrece unas páginas en las que responde lúcidamente a esta pregunta de suma actualidad: “¿Qué puede aportarnos SJC para interpretar este ‘silencio de Dios’?”. En relación con la contemplación, tras los oportunos comentarios, Urbina se pregunta: “¿Qué puede aportarnos SJC para redescubrir a Dios? (…). ¿No podría SJC, en nuestra ‘noche y silencio’, que necesitamos para purificarnos del Dios de los clérigos, de los ricos y los poderosos, ayudarnos a recuperar el ‘sentido de Dios’, que nos llevaría también a recuperar el sentido del hombre?”.

Para poner de relieve otro rasgo de la actualidad de este comentario, me referiré a una de las tensiones que enfrenta a algunos grupos eclesiales. Todos conocemos la tendencia de algunos a privilegiar el elemento profético del cristianismo, ignorando su dimensión mística; a los que se oponen los que, a la inversa, privilegian lo místico ignorando su vena profética.

A unos y otros opone nuestro autor una lectura de SJC que subraya la “síntesis fundamental realizada en su obra entre el espíritu del Evangelio y la tradición mística de Occidente”, gracias a la “fusión que lleva a cabo de las dos líneas, la contemplación evangélica y la contemplación mística”, indispensables para la mejor realización de la identidad cristiana.

Bienvenida, pues, la reedición de este breve y enjundioso comentario que invita a la lectura de una parte importante de la obra de SJC y facilita su comprensión a lectores de nuestro tiempo.

En el nº 2.869 de Vida Nueva.

Actualizado
31/10/2013 | 12:56
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