#YoSoyDomund: los rostros de la misión

‘Encuentros Vida Nueva’ aborda los desafíos a los que se enfrenta la Iglesia en este campo

Magdalena Riva, Anastasio Gil y Carmen Aranda, misioneros en los Encuentros Vida Nueva Domund 2013

Magdalena, Anastasio y Carmen, ‘portavoces’ de los misioneros para Vida Nueva

FRAN OTERO. Fotos: LUIS MEDINA | Quizá se pregunte, si no lo ha escuchado ya, qué significa #YoSoyDomund. No será el único, también se lo han preguntado obispos. La respuesta es sencilla: es la campaña que, en lenguaje tuitero, ha lanzado Obras Misionales Pontificias-España para que seamos conscientes de que todos formamos parte de la Jornada Mundial de las Misiones, un día –este año se celebra el 20 de octubre– que fue descrito por el papa emérito Benedicto XVI como “un nuevo pentecostés”.

Y Vida Nueva, en su compromiso con los misioneros y con la misión, ha decidido sumarse a la campaña a través de una nueva edición de los Encuentros Vida Nueva, tal y como afirmó su redactor jefe, José Lorenzo, en la apertura del diálogo: “Desde Vida Nueva, hemos seguido siempre a la misión con muchísimo interés. Es un testimonio muy importante para el mundo de hoy y siempre nos encontrareis para ayudaros en esta labor tan necesaria”.

Participaron el director nacional de Obras Misionales Pontificias, Anastasio Gil (AG); la misionera comboniana con 35 años de trabajo misionero en Chad Magdalena Rivas (MR); y Carmen Aranda (CA), una joven de OCASHA-Cristianos con el Sur, que se irá a República Centroafricana el próximo año.

¿Cómo vive la misión?

AG.- Desde mi dedicación, casi “profesional”, estoy descubriendo la hondura de fe, humanidad y generosidad en cada uno de los misioneros. No he encontrado a ninguno que me desdiga de esto. Los misioneros, independientemente de la edad, son gente joven porque no tienen nada que llevar en la mochila; no se cuestionan por qué ir a un sitio u otro. Además, cuando están en la misión son personas reposadas, tranquilas, que muestran la paciencia de Dios. Saben bien que la hierba crece de noche.

MR.- Creo que nos idealizas demasiado, porque somos humanas, pobres, pequeñas… y muchas veces tenemos una misión tan grande que nos absorbe. Cuando yo me fui en 1977 al Chad, creía que me tenía que comer el mundo. Trabajé siempre en el campo de la sanidad: allí enseñé las cosas más básicas, como lavarse las manos o filtrar el agua, y también dirigí un hospital de 130 camas. He trabajado en pueblos, debajo de un árbol, en un cobertizo, con niños malnutridos, poliomielíticos. Es un camino en el que creces, descubres y te sientes cada vez más pequeña. No he hecho catequesis nunca, pero me he sentido misionera al cien por cien sanando en el hospital. Intentaba ser un poco la sombra de ese Dios que pasa y deja un poco de amor en un país en permanente conflicto y en una situación de extrema pobreza.

CA.- Para mí, la misión es la vida en mayúsculas. Estuve tres meses en Etiopía y sentí que Dios me citó allí para quedar conmigo. A la vuelta, África salía por todas partes. Así que dejé mi trabajo, mi coche y mi casa. No pude hacer nada, porque lo que me está ofreciendo es algo mucho mejor. Necesitaba que Dios fuera mi prioridad, y en África lo he conseguido. Ha sido una llamada a estar con los últimos muy bonita. Dios lo hace muy bien: te cuida, te mima y te dice las cosas que sientes. En mi caso, no ha habido renuncias y, en ese sentido, ha sido muy fácil.

¿Y qué es el Domund para usted? ¿Cómo lo viven desde cada una de sus realidades?

CA.- La gente que está sufriendo son nuestros hermanos y yo no puedo vivir de espaldas a ellos. El Domund nos conecta a todos y nos recuerda que todos, como cristianos, somos responsables de nuestro hermano. Quiero sentir que aquellos que viven en otras partes del mundo son mis hermanos.

MR.- Yo digo que soy la escoba detrás de la puerta, que la gente va a buscar cuando la necesita. No está en un lugar visible, pero siempre está. Antes, los misioneros éramos los protagonistas; ahora lo es el clero nativo, que tiene que ser fuerte. Los misioneros hoy debemos ser los que los sostenemos a los nativos y nos retiramos, como la escoba.

#YoSoyDomund: los rostros de la misión [íntegro solo suscriptores]

En el nº 2.867 de Vida Nueva.

 

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