Una beatificación en paz y piedad

Tarragona beatificación de 522 mártires 13 octubre 2013

Más de 20.000 personas participaron en Tarragona en la proclamación de 522 nuevos mártires de la persecución religiosa del siglo XX

Tarragona beatificación de 522 mártires 13 octubre 2013

Beatificación en Tarragona: “Los mártires nos invitan ante todo a perdonar”

JORDI LLISTERRI. TARRAGONA | Como querían los organizadores, la gran explanada del Recinto Educativo de Tarragona se convirtió, el pasado 13 de octubre, en una gran catedral. Más de 20.000 personas siguieron con gran piedad la proclamación de los 522 nuevos mártires víctimas de la persecución religiosa en España durante los años 30 del siglo XX, un numeroso grupo formado por familiares, peregrinos de las diócesis implicadas y, sobre todo, grupos organizados por las más de veinte congregaciones religiosas a las que pertenecían gran parte de los nuevos beatos.

En realidad, la beatificación era mayoritariamente una celebración de familias religiosas, con 412 mártires. La Salle, maristas, benedictinos, capuchinos, hijas de la Caridad, hermanos de San Juan de Dios o claretianos eran los grupos más numerosos, junto con 68 sacerdotes de Tarragona. De todos ellos se pudo ver su imagen en una inmensa lona que fue descubierta después de que el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, proclamara solemnemente su beatificación.

A las 12 del mediodía abrió la ceremonia un vídeo del papa Francisco, grabado previamente en lugar de la conexión prevista en directo durante el Angelus. En el primer mensaje del Papa destinado a la Iglesia española, Francisco dirigió un saludo a los asistentes y ofreció una reflexión general sobre el valor del martirio como “discípulos que han aprendido bien el sentido de aquel ‘amar hasta el extremo’ que llevó a Jesús a la Cruz”.

Pidió que fueran imitados para hacernos “salir de nosotros mismos, de nuestro egoísmo, de nuestro bienestar, de nuestra pereza, de nuestras tristezas, y abrirnos a Dios, a los demás, especialmente a los que más lo necesitan”. “Cristianos con obras y no de palabras” fue lo que pidió a los presentes el papa Francisco.

Tarragona beatificación de 522 mártires 13 octubre 2013 autoridades civiles

Numerosas autoridades civiles asistieron a la ceremonia

Las concreciones sobre el sentido de la beatificación de los mártires de los años 30 llegó en la homilía del cardenal Amato. “La Iglesia no quiere olvidar a estos sus hijos valientes”, explicó. Y que, con este recuerdo, se quería “gritar fuertemente al mundo que la humanidad necesita paz, fraternidad, concordia. Nada puede justificar la guerra, el odio fratricida, la muerte del prójimo”.

Un testimonio que “desactivó las armas de los tiranos y de los verdugos, venciendo al mal con el bien”. Y actualizó su mensaje diciendo que hoy, los mártires, “ante todo nos invitan a perdonar”, y que “la Iglesia, casa del perdón, no busca culpables”. Una idea que amplió con citas del papa Francisco, como la de que “¡el gozo de Dios es perdonar!… ¡Aquí está todo el Evangelio, todo el cristianismo!”.

Una homilía con polémica

Pero en la homilía, Amato también ofreció una descripción del contexto en el que se produjo la persecución religiosa en España. “Vuestra noble nación fue envuelta en la niebla diabólica de una ideología, que anuló a millares y millares de ciudadanos pacíficos, incendiando iglesias y símbolos religiosos, cerrando conventos y escuelas católicas, destruyendo parte de vuestro precioso patrimonio artístico”, dijo denunciando un “exterminio programado de la Iglesia”.

Un contexto en el que los nuevos mártires “no eran combatientes, no tenían armas, no se encontraban en el frente, no apoyaban a ningún partido, no eran provocadores. Eran hombres y mujeres pacíficos”.

Esta frase fue el centro de atención de algunos medios y de la rueda de prensa de valoración que el lunes 14 celebraron el arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol, y el secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), José Antonio Martínez Camino. El arzobispo Pujol había retomado desde hacía días en entrevistas, y tras las peticiones de varios colectivos, la cuestión de si la Iglesia española había hecho una relectura suficiente de su papel durante ese período histórico.

Pujol recordó una vez más que “los que son mártires no son de ningún bando” y que se debe distinguir entre la persecución religiosa y la Guerra Civil. “De lo que ha pasado estos días, hemos de profundizar en los hechos históricos. Más que abrir heridas, queremos curar, que la gente no sufra, que se vea que no estamos en contra de nadie. Y no tirarnos los muertos a la cabeza”. Pujol confesó que, además de la alegría por las beatificaciones, estos días también vivió “la pena más grande porque haya gente que se sienta dolida; me apena porque es lo más contrario a las beatificaciones”.

Igualmente, el arzobispo explicó que “siempre he dado facilidades” para dignificar la fosa común del cementerio de Tarragona, de cuyo patronato que lo gestiona forma parte el Arzobispado. Y recordó que este mismo verano celebró una misa en la Sierra de Pándols por todas las víctimas en la batalla de Ebro, invitado por los supervivientes republicanos de la “Quinta del Biberón”. “No me cuesta nada hacer esto. Al contrario, me gusta mucho. Pero que no haya odio, que haya argumentos. Pero no vayamos con los tópicos. Porque nos hacen mucho daño y no nos llevan a entender lo que pasó”.Tarragona beatificación de 522 mártires 13 octubre 2013

En la misma rueda de prensa de valoración del acto, Martínez Camino también insistió en la postura de la CEE. “Hemos dicho hace años que no tenemos nada en contra” de la recuperación de la memoria de otros colectivos. “Al revés –añadió–. Que los seres queridos de personas que no saben dónde están sepultados los puedan encontrar, es una obligación de piedad y de humanidad”. “No se debe olvidar a ninguna víctima”, dijo, y recordó que los cuerpos de muchos mártires desaparecidos, como el del obispo Manuel Borrás, auxiliar de Tarragona, no han sido hallados.

Esta misma argumentación es la que ofreció el arzobispo Pujol a los representantes de la Plataforma por la Laicidad, que se opuso a las beatificaciones. A pesar del bajo eco que tuvo su movilización, Pujol los recibió personalmente en el palacio episcopal para dialogar sobre sus argumentos.

Obispos catalanes y perdón

Junto con otros obispos catalanes, como Joan Enric Vives o Xavier Novell, Pujol también ha recordado estos días que “Juan Pablo II ya pidió perdón en el año 2000 por toda la Iglesia”, y que los mismos obispos catalanes también pidieron perdón “por los errores del pasado” en una carta pastoral del año 2011.

No es casual que estos días Pujol haya impulsado en Tarragona varios actos de homenaje a quien era su arzobispo durante la Guerra Civil, el cardenal Francesc Vidal i Barraquer. La intención ha sido poner de relieve que, junto a otros católicos, primero fue víctima de la persecución religiosa y, después, murió en el exilio por negarse a bendecir el régimen totalitario de Franco. Un figura de “convicciones profundas” que Pujol quiso recordar en las vísperas que se celebraron en la catedral de Tarragona el día antes de la beatificación.Tarragona beatificación de 522 mártires 13 octubre 2013

 

Tarragona se luce

El mismo alcalde de Tarragona, el socialista Josep Fèlix Ballesteros, reconoció públicamente el interés que tenía para la proyección de la ciudad la celebración de un acto masivo como el de las beatificaciones. Por ello, durante el fin de la semana, el arzobispado organizó diversos actos para poder lucir la ciudad ante los miles de peregrinos que llegaron de toda España.

Además de cinco exposiciones alrededor de la catedral y de otra con los pasos de la Semana Santa en el puerto, varios guías acompañaron a los peregrinos por la ruta del cristianismo primitivo y las muestras de la probable presencia de san Pablo en la ciudad. Pero el acto más celebrado fueron las dos escenificaciones de la Pasión de San Fructuoso en el auditorio del Tarraco Arena. Una representación actualizada de las actas del siglo III que describen el primer martirio documentado de la Península Ibérica.

De la misma manera, la celebración litúrgica del domingo recogió la aportación de la Iglesia de Cataluña al acto. En el altar destacaba una reproducción de la Virgen de Montserrat, patrona de las diócesis de Cataluña, que estuvo acompañada de los cantos de la Escolanía del monasterio que la acoge. Su presencia también recordaba la beatificación de 20 monjes del monasterio de Montserrat. Sonaron varias melodías propias de la liturgia tarraconense y se combinó con un fino equilibrio la presencia del catalán, el castellano y el latín durante la ceremonia.

Toda la organización y la acogida a los peregrinos recibió la felicitación pública del presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, que fue respaldada con los aplausos de los miles de asistentes.

 

Riccardi: “Lo importante es pedir perdón”

Los actos de las beatificaciones se abrieron el viernes día 11 con una magna conferencia de Andrea Riccardi en el Palacio de Congresos de Tarragona.

El fundador de la comunidad de Sant’Egidio, y experto en los mártires del siglo XX, repasó el “siglo oscuro” que representaron para millones de hombres y mujeres los totalitarismos y los fanatismos en los cinco continentes. Una realidad que aún perdura hoy. En este contexto, afirmó que “cada historia de martirio está asociada a un contexto político, no se produce en el vacío. Por eso puede ser instrumentalizada”.

Una instrumentalización que, admitió, también se produjo en España. Por eso, puso como ejemplo al cardenal Francesc Vidal i Barraquer, que ya en 1937 “supo hablar de los mártires en medio de la tragedia con inteligencia espiritual” y vio que “los mártires de la Iglesia no pueden adscribirse a ninguna opción política, y por eso no quiso firmar la pastoral colectiva”. Para Riccardi, la manera de evitar la instrumentalización de los mártires es “reconocer la especificidad y la historia personal de cada martirio”.

Respondiendo a las preguntas del público sobre si la Iglesia debía pedir perdón explícitamente por su actitud durante la guerra y el franquismo, Riccardi no quiso responder directamente: “Yo no soy miembro de la Conferencia Episcopal Española”. Pero, acto seguido, añadió lo que Juan Pablo II, tras su vivencia bajo el nazismo y el comunismo, siempre repetía: “Perdonad y pedid perdón”, algo que puso en práctica en numerosas ocasiones. “Creo que lo importante es pedir perdón”, concluyó Riccardi.

En el nº 2.867 de Vida Nueva.

 

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