Los cristianos coptos en Egipto, indefensos en medio del caos

obispo copto egipcio en una iglesia bombardeada en Egipto en agosto 2013

Un informe de Amnistía Internacional denuncia la inacción policial ante los ataques violentos

obispo copto egipcio en una iglesia bombardeada en Egipto en agosto 2013

Un obispo copto ortodoxo en una iglesia bombardeada

Los cristianos coptos en Egipto, indefensos en medio del caos [extracto]

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Amnistía Internacional ha publicado un detallado informe en el que denuncia que las fuerzas de seguridad egipcias se mostraron inactivas cuando, el pasado 14 de agosto, en represalia por la destitución de su Gobierno, partidarios de los Hermanos Musulmanes desataron una oleada de violencia en distintos puntos del país y que concluyó con trágicas consecuencias: al menos murieron cuatro personas, más de 200 propiedades de cristianos fueron atacadas (incluidos centros de beneficencia y escuelas) y 43 iglesias resultaron gravemente dañadas, incendiadas además varias de ellas.

Superados los tres meses desde el golpe militar que, el pasado 3 de julio, forzó la caída de Mohamed Mursi, la convulsión en la que vive instalado Egipto desde 2011 parece no desvanecerse. Aunque al menos se va poniendo luz a muchos de los desmanes ocurridos en los últimos meses, en los que la minoritaria comunidad cristiana copta ha sido una de las más afectadas.

Un radicalismo que se aprecia claramente en este duro pasaje recogido en el dossier: “Algunos residentes fueron atacados en sus hogares. A un cristiano copto de 60 años lo mataron a tiros en su casa en el pueblo de Delga, en Al Minya, y luego arrastraron el cadáver por las calles con un tractor. Posteriormente, su tumba fue profanada dos veces”.

Un odio fanático del que Amnistía Internacional señala su origen: “Con frecuencia, antes de los ataques hubo incitaciones de líderes religiosos y en mezquitas de la zona”.

En la presentación del informe (realizado en los días posteriores y a cargo de expertos a pie de campo en los principales focos de los ataques), Hassiba Hadj Sahraoui, directora adjunta del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional, concretó aún más la responsabilidad de los actos violentos y apuntó a sus instigadores políticos: “Dado que estos ataques fueron en represalia por la represión de las sentadas en favor de Mursi, los líderes de la Hermandad Musulmana intervinieron poco y tarde, echando la culpa a ‘matones’ y desvinculando a sus simpatizantes de los ataques”. Por contra, cree que “los líderes deben condenar los actos de sus simpatizantes e instarles a que se abstengan de llevar a cabo más ataques y de utilizar un lenguaje sectario”.

Pero, como destaca Hadj Sahraoui, la culpa también se extiende a las nuevas autoridades nacionales y a sus fuerzas policiales. En primer lugar, porque “debería haberse previsto una reacción violenta” contra la minoría social más indefensa. Y, después, una vez desencadenados los hechos, por su patente inacción: “Algunos incidentes duraron horas y se repitieron en días sucesivos. ¿Por qué las fuerzas de seguridad no fueron capaces de impedirlos y ponerles fin?”.

De ahí que, desde Amnistía Internacional, se exija al actual Gobierno “una investigación imparcial e independiente sobre estos ataques sectarios y tomen de inmediato medidas para que no vuelvan a ocurrir”. Y es que, “si los responsables de los ataques no son puestos a disposición judicial, se transmitirá el mensaje de que los coptos y otras minorías son blancos legítimos”.

Por eso, en definitiva, “es preciso elaborar y aplicar una estrategia integral de lucha contra la discriminación de las minorías religiosas y revocar las leyes y políticas discriminatorias”.

Una historia de persecución

Más allá de lo detallado de su denuncia sobre los hechos registrados el 14 de agosto, el informe de Amnistía Internacional hace referencia a la postración a la que se ve sometida la minoría cristiana copta en Egipto (apenas un 10% de la población) desde hace décadas.

“Bajo el régimen de Hosni Mubarak, hay documentados al menos 15 grandes ataques contra los coptos –se asegura–. Tras su caída, bajo el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, continuó habiendo conflictos sectarios [el principal, el 9 de octubre de 2011, cuando 26 cristianos y un musulmán fueron tiroteados por el Ejército durante una manifestación; solo dos militares fueron condenados, y a penas de entre dos y tres años de cárcel]. La situación no mejoró bajo la presidencia de Mohamed Mursi: los ataques contra los coptos continuaron y el discurso anticristiano se incrementó. Las comunidades cristianas han sufrido durante decenios trabas legales y burocráticas para construir y restaurar lugares de culto”.

En el nº 2.867 de Vida Nueva.

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