Homenaje a la libertad y a la caridad

Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de SevillaCARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

“La acción misionera no es un capítulo más en el programa de la acción pastoral de la Iglesia, sino algo que empapa todas las dimensiones de la vida cristiana…”

Un verdadero y magnífico regalo de Dios: así es como presenta la fe el papa Francisco. El Padre quiere que sus hijos sean felices conociéndolo y amándolo. Una fe que necesita ser acogida, que requiere una respuesta personal. Algo tan admirable y necesario no puede ser patrimonio de unos pocos, sino que todos los hombres y mujeres del mundo están llamados a recibir y a acoger la bendición de Dios, en Jesucristo, y poder dar razón de su existencia y llenar de gozo la vida.

Así se expresa el papa Francisco en el mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones de este año. La fe es algo tan valioso que no se puede guardar para uno mismo, pues el cristiano quedaría aislado, estéril y enfermo si no lo compartiera con los demás.

Con notable y oportuno acierto, las Obras Misionales Pontificias de España promueven la campaña del Domund 2013 bajo la consigna: Fe + caridad = misión. Pues una comunidad cristiana es adulta, como dice el Papa, cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso.

La fuerza de nuestra fe se mide por la “capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio ante las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida”. La acción misionera no es un capítulo más en el programa de la acción pastoral de la Iglesia, sino algo que empapa todas las dimensiones de la vida cristiana.

Llegará enseguida la crítica que quiera incidir en lo que puede suponer la acción misionera de la Iglesia como acoso a la libertad de la persona. En primer lugar, no se trata de una imposición, sino de un ofrecimiento. Por otra parte, es un “homenaje a la libertad”, pues, en ese ofrecimiento de la propia fe, no solo cabe la libre expresión de lo que uno siente y cree, sino del tratar de compartir aquello que se considera como un bien que no se puede guardar de forma egoísta, sino que hay que ofrecerlo como un acto de caridad y amor al prójimo.

Si el Evangelio de Cristo es anuncio de esperanza, reconciliación, misericordia y camino para encontrar la luz que la humanidad necesita, sería una gran irresponsabilidad el olvidar el mandato misionero de ir caminando por el mundo para anunciar a todos los pueblos lo que de Dios se ha recibido. Un homenaje de reconocimiento a los valores más fundamentales de la vida humana, como es el derecho a la libertad y el conocimiento de la verdad.

En nuestra condición de cristianos, todo ello tiene un nombre que nos resulta inequívoco: caridad. Si se habla de la caridad política, también es obligado proclamar la caridad misionera. Fe, caridad, misión. Aquella persona que ha conocido a Jesucristo tiene que comunicárselo a sus hermanos. En esta misión resplandecerá el amor sin fronteras del cristiano.

En el nº 2.867 de Vida Nueva.

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