La sana laicidad, esperanza para Europa, según la CCEE

J. L. CELADA | Una sana laicidad garantiza la libertad de anunciar el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, fuentes de una herencia de esperanza y humanismo inserta en la civilización europea. Es la esperanza que el mundo está buscando, y la que debe empujar al cristiano a sentirse interpelado por la realidad. Esta es la principal conclusión a la que llegaron los obispos reunidos en Bratislava, del 3 al 6 de octubre, durante la Asamblea anual del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE).

En la capital eslovaca –que celebra el 1150º aniversario de la llegada al país de los santos Cirilo y Metodio, patronos de Europa–, los participantes debatieron en torno a Dios y el Estado. Europa entre la laicidad y el laicismo, un tema muy presente en las preocupaciones de este organismo episcopal, como bien recordaba el papa Francisco en una carta enviada al presidente del CCEE, el cardenal húngaro Péter Erdö.

La misiva pontificia agradece la contribución de los prelados europeos a la reflexión sobre este asunto y su promoción de una cultura que combina armónicamente “la fe y la razón, la verdad y la libertad”.

Además de las consabidas diferencias entre laicidad y laicismo, en Bratislava se pusieron sobre la mesa cuestiones tales como el espacio público que se le asigna a la religión o el papel de las comunidades religiosas en las sociedades del Viejo Continente.

También salieron a relucir durante el encuentro otras áreas prioritarias para la labor de la Iglesia: la educación, la pastoral juvenil y familiar, el paro (especialmente entre los jóvenes), la crisis económica en varios países y la inmigración. A propósito de este último capítulo, los pastores llamaron a una “solidaridad efectiva” para que no se repitan tragedias como la de Lampedusa.

En el transcurso de la Asamblea, el lisboeta Duarte da Cunha fue reelegido como secretario general del CCEE para otro período de cinco años (2013-2018).

En el nº 2.866 de Vida Nueva

Compartir