Dragones por sorpresa en una iglesia de Madrid

dragones en la bóveda de una iglesia de Madrid Robledo de Chavela

Especialistas estudian la impresionante colección de ochenta “saurios” aparecidos en la iglesia parroquial de Robledo de Chavela

dragones en la bóveda de una iglesia de Madrid Robledo de Chavela

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | Ochenta dragones de doble cabeza sobrevolarán a los feligreses en la iglesia de Robledo de Chavela, municipio madrileño enclavado en la Sierra Oeste, entre Guadarrama y Gredos. “La verdad es que no nos lo esperábamos. No había ningún tipo de pista que nos hiciera pensar que los dragones iban a estar ahí. Ni ningún registro, ni documento, ni ningún libro, ni ningún resto que estuviera visible. Nadie tenía la más remota idea de que la bóveda tuviera pinturas murales”, explica Antonio de la Torre, el párroco, ante el fenomenal descubrimiento. [Reportaje íntegro solo para suscriptores de Vida Nueva]

“En la Comunidad de Madrid existe muy poca pintura gótica de esta calidad, y menos de dragones, realizada con mucha soltura, sin apenas la rigidez de la Edad Media, sino más propia del Renacimiento”, asegura Luis Serrano, jefe de Área de Conservación y Restauración de la Comunidad de Madrid, que está colaborando en los trabajos de recuperación de la policromía y el mantenimiento de los frescos.

“Una vez descubiertos los dragones, se ha pasado a proceder a la consolidación de sus pigmentos. Con ello se ha recuperado su brillantísimo color original, que es verdaderamente deslumbrante, y se asegura su protección en el futuro”, explica el párroco.

Los dragones, datados en torno a 1500, siguen las nervaduras góticas de la bóveda, como si estas fueran el vientre del dragón, y, llegando a las claves, surgen las cabezas. “Algunas salen de las claves y otras se encuentran en ellas –señala De la Torre–. Es una estructura muy original y compleja, porque los dragones están tremendamente enrevesados al seguir los nervios de la bóveda, lo que hace también que cada cabeza o dorso de dragón esté duplicado. Por tanto, tenemos 160 perfiles, cabezas o dorsos, de dragones y ochenta figuras”.

Una cifra excepcional, sin precedentes: “Son enormes, ocupan mucha superficie y tienen gran calidad. Además, son de varios colores –rojos, azules, verdes, amarillos– y distintas siluetas. Tenemos unos seis o siete tipos de dragones. Tienen un aspecto magnífico, espectacular en cuanto a movimiento, combinación y colorido. Aunque aún tenemos que estudiar la composición final”.dragones en la bóveda de una iglesia de Madrid Robledo de Chavela

El párroco narra cómo ha sido la cronología de un hallazgo que transforma la fisonomía de la ya extraordinaria iglesia de la Asunción de Robledo, todo un ejemplo de la arquitectura gótica enclavada en la llamada ruta imperial, la que seguía Felipe II camino del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

“Hace dos años se terminó de restaurar el exterior del templo, que estaba en riesgo de desplome. Al terminarlo, se planteó acometer el interior y se miraron las bóvedas. El restaurador, Carlos Martín, tuvo una especie de intuición: ‘Seguro que en esa bóveda hay pinturas’. Una opinión absolutamente personal e inesperada. Hizo una cata con un bisturí en distintos puntos de la bóveda y, efectivamente, parecía que había pinturas. Era noviembre de 2011”.

La cata fue tan pequeña que no se podía saber aún con qué motivos ni de qué tamaño eran las pinturas. “Simplemente se veía que la parte delantera de la bóveda estaba llena de ellas… Pensábamos que era una batalla, porque parecían extraños cascos y pendones. Pero cuando en el verano de este año pudimos comenzar la restauración del interior de la iglesia, entonces sí comenzamos a descubrir esta portentosa colección de dragones, que llevaban siglos escondidos, y que iban deslumbrando a quienes íbamos viendo como surgían”.

Tapados desde 1730

Antonio de la Torre afirma que “los dragones se pintan a finales del siglo XV. En torno a 1500, como mucho. Pero, por los estudios realizados, parece que es en 1730 cuando se tapan con cal, posiblemente para erradicar alguna epidemia. Por motivos sanitarios, en cualquier caso. Aunque estéticamente es posible que no estuvieran ya bien vistos”.

Más adelante, en torno a 1750, según el párroco, “la bóveda se pintó con un tono gris azulado y se intentó imitar una sillería de piedra que no tiene nada que ver por calidad con lo que ahora se ha descubierto”. Esta sillería hallada junto a los dragones también la destaca Luis Serrano por su excepcional calidad. “La bóveda es, además, tan enorme que no se hizo de piedra, sino de ladrillo –cuenta–. Pero para disimularlo, se pintaron también unas líneas que imitan la sillería de piedra, sobre las cuales están pintados los dragones”.

La falsa sillería le da a la bóveda un aspecto “de movimiento magnífico, que es todavía mayor con los dragones, muy dinámico y muy original”, apunta el párroco.dragones en la bóveda de una iglesia de Madrid Robledo de Chavela

Las capas de cal y pintura han protegido a los dragones de la condensación concentrada en algunos puntos de la bóveda. Aunque a mediados del siglo XX corrieron serio riesgo de desaparecer tras una de rehabilitación: “En 1960, se picó toda la iglesia y, para dejar las nervaduras a piedra vista, eliminaron todas las capas de pintura, las del XV y las del XVIII. Así que se perdieron todos los cuerpos de dragones pintados en las nervaduras de piedra, por eso solo quedan torsos y cabezas. Los vientres y las mandíbulas inferiores, que estarían en las nervaduras, desaparecieron. Creemos que en ningún momento se enteraron de que ahí había dragones”, sostiene De la Torre.

El hallazgo confirma que “el templo está dividido en dos partes. Una primera, la cabecera, es del siglo XV; y otra segunda, la nave, que es del XVI, aunque levantada sobre muros de una iglesia románica del siglo XIII. Los dragones han aparecido en la bóveda gótica de la cabecera. Ambos, bóveda y dragones, debían formar una misma unidad”, señala el párroco.

Mientras los restauradores sigue trabajando en la bóveda, que alcanza los 18 metros de altura, el párroco destaca aún más descubrimientos: “Parece que la capilla mayor tenía un destino funerario. Hemos encontrado un sepulcro y rastros de dos escudos nobiliarios. Es posible que el patrocinador de esta capilla fuera enterrado allí y, casi con seguridad, mandara pintar los dragones. Aún no sabemos ni la identidad de este noble ni a qué familia corresponden los escudos. Posiblemente estén relacionados al aspecto de iglesia-fortaleza que tiene el templo en su exterior”.

En ese contexto, “los dragones tienen que tener dos sentidos –señala De la Torre–. Uno, decorativo, con la cual el difunto muestra su poderío. Era una decoración muy típica en los siglos XIII y XIV, lo que ocurre es que se han perdido casi todos. Por otro lado, ya desde un punto de vista más simbólico, pueden tener una interpretación de fuerzas defensoras, bien de la iglesia, bien de los fieles, bien del difunto. Es decir, los dragones como una especie de animales protectores. Lo que indudablemente hay que descartar es que sean identificados como fuerzas del mal, entre otras razones porque ocupan la parte más noble de la iglesia y no pintan nada a finales del siglo XV. Aunque todavía queda por investigar”, concluye.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.866 de Vida Nueva

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