Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

Un espacio de la ciudadanía contra el olvido

 

Monolito-(2)

El Centro de Memoria, Paz y Reconciliación se encuentra ubicado en el costado occidental del parque de la Reconciliación, sobre la calle 26 y la carrera 19b. Impulsando una cultura de democracia y garantía de los derechos humanos en el corazón de Bogotá, el centro se concibe como un espacio público abierto a toda la ciudadanía. Pretende incentivar la comprensión de las causas y consecuencias de la violencia política y el conflicto armado en Colombia, desde mediados del siglo XX, a través de la promoción de ejercicios de memoria histórica colectiva, el reconocimiento de los derechos de las víctimas y la construcción de paz.

La idea de construir un Centro de Memoria fue gestada durante años en el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ), pero cobró vida en enero de 2008 cuando Camilo González Posso, presidente de esta institución, la presentó a Clara López Obregón, entonces secretaria de gobierno de la ciudad. En junio de 2008 el Consejo de Bogotá incluyó la creación del centro como una de las metas del Plan de Desarrollo 2008-2012. Según González, actual director, “la persistencia de la Secretaría de Gobierno entre 2009 y 2011 y de la Administración del alcalde Gustavo Petro, permitieron que en diciembre del 2012 se entregara a la ciudad y a Colombia esta obra emblemática de la memoria histórica para la paz”.

“Tierra de memoria”

La Sociedad Colombiana de Arquitectos fue invitada por la Secretaría de Gobierno de Bogotá a organizar el concurso para seleccionar el diseño arquitectónico del Centro de Memoria. Para tal fin, se conformó un jurado que eligió, entre 41 proyectos, la propuesta presentada por el arquitecto Juan Pablo Ortíz.

Información-sobre-movimientos-estudiantiles-(2)Según Ortíz, el proyecto tuvo en cuenta desde sus primeros bocetos conceptuales los criterios de sostenibilidad social, “entendiendo la ‘sostenibilidad social’ como la capacidad que tiene el edificio de generar relaciones equilibradas de interdependencia entre la arquitectura y los grupos sociales involucrados”. Desde un principio, la obra arquitectónica incorporó un concepto participativo: “cada momento de su ejecución fue acompañado de la acción colectiva de la ciudadanía y las víctimas invitadas para aportar ideas y simbólicos puñados de tierra”.

El edificio es un monumento a la vida, a las víctimas y a la esperanza de un futuro en paz. Su elemento más característico es un monolito de 17 metros de altura. La estructura se levanta con materiales inspirados en la técnica de la “tierra pisada” y está conformada por veinte anillos que representan los doscientos años de construcción de Nación, identidades, culturas y derechos desde la revolución de Independencia hasta ahora. Este elemento también simboliza la “tierra sembrada de memoria” y evoca a las millones de personas desterradas por la violencia sistemática que ha padecido Colombia en las últimas siete décadas. En su superficie, 2012 botones de vidrio contienen tierra y mensajes entregados por miles de personas, muchas de ellas víctimas. Cien ventanas caen “como lágrimas de esta sociedad sumida en la violencia, pero también como fuentes de luz que llegan al Centro de Memoria para rendir homenaje a las víctimas, a sus sueños y a la búsqueda de una sociedad sin violencias y en paz”. El edificio cuenta a su vez con un auditorio con capacidad para 310 personas, diferentes aulas múltiples y una gran sala de exposiciones.

Historia inconclusa

Centro-de-Memoria,-Paz-y-Reconciliación-(2)La más reciente exposición constituye una invitación a reflexionar sobre nuestra historia de violencias, conflictos o sueños por la paz: “no es ni busca ser una historia terminada; se abre a contar otras historias, a que cada quien la alimente con objetos o mensajes”. Los espacios que la componen llevan a los asistentes a través de una serie de ambientes en que se narra el guión. Un documental se proyecta para identificar la relevancia de la actividad política desarrollada por Jorge Eliécer Gaitán. Posteriormente, somos invitados a un café de mediados de siglo XX, en cuyas mesas encontramos libros y revistas de la época. En las paredes cuelgan imágenes de Débora Arango, Alipio Jaramillo y Alejandro Obregón, mientras que en los platos el espectador podrá descubrir un inventario de los hechos más importantes durante aquel entonces.

El recorrido avanza para conducirnos al interior de una típica casa de clase media durante las décadas de 1960 y 1970. Televisores Trinitron nos informan acerca de la muerte de Camilo Torres, libros en la biblioteca familiar dan cuenta de la historia del conflicto en Colombia, fotografías en las paredes retratan a los líderes de las luchas populares durante aquellos años y en los vidrios encontramos información acerca del Estatuto de Seguridad promulgado en el gobierno de Turbay: “cualquier opositor o crítico era una amenaza a los valores políticos trascendentales de la nación”.

Entre este escenario y el siguiente los asistentes podrán encontrar una serie de gráficas que exponen cifras aportadas por la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES). En Colombia, en el marco del conflicto armado interno, se han producido 194.910 muertes por violencia sociopolítica entre 1988 y 2010; 19.090 desapariciones forzadas entre 1990 y 2013; 12.834 secuestros entre 1996 y 2012; 1.974 masacres registradas entre 1983 y 2012; y 4.809 personas han sido encontradas en fosas comunes. El siguiente momento de la exposición visibiliza de manera simbólica el drama que estas cifras delinean. Un laberinto de testimonios da cuenta de la angustia que viven las familias de los desaparecidos. Dentro de una celda en la selva se proyectan escenas de las condiciones del secuestro. Fotografías revelan cómo miran las mujeres su propio dolor. Y tres familias, víctimas de la migración forzada, nos cuentan cómo sueñan habitar un hogar y un mejor mundo a través de sus creaciones plásticas.

El último espacio de la exposición, a través de una galería fotográfica, de videos y de reflexiones extraídas de documentos de estudio, ofrece un recuento de los diversos intentos por poner fin al conflicto armado interno. El recorrido desemboca en una explicación detallada acerca de las negociaciones que actualmente se desarrollan en La Habana entre los delegados del Gobierno y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP).

Texto y fotos: Miguel Estupiñán

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