Francisco pide a los jóvenes en Asís “primero el testimonio, luego la palabra”

El Papa se encuentra con un niño en la residencia de Cáritas en Asís (EFE)

El Papa culmina su visita a la cuna de san Francisco, tras encontrarse con los pobres, los consejos pastorales y las monjas clarisas

El Papa se encuentra con un niño en la residencia de Cáritas en Asís (EFE)

El Papa se encuentra con un niño en la residencia de Cáritas en Asís (EFE)

M.Á. MORENO | Tras una mañana de encuentro y celebración de la Eucaristía, Francisco culminó la jornada en la cuna del poverello de Asís pidiendo “el testimonio” antes que la palabra a los jóvenes que le esperaron al final de una jornada con varios actos muy significativos, en los que buscó el encuentro, primero en el almuerzo con pobres acogidos por Cáritas, con los que ya se encontró por la mañana; luego con obispos, sacerdotes y consejos pastorales y después con las monjas clarisas para cerrar con los jóvenes una jornada maratoniana.

Un almuerzo muy especial

Pese a que en la Misa en la Plaza de San Francisco, el acto con el que se clausuró la mañana, se encontraban personalidades políticas del nivel del primer ministro de Italia, Enrico Letta, o varias autoridades provinciales, el Papa decidió tener el almuerzo con pobres asistidos por Cáritas, en el Centro de Plaza Donegiani, donde se encontró con una cincuentena de huéspedes de este centro de atención urgente.

Entre los momentos más emotivos de dicha comida, el Papa se encontró a su llegada con un niño que le recibió agitando una bandera del Vaticano, como bien pudieron atestiguar los reporteros gráficos. Si bien no pudo ser una comida muy larga, dado que en apenas una hora realizó una visita privada a la celda de San Francisco, a la que siguió un encuentro con el clero local, los religiosos y religiosas, y laicos de los consejos pastorales de la Diócesis de Asís, en la Catedral de San Rufino.

“Qué necesarios son los Consejos Pastorales”

Ante los miembros de la diócesis de Asís, Francisco se mostró vital y bromeó en varias ocasiones con un auditorio con sacerdotes, religiosos, familias con niños y jóvenes.

En él, valoró la importancia de los Consejos Pastorales: “Un obispo no puede guiar una diócesis sin consejos pastorales, un párroco tampoco”, afirmó Francisco, que enfatizó la importancia del obispo como “custodio de la armonía” de su diócesis y añadió que la Iglesia “no crece por proselitismo, sino por la atracción del testimonio”.

A partir de esto, el Papa volvió a estructurar, como otras muchas veces, su discurso en tres puntos muy claros. En este caso, tres aspectos para la vida de una comunidad cristiana: “Escuchar la palabra de Dios”, “caminar” y “anunciar en las periferias”. Un mensaje en tres puntos que no estuvo exento de llamadas a la reflexión, por ejemplo, para los sacerdotes.

“¿Cómo puede predicar alguien que primero no ha abierto su corazón, quien no ha escuchado en silencio la Palabra de Dios? Mirad estas homilías interminables, aburridas, que no entiende nadie”, dijo Francisco, que también reclamó un buen testimonio a padres y catequistas. “Sintonizad esa palabra de Dios como una antena que transmite”, pidió.

Francisco enfatizó la importancia de la comunidad cristiana que camina unida y concluyó su intervención enviando a los presentes a “anunciar a las periferias”, a los lugares donde hay “niños que no saben hacer la señal de la cruz” y recordando cuando ejercía esa labor como arzobispo de Buenos Aires.

“No nos bloqueemos en los prejuicios, las malas actitudes, la rigidez mental o pastoral, el famoso ‘siempre se ha hecho así’”, añadió.

Encuentro con las monjas clarisas y los jóvenes

Tras visitar la Basílica de Santa Clara y el sepulcro de la fundadora de las clarisas, Francisco se encontró con las monjas clarisas, con las que tuvo un tiempo de charla.

Algo fatigado por la actividad, pero sin perder una pizca de buen humor, reconoció que pensaba que iba a ser un encuentro solo con las religiosas, pero que no había tenido “valor para echar a los cardenales”, entre ellos los ocho del consejo papal para la reforma de la Curia.

Con ellas, recordó la importancia de la oración y enfatizó la alegría de la vida en oración, además de pedirles que cuidaran la vida en comunidad. “Que el monasterio no sea un purgatorio, que sea una familia. Ante los problemas, busquemos la solución con amor”, dijo.

Tras un recorrido por la Basílica, un nuevo traslado llevó a Francisco a Santa María de los Ángeles, donde visitó la Porciúncula, el pequeño edificio incluido dentro del templo donde comenzó su actividad la orden franciscana.

Tras depositar una ofrenda floral y saludar a los presentes, el Papa salió al exterior para encontrarse a los jóvenes que le esperaban en la explanada a las afueras del templo.

“Gracias por invitarme a vuestra fiesta”

Los jóvenes recibieron a Francisco, además de con aplausos, gritos y cánticos, con preguntas. Preguntas escogidas para tratar distintos temas: la familia, representada por un matrimonio joven con un niño, la pobreza y la inseguridad laboral, la vocación religiosa y, por último, la transmisión de la Fe.

Francisco respondió a cada una de estas preguntas durante su discurso, que arrancó destacando el matrimonio como una “verdadera vocación”, al igual que el sacerdocio o la vida consagrada, aunque no exento de dificultades.

“La sociedad privilegia la competición individual en lugar de la familia”, reconoció el Papa, que mencionó la “cultura de lo provisional” como uno de los principales problemas de la sociedad moderna.

“Pero Jesús no nos ha salvado provisionalmente, nos ha salvado definitivamente”, exclamó Francisco, que también quiso tocar el tema de la vocación religiosa, una llamada que no se puede “calcular o programar” y que tiene que venir de “una relación fluida con Dios”. En ese punto, también habló del celibato y la virgnidad como “un sí fecundo”, aunque comporte la renuncia a la familia o la vida conyugal.

Para responder a las preguntas sobre la crisis, el desempleo o la transmisión de la Fe, el Papa se redujo a una palabra: Evangelio.

“El Evangelio no es guarda la religión, guarda al hombre, al mundo y a la humanidad. Es un mensaje de salvación de Dios para la humanidad, que tiene un verdadero deseo de ser salvada”, afirmó Francisco, que pidió a los jóvenes dos cosas: suscitar la fe a través de la evangelización, y transformar el mundo a través de la animación cristiana de la sociedad.

“¿Sabéis que le dijo San Francisco a sus discípulos? Predicad el Evangelio, y si fuera necesario con la palabra. ¿Pero se puede predicar el Evangelio sin la palabra? Sí, con el testimonio. Primero el testimonio, después la palabra”, exclamó el Papa al terminar su discurso, en una llamada clara a los jóvenes allí presentes.

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