Esperanza para los niños invisibles de Bolivia

Fe y Alegría apoya la integración en la escuela de niños discapacitados ocultos en casa

Fe y Alegría en Bolivia con niños enfermos e invisibilizados

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA. Fotos: ENTRECULTURAS | Según denuncia la ONG jesuita Entreculturas, hasta 257 millones de niños en todo el mundo carecen de una alfabetización de mínima calidad que al menos les garantice aprender a leer o a escribir. Un problema que, en ciertos contextos concretos, tiene un alcance aún más agudizado. ¿En qué situación quedan los niños y niñas que, además de contextos de pobreza, están afectados por la enfermedad y, por un malentendido sentimiento de culpa por parte de sus avergonzados padres, viven presos en su propia casa al ser ocultados de la sociedad?

Desgraciadamente, este es un fenómeno relevante en Bolivia, donde a muchos menores con sordera, ceguera o discapacidades mentales les es vedado hasta salir a la calle. Y, cuánto más, ir a la escuela.

Conscientes de la urgencia por actuar y tratar de generar oportunidades para que estos chicos pudieran tener al menos la oportunidad de valerse por sí mismos el día de mañana, desde Fe y Alegría pusieron en marcha en el año 2000 un plan para tratar de llegar al mayor número posible de niños en esta situación.

Entonces Erika Calvo era una de las responsables del área de Educación Especial de la entidad ignaciana, una de las principales en América Latina y en todo el mundo a la hora de ofrecer una alternativa formativa para colectivos alejados de la estructura académica oficial.

Más de una década después, valora enormemente lo conseguido. En 2010, en el momento de máximo auge del proyecto, estaban presentes en 47 escuelas de hasta cinco departamentos, donde atendían a alrededor de mil niños con diferentes tipos de discapacidad.

El gran reto que han debido de afrontar en este tiempo ha sido el trabajo psicológico con las familias: “En Bolivia proliferan muchos mitos, como el de que la discapacidad es contagiosa. Eso hace que muchos padres sientan vergüenza de que sus hijos tengan ese problema y no les permiten ser visibles. Otros sí intentaron en su día buscar oportunidades, pero se encontraron con todo tipo de barreras y rechazos, tanto personales como institucionales, y acabaron resignados. Para hacer frente a esas situaciones es por lo que surgimos nosotros”.

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En el nº 2.865 de Vida Nueva

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