Temporeros, una vendimia amarga

Con la crisis y la vuelta de los españoles al campo, los inmigrantes encuentran asistencia casi solo en la Iglesia

temporeros trabajadores inmigrantes en la vendimia
JOSÉ LUIS PALACIOS | Muchas personas de fuera de nuestras fronteras –también españoles de la emigración interna– que acuden a la vendimia de este año se han encontrando con grandes dificultades para ganarse el ansiado jornal. Las bodegas y los agricultores prefieren contratar mano de obra local o recurrir a familiares. El servicio humanitario organizado dentro de la comunidad eclesial a través de Cáritas suele ser, en muchos casos, la única ayuda institucional que reciben aquellos con menos oportunidades de emplearse.

Algunos extranjeros han preferido volver a sus países de origen; otros, sencillamente, se han convencido de que ya no les miran igual que antes, cuando eran los únicos dispuestos a doblar la espalda para recoger los frutos de la tierra.

Con las restricciones presupuestarias, muchos ayuntamientos que han visto mermados los presupuestos para gastos sociales han optado por reducir la atención a estos trabajadores, que después de todo no tienen derecho al voto. Lo que se ha traducido en albergues que no se han llegado a construir, que abren menos tiempo durante las campañas o que atienden a menos personas que antes.

Atenciones básicas

Miguel Ángel García, cura en Rincón del Soto (pueblo agrícola con más campos de perales que de viñedos, aunque lugar de paso hacia otras poblaciones riojanas eminentemente vitícolas), se lamenta de que “no hay trabajo para todos; además, con la mecanización del campo hay menos oportunidades, por lo que la gente está constantemente moviéndose. Pasan un día por aquí y marchan a otro sitio”.temporeros trabajadores inmigrantes en el campo

Este sacerdote del Movimiento Rural Cristiano señala que es en las poblaciones grandes donde mejor les atienden, ya que tienen infraestructuras para ellos. Solo el Ayuntamiento de Logroño ofrece alojamiento a los temporeros. El albergue municipal refuerza sus instalaciones para aumentar en 40 su número de plazas, mientras que se habilita un polideportivo durante dos semanas para acoger por las noches a cerca de 120 personas.

En Valdepeñas (Ciudad Real) se ha seguido atendiendo a los trabajadores en tránsito, mayoritariamente saharauis y marroquíes, junto con algún que otro rumano, a través del convenio anual que el ayuntamiento mantiene con Cáritas, con lo que se consigue atender a los más necesitados a través de servicios de alimentación, farmacia, alojamiento, ropa, calzado o desplazamientos. En 2012, gracias a este programa, fueron atendidas 280 personas, se realizaron 331 intervenciones directas, se dieron 10.383 comidas y se tramitaron 92 casos de alojamiento.

Allí, Cáritas ha reforzado –como ya es habitual durante la vendimia– la plantilla de voluntarios, hasta llegar a más de 30 personas para atender el comedor social para transeúntes. Como explica Lourdes Arcos, de la red interparroquial de la localidad, “la gran mayoría son gente de Iglesia, mayores, más o menos vinculada a las parroquias, aunque también hay algunos jóvenes y otras personas con motivaciones distintas a las religiosas”.

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En el nº 2.864 de Vida Nueva

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