Alejandro Moral Antón: “La Iglesia no es el Reino de Dios, sino que está a su servicio”

Alejandro Moral Antón, prior general de la Orden de San Agustín

Prior general de la Orden de San Agustín

Alejandro Moral Antón, prior general de la Orden de San Agustín

Entrevista con Alejandro Moral Antón [extracto]

Texto y fotos: DARÍO MENOR | Alejandro Moral Antón (Burgos, 1955) es el nuevo prior general de la Orden de San Agustín. Elegido en el reciente capítulo general celebrado en Roma, cuenta con una amplia experiencia en la Curia general de los agustinos, en la que ha sido vicario general, procurador y presidente de distintas comisiones.

PREGUNTA.- ¿Cuáles son las líneas de actuación para la congregación decididas en el capítulo?

RESPUESTA.- Habíamos preparado para el capítulo general intermedio, celebrado en Filipinas en 2010, un documento de discusión. Contenía lo que para nosotros es más importante: la unidad de la orden dentro de la diversidad de las distintas realidades en que está presente. Es el centro de la discusión. Tenemos una diversidad muy grande, como todas las órdenes religiosas. La realidad religiosa está cambiando, las vocaciones ya no vienen del primer mundo, de Europa y los Estados Unidos, sino de Asia, África y América Latina. Antes no se veía a ningún africano en los capítulos generales y ahora nosotros vamos a crear un asistente general africano, algo que no había ocurrido nunca. En esas realidades diversas hemos querido insistir en la unidad, sobre todo para colaborar mejor. Por otro lado, están las cuestiones de las vocaciones, la formación y, también, algo en lo que insiste mucho el papa Francisco: hacer ver a través de los religiosos la misericordia de Dios. Querría insistir en los temas que el Papa trata, como las periferias, el sufrimiento, la inmigración… Alejandro Moral Antón, prior general de la Orden de San Agustín

P.- ¿Cómo han de afrontarse de forma concreta esos temas?

R.- Querría desarrollar el programa del capítulo con las comisiones. Hay que estudiar los pasos que damos, consultándolos con todos. Habrá alguna decisión importante, como, por ejemplo, abrir una misión en Mozambique, algo que lleva años queriéndose hacer, o en Europa, donde estamos abriendo realidades para atender a los inmigrantes. Se debe ir concretando.

P.- ¿Cómo cambia el rostro de la Vida Religiosa en general, y de los agustinos en particular, el hecho de que las vocaciones vengan mayoritariamente de África, Asia y América Latina?

R.- De los 3.000 agustinos que somos en total, algo más de mil estamos en Europa. Es más de una tercera parte de la orden. Se trata, en su mayoría, de personas de edad, que han ido condicionando los capítulos. En este último, en cambio, había muchos jóvenes que proponían otras realidades. La presencia de un asistente africano es sintomática de estos cambios. Europa, por ejemplo, antes tenía tres asistentes; ahora tiene dos y es posible que dentro de poco tenga solo uno. Nuestro carisma debe ser vivido de forma concreta con el bagaje cultural y social que cada uno lleva a sus espaldas. La globalización es importante, pero las culturas son diferentes en Asia que en Europa. Nuestro carisma se vivirá de una manera algo diferente, desarrollándose en otros aspectos.

P.- ¿Cómo está la orden trabajando para lograr nuevas vocaciones?

R.- Es curioso porque, en los Estados Unidos, han aumentado. También en algunos países europeos se empieza a remontar, como Alemania, Portugal o las naciones del Este. Tal vez es España la que está ahora peor. Ahí hace falta tomar algunas decisiones que deberían haberse tomado hace años. No tenemos vocaciones en España o en otros países tal vez porque los jóvenes quieren identificarse con algo concreto y nuestra identidad es más la libertad, el diálogo, la fraternidad. Son cosas que no se pueden tocar visiblemente, como ocurre con los grupos que tienen una regla más exigente.

“En España no tenemos un prenoviciado.
Sin un lugar concreto donde los jóvenes puedan ir,
encontrarse y vivir desarrollando su espiritualidad,
es difícil que surjan vocaciones”.

P.- ¿Cuáles son esas decisiones que se deberían haber tomado en España?

R.- En las cuatro provincias de España no tenemos un prenoviciado. Si no tenemos un lugar concreto donde los jóvenes puedan ir, encontrarse y vivir desarrollando su espiritualidad, es difícil que surjan vocaciones.

Deseos de ser más abiertos

P.- ¿Sigue siendo la vida comunitaria atractiva para los jóvenes?

R.- Por una parte sí, por otra no. Los jóvenes quieren tener su libertad. Por ejemplo, quieren cada uno su propio coche, su casa y su dinero, pero nosotros los compartimos. La independencia y la libertad en la comunidad se viven de otra manera. La vida comunitaria atrae, pero, por otro lado, puede suponer un freno para algunos. La gente quiere hoy una espiritualidad más fuerte, tener espacios para la meditación, rezar juntos… Se quieren señales concretas en este sentido, como, por ejemplo, la adoración del Santísimo. En la vida comunitaria hay que ser amigo profundo de tus hermanos, pero a veces resulta difícil.

P.- ¿Se ha notado en la orden de alguna manera el impacto de la renuncia de Benedicto XVI y la llegada de Francisco?

R.- Sí. En el capítulo hemos hablado de ello. En las comunidades se percibe un deseo de ser más abiertos, de ver que no es solo la doctrina lo importante, que hay que preocuparse de vivir de forma concreta la fe. Yo, por ejemplo, hice un gesto inconsciente tras la misa con el papa Francisco que muestra esta realidad. Había varios pobres cerca de donde estábamos, frente a la iglesia de San Agustín, que querían comer. Le dije a uno de ellos que pasara al refectorio y cogiera la comida que necesitara para él y para sus compañeros. Ese gesto ha sido más comentado en las comunidades de las distintas partes del mundo que lo que dije. Hoy el mundo no espera solo una aproximación intelectual o que lo convenzan: quiere gestos concretos. Quiere vivir la fraternidad, tocar las cosas. Esto ha cambiado con el papa Francisco, y sus efectos los estamos viendo en las comunidades y en el propio capítulo.

“Hoy el mundo no espera solo una aproximación intelectual
o que lo convenzan: quiere gestos concretos.
Quiere vivir la fraternidad, tocar las cosas.
Esto ha cambiado con el papa Francisco,
y sus efectos los estamos viendo”.

P.- ¿En qué se ve hoy el carisma de un agustino?

R.- Por la fraternidad, la comunidad, la amistad. San Agustín habla a menudo de la amistad, de hacerse amigo en la comunidad, porque Dios está con nosotros. Se comparte la profundidad de su corazón, la vida, los problemas, las dificultades, las esperanzas…

Cambiar las estructuras

P.- Estamos viviendo un momento de reforma en la Iglesia. Si el Papa le pidiera opinión, ¿qué le aconsejaría?

R.- No soy digno de decir lo que se podría hacer. Lo que está haciendo, estos gestos sobre las estructuras, son interesantes. Las estructuras hacen falta, pero no son las finalidades. Son medios para dar vida. Es habitual que los hombres nos agarremos a ellas, porque todos queremos tener un poco de poder, contar con una realidad que nos pertenezca. Yo le diría al Papa que continuase en esta línea. La Iglesia ha sufrido mucho, no hemos llevado la Buena Nueva a todos. Cuando hablamos de Francisco vemos que está en línea con el Evangelio. Jesús ha venido para anunciar el Reino de Dios, pero no habla de lo que es el Reino de Dios. No lo define. El Evangelio no es las estructuras, hay que hacerlo llegar a la gente. La Iglesia no es el Reino de Dios, sino que está a su servicio. Nosotros somos un medio para anunciar el Reino de Dios, que es vida. Seguramente el mundo es injusto, pero al menos tenemos una esperanza en Dios. Yo le diría que lo primero que hay que cambiar son las estructuras, pues ha habido cosas muy graves en este período.

P.- Dentro de la reforma, se habla de la posible unión entre distintas congregaciones de Vida Consagrada. ¿Valoran esta posibilidad en la familia agustina?

R.- En cierto modo, ya trabajamos juntos. Si el Papa nos uniera con los agustinos descalzos y con los recoletos, sería estupendo, una gran unión, como hicimos en 1256. Tenemos la misma espiritualidad, el mismo padre, vivimos más o menos de un modo similar. Debemos ver cómo podemos unir fuerzas, se debería estudiar cómo hacerlo, no solo porque se llegase a un momento de necesidad biológica.

En el nº 2.864 de Vida Nueva

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