“Emigrantes y refugiados no son peones sobre el tablero de la humanidad”, denuncia Francisco

El Papa reclama una “cultura del encuentro” en su mensaje para la próxima Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado

papa Francisco visita a refugiados en el Centro Astalli de Roma 10 septiembre 2013

El Papa, el pasado 10 de septiembre, con los refugiados del Centro Astalli de Roma

M. Á. MORENO | El Papa Francisco dio a conocer hoy su primer mensaje con motivo de la Jornada Mundial del Emigrante  y el Refugiado, una jornada instituida por Pio IX en 1914 que celebrará el próximo 19 de enero de 2014 su centésima edición. En este mensaje, fechado el 5 de agosto, Francisco reclama la cooperación entre países emisores y receptores de emigrantes, así como llama a una “cultura del encuentro y de la acogida” que sustituya a la “cultura del rechazo” imperante.

El mensaje del Papa, divulgado hoy por el Vaticano, tiene por título “Emigrantes y refugiados: hacia un mundo mejor” y retoma la definición que Benedicto XVI hiciera del fenómeno de la inmigración como un “signo de los tiempos”, que revela tanto las carencias de los estados como “las aspiraciones de la humanidad de vivir la unidad en el respeto de las diferencias”.  En su misiva repasa tanto los desafíos a asumir por los países de procedencia de los emigrantes y refugiados como de las sociedades que los reciben.

“No se puede reducir el desarrollo al crecimiento económico”

Francisco comienza su mensaje reconociendo los “procesos de mutua interdependencia” que cada vez más involucran a las sociedades humanas, aunque también critica las actitudes de “rechazo, discriminación y tráfico de la explotación, el dolor y la muerte” que suceden en ciertas situaciones de emigración, en las que se producen “trata de personas y reducción a la esclavitud”, en las que el trabajo esclavo es “moneda corriente”. Pese a ello, el Papa reconoce que en la mayoría de los casos las personas que emigran lo hacen movidas por “el binomio confianza y esperanza”, la búsqueda de un futuro mejor que está orientada hacia un “desarrollo auténtico e integral”.

“No se puede reducir el desarrollo al mero crecimiento económico, obtenido con frecuencia sin tener en cuenta a las personas más débiles e indefensas. El mundo sólo puede mejorar si la atención primaria está dirigida a la persona, si la promoción de la persona es integral, en todas sus dimensiones, incluida la espiritual; si no se abandona a nadie, comprendidos los pobres, los enfermos, los presos, los necesitados, los forasteros”, añade el Pontífice.

“Emigrantes y refugiados no son peones sobre el tablero de la humanidad. Se trata de niños, mujeres y hombres que abandonan o son obligados a abandonar sus casas por muchas razones, que comparten el mismo deseo legítimo de conocer, de tener, pero sobre todo de ser “algo más””, indica Francisco, que reconoce la emigración actual como “el más vasto movimiento de personas y pueblos de todos los tiempos”.

Un modo nuevo de gestionar los movimientos migratorios

Colaboración y ayuda recíproca son las claves que Francisco propone para la actuación internacional respecto a las migraciones, retomando las palabras de su antecesor, el papa emérito Benedicto XVI en la encíclica Caritas in veritate. El Papa reclama a los países poner en marcha “una ayuda recíproca, con disponibilidad y confianza, sin levantar barreras infranqueables“, así como pide a cada país emisor que trate de crear “mejores condiciones económicas y sociales” y “oportunidades de trabajo en las economías locales”.

La “superación de prejuicios y preconcepciones” en las sociedades de acogida es otro de los puntos importantes del mensaje, en el que Francisco reclama un cambio de actitud: de una “cultura del rechazo” a la “cultura del encuentro”, que es “la única capaz de construir un mundo más justo y fraterno, un mundo mejor”, añade. En esta construcción también tienen un papel importante los medios de comunicación:

“La llegada de emigrantes, de prófugos, de los que piden asilo o de refugiados, suscita en las poblaciones locales con frecuencia sospechas y hostilidad. Nace el miedo de que se produzcan convulsiones en la paz social, que se corra el riesgo de perder la identidad o cultura, que se alimente la competencia en el mercado laboral o, incluso, que se introduzcan nuevos factores de criminalidad. Los medios de comunicación social, en este campo, tienen un papel de gran responsabilidad: a ellos compete, en efecto, desenmascarar estereotipos y ofrecer informaciones correctas, en las que habrá que denunciar los errores de algunos, pero también describir la honestidad, rectitud y grandeza de ánimo de la mayoría”, afirma el Papa.

“No pierdan la esperanza”

El recuerdo a la emigración de la Sagrada Familia a Egipto y la llamada evangelizadora de la Iglesia, sin distinguir procedencias  ni condiciones para atribuir dignidad a todas las personas, cierran este mensaje, en el que también se apunta a las migraciones como “posibilidades de nueva evangelización”

“Queridos emigrantes y refugiados. No pierdan la esperanza de que también para ustedes está reservado un futuro más seguro, que en sus sendas puedan encontrar una mano tendida, que puedan experimentar la solidaridad fraterna y el calor de la amistad. A todos ustedes y a aquellos que gastan sus vidas y sus energías a su lado les aseguro mi oración y les imparto de corazón la Bendición Apostólica”, concluye el Papa.

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