Pascual Piles: “La hospitalidad se lleva encima”

Pascual Piles, provincial de San Juan de Dios de la Provincia de Aragón-San Rafael

Provincial de San Juan de Dios de la Provincia de Aragón-San Rafael

Pascual Piles, provincial de San Juan de Dios de la Provincia de Aragón-San Rafael

JORDI LLISTERRI. BARCELONA | “¿Viste la carta de La Vanguardia? Es una preciosidad. Es lo que te da la fuerza”. Así nos recibe el provincial de San Juan de Dios, Pascual Piles, comentando el testimonio de unos padres que hablan del servicio de oncología del hospital de esta congregación en Barcelona como de “una segunda casa”. En Cataluña, su presencia hospitalaria no ha parado de crecer. A esto se suma la potenciación de la obra social y benéfica, la atención a la salud mental en prisiones o la participación en proyectos de formación e investigación.

PREGUNTA.- ¿Cuál es el secreto?

RESPUESTA.- Que ahora tenemos lo que nuestro fundador, san Juan de Dios, tuvo cuando murió en 1550. Fue tratado de loco, pero la gente veía que trabajaba por el bien de los otros. Y lo ayudaron. Era un hombre libre que miraba por el necesitado, que conseguía benefactores, que vinculaba a las personas que querían ayudarle como voluntarios. Y también tenía asalariados que trabajaban con su mismo espíritu. Y, al mismo tiempo, muere con un grupo reducido de cinco hermanos, que serían el germen de la orden. En esto ya hay una inspiración para hoy, que somos menos hermanos: queremos que la gente venga con nosotros y encarne valores como los nuestros.

P.- ¿Y cómo se consigue que una estructura tan compleja formada por profesionales, voluntarios y hermanos trabaje con esos mismos valores?

R.- Pide una cultura de gestión, que hemos hecho crecer con nuestra preparación, y construir un equipo directivo con personas identificadas con nosotros. Pero también hacemos llegar a los colaboradores que esto es más que un trabajo: es hacer un servicio. Y exige un talante y unos valores que promovemos. Además, creemos que enriquecen a estas personas porque la hospitalidad no se vive solo en el trabajo: se lleva encima. Si eres hospitalario en la atención a los enfermos y a los familiares, después lo eres en casa. Por eso trabajamos intensamente nuestra Carta de Identidad.

El bien evangeliza

P.- ¿Y es bien recibido ese talante?

R.- A nosotros nos está yendo bien. Nosotros vamos a estar con la gente. Este el sacramento verdadero. Vamos a acompañar el sufrimiento del hijo y de los padres. El hospital es un lugar para evangelizar, pero la gente viene a buscar salud, no para que la evangelicen. Hay momentos en que lo más oportuno es hablar y otros en lo que lo oportuno es callar, porque el bien –bien hecho– en sí mismo ya evangeliza.

P.- ¿Tienen capacidad para dar respuesta o sentido a la enfermedad de un niño?

R.- Muchas veces vemos el rechazo a Dios por entender que nos castiga. Uno no sabe qué responder porque no es fácil en esos momentos hacer planteamientos. Pero también hay la experiencia de poder mostrar que Cristo está allí, que también ha sufrido, que hemos luchado, que lo hemos intentando juntos… Cuando luchamos para la vida quiere decir que nosotros deseamos la vida. Y tienes la capacidad de crear un nexo. El tiempo que estuve en oncología, acompañé a la familia de un niño con leucemia que murió. Fueron siete años de lucha y tres trasplantes… Pero después vi la paz que pudimos ofrecer. Un día, los padres me dijeron: “Hemos perdido un hijo, pero hemos ganado un amigo”. Esto es lo que habla de la caridad.

No tenemos por qué tener solo
unos servicios organizados por el Estado.
Una iniciativa privada con unos criterios
concretos como los que tenemos
enriquece al sistema público”.

P.- ¿Esto justifica que la Iglesia continúe estando presente en el ámbito hospitalario?

R.– Sí. No tenemos por qué tener solo unos servicios organizados por el Estado. Una iniciativa privada con unos criterios concretos como los que tenemos enriquece al sistema público. No queremos suplantar al Estado ni vamos a sacar dinero. Y cada vez nos han reconocido más la capacidad de gestión, profesionalidad, especialización… Nos hemos ganado el talante haciendo una buena gestión.

P.- ¿No contemplan esta función sin prestar servicio en la red pública?

R.- Claro. En nuestro sistema casi todo el mundo tiene cobertura médica. A todos les ofrecemos nuestra identidad, pudiendo ser un signo y ayudando a sanar desde un proyecto. Y también tenemos programas para personas que ahora están quedando fuera de la cobertura pública o para traer a gente de otros países con enfermedades que en sus lugares no se pueden curar.

P.- ¿La identidad religiosa les limita trabajar en la excelencia médica?

R.- No tiene por qué. La consideramos una riqueza. Lo que exige hoy es mucho discernimiento. El Magisterio va evolucionado y la ciencia ha ido aportando datos. No podemos estar cerrados. Y ahora, con el papa Francisco, estamos encantados, porque constantemente nos está empujando. Estamos en un lugar de frontera, en la hospitalidad. Y hay que estar, porque hay instituciones que, no mirando hacia delante, se empequeñecen.

En el nº 2.863 de Vida Nueva.

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