Siria, jaque a los cristianos

guerra en Siria

Siria, jaque a los cristianos [extracto]

CARMEN RENGEL. JERUSALÉN | El sectarismo y la fiereza de la guerra están descomponiendo a la comunidad cristiana en Siria, dos millones de almas, de las cuales un 25% ha escapado del país y de una contienda fratricida en la que EE.UU. están decididos a entrar, si nadie lo remedia.

Las guerras avanzan y, con ellas, evolucionan quienes las sufren. En Siria, el viraje ha sido hacia la descomposición, el estancamiento y la división nacional. Los cristianos, el 10% de la población, unos dos millones de sirios, han pasado en el último año de la resistencia aún esperanzada a la angustia absoluta. La razón es doble: la deriva global del conflicto armado, que deja ya más de 110.000 muertos y dos millones de refugiados según Naciones Unidas, y el sectarismo creciente, que ha relegado al olvido a las manifestaciones por la democracia, superadas por los más de 1.200 grupos opositores identificados por los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, muchos de ellos de corte islamista.

Unos 400.000 cristianos, al menos, han escapado ya del país, más de 1.200 han sido asesinados en estos dos años y medio de conflicto y una cincuentena de iglesias y conventos han sido vandalizados o destruidos. La jerarquía de las 11 confesiones nacionales abomina de un posible golpe occidental para castigar al Gobierno de Bachar El Asad por el supuesto ataque químico perpetrado el 21 de agosto en Ghouta, al este de Damasco, con más de 1.400 fallecidos. Apuesta, en cambio, por la negociación política como salida a la crisis.

oración en el patriarcado melquita-católico de Damasco, vigilia de oración por Siria, 7 septiembre 2013

Oración en el patriarcado melquita-católico de Damasco

La base no es tan unánime. Como todo el pueblo sirio, es un puzle complejo. Hay quien se alinea con el régimen y quien le hace frente. Quien avala el statu quo previo y quien exige que se complete la transición sin Asad. Quien empuña las armas en uno u otro sentido. El poder destructivo de la guerra tiene en jaque a una de las comunidades cristianas más antiguas del mundo.

Especialmente desde enero, los cristianos están siendo el objetivo de milicias como Al Nusra, Al Sham y Estado Islámico de Irak y Levante, ramas extremas de los rebeldes vinculadas con Al Qaeda, que han crecido al calor del desgobierno de la oposición y la llegada de armas del exterior, hasta eclipsar la tarea del Ejército Libre de Siria (ELS), brazo armado del Consejo Nacional Sirio, reconocido por la comunidad internacional como verdadero representante del pueblo. Estos grupos armados, muy potentes en el norte del país, tienen en su ideario original el establecimiento de un califato islámico que no permite la presencia de kafir o infieles en Siria.

“Son una amenaza existencial para los cristianos. Les hacen la vida imposible”, denuncia Nina Shea, directora del Centro para la Libertad Religiosa del Instituto Hudson, que ha asesorado al Congreso de los Estados Unidos sobre la situación de la comunidad en Siria.

La jerarquía de las 11 confesiones nacionales
abomina de un posible golpe occidental
para castigar al Gobierno Asad
por el supuesto ataque químico
y apuesta por la negociación política.
La base no es tan unánime…

Su opinión choca con el informe de Open Doors International –Vulnerability assessments of Syria’s Christians, junio de 2013–, que descarta que los cristianos sean un “objetivo preferente” de los ataques. Los expertos coordinados por Dennis Pastoor sostienen que hay elementos políticos, económicos y étnicos que están por encima de la religión. Si los cristianos son atacados, explican, es porque se concentran en zonas estratégicas disputadas por leales y disidentes, que los “exponen” más al desgaste de la contienda, y porque su situación es “especialmente vulnerable”, ya que su postura sobre el conflicto ha sido de una neutralidad mal entendida por las partes.

Moneda de cambio

Patrick Behrmann, antiguo asesor de seguridad en la Embajada estadounidense en Tel Aviv, explica que hay una “clara relación de causa-efecto” entre el poder de los islamistas y la diáspora cristiana. Por ejemplo, más de 30.000 han escapado de Alepo y al menos 10.000 de Homs, lo que supera el 10% del total de los cristianos en esas ciudades. Pero matiza que no hay una “caza al cristiano”.

“Se está usando a la comunidad por su influencia sobre Occidente, como fuente para lograr dinero, o porque está en un área en disputa, aunque es innegable que se han ejecutado algunas razias religiosas”, precisa. La vertiente económica de su asedio también la defiende la ONG Human Rights Watch, que ha reclamado a los rebeldes que protejan los centros de culto y “cumplan su promesa inicial de atender a todas las minorías”.

“No hay una caza al cristiano.
Se está usando a la comunidad por su influencia sobre Occidente,
como fuente para lograr dinero, o porque está
en un área en disputa, aunque es innegable que
se han ejecutado algunas razias religiosas”.

Sobre el terreno, la casuística se entremezcla. El 4 de septiembre, la ciudad de Maalula, de unos 3.000 habitantes, fue conquistada y bombardeada por Al Nusra. En esta villa se encuentra el monasterio de Santa Tecla, uno de los más venerados de Siria, y en ella se habla aún el arameo, lengua original de Jesús. Monjas citadas por la agencia AP hablan de un ataque suicida en el acceso al pueblo, de tanques y disparos constantes. Más de un centenar de personas se refugiaron en su convento. Poco después, la superiora, Pelagia Sayyaf, afirmaba a Al Jadid –una televisión libanesa– que no habían sido “sometidos al saqueo rebelde”, sino que los milicianos se limitaron a tomar la carretera de acceso, paso estratégico hacia las montañas de Qalamoun, claves para dominar el centro del país. Una ofensiva gubernamental desalojó finalmente a los rebeldes cuatro días más tarde.

El padre Emil Elias, siríaco de Idlib, relata que en su región, hasta Al Bab, la sharia o ley islámica se aplica desde hace un año, dominado como está el terreno por los más extremistas detractores del Gobierno. Las mujeres son obligadas a vestir con abaya, un vestido negro y tupido hasta los pies, y en las calles se leen eslóganes como “Los cristianos a Beirut. Los alauitas, al ataúd”.

Once muertos hubo en Ein Al Ajouz cuando yihadistas dispararon en restaurantes en los que se celebraba la Asunción de la Virgen el mes pasado. Sin embargo, en Deir Al Zour y Homs, los oficios de Semana Santa tuvieron que ser anulados por los bombardeos de las tropas regulares, no de los rebeldes.

refugiados sirios

Más de 400.000 sirios cristianos han abandonado el país

“Orad por los que os persiguen”, rezaba una de las últimas cartas del sacerdote católico François Murad, asesinado en junio en Gassabieh, cerca de Homs, tiroteado supuestamente cuando trataba de proteger a las monjas de su convento. En abril, el jefe de la Iglesia ortodoxa siria en Alepo, el obispo Yohanna Ibrahim, y el de la Iglesia Ortodoxa Griega, Boulos Yaziji, fueron secuestrados por rebeldes cuando iban a Turquía para tratar de mediar en el cautiverio de otros dos religiosos, el sacerdote católico armenio Michel Kayyal y el greco-ortodoxo Maher Mahfouz, desaparecidos en febrero.

Nada se sabe hoy de su estado o su paradero. Ibrahim, dos días antes de ser capturado, decía a la BBC que los cristianos no estaban siendo “especialmente perseguidos”. “Las balas son aleatorias”, insistía. Varios grupos han reivindicado su secuestro y muerte, que no ha podido ser verificada de forma independiente.

Es el mismo caso del jesuita Paolo Dell’Aglio, secuestrado en Raqqa el 29 de junio. Fue expulsado de Siria en 2012, tras 30 años en el país (ver entrevista en Vida Nueva), y había regresado para negociar otra liberación. Las informaciones sobre su muerte se suceden, variando de fuente, día a día. También denunció que el régimen ha sido “muy inteligente” al “usar” a los cristianos en su “propaganda” contra Occidente y su apoyo a los rebeldes.

“Pensamos que esta locura nunca llegaría contra gente tan querida en nuestras comunidades. Estamos afrontando rescates de más de 100.000 euros y eso es insostenible. Creen que somos de la mukhabarat [la policía secreta del régimen]. Solo queda escapar”, se duele Jana Tavitian, armenia exiliada en Beirut y colaboradora de los Comités Locales de Coordinación, un grupo opositor. Es de Qusayr, donde “casi ha desaparecido” su comunidad.

El partido Unión Siríaca y la asociación
Cristianos Sirios por la Democracia rechazan
la imagen de los cristianos como aliados del régimen,
aunque el partido Baaz, históricamente, les diera
algo de poder en el Estado y el mundo empresarial.

El éxodo cristiano tampoco está exento del dolor añadido del sectarismo, porque como confirma el ACNUR, se han producido enfrentamientos con asilados sunníes (casi el 75% de la población en Siria), que sostienen que los cristianos han sido siempre muleta del régimen de Asad, soporte de la poderosa minoría alauí en el Gobierno. Por ahora no se han creado campos de refugiados especiales para los cristianos, pero es una opción, indican en su central de Ammán (Jordania).

Revivir en Turquía

Lo único bueno de la escapada del horror se encuentra en Turquía, donde está reviviendo la comunidad siríaca. Tras la II Guerra Mundial, los cristianos huyeron a Siria y ahora sus descendientes regresan y dan vida a los monasterios abandonados. Su caso es especial. Vivían en el noreste de Siria. Primero fueron sacudidos por los choques entre Gobierno y oposición, y luego ambos se retiraron y los kurdos dominaron la zona. Había una cierta esperanza de estabilidad. Ahora han llegado los islamistas, de nuevo, y han tenido que abandonar sus vidas. La mayoría kurda está colapsando la frontera con Irak, desde donde llegó en 2003 un enorme éxodo de cristianos, ante la guerra contra Saddam Hussein, y que hoy es el espejo en el que los cristianos sirios temen mirarse.

El partido Unión Siríaca y la asociación Cristianos Sirios por la Democracia reconocen que la presión islamista es intensa, “pero son una amenaza tan grande como el tirano Asad”, puntualizan. Rechazan la imagen de los cristianos como aliados del régimen, aunque el partido Baaz, históricamente, les diera algo de poder en el Estado y el mundo empresarial.

líderes religiosos en oración en el patriarcado melquita-católico de Damasco, vigilia de oración por Siria, 7 septiembre 2013

Líderes religiosos sirios se unieron a la vigilia del 7 de septiembre convocada por el Papa

“Estamos presentes en todos los grupos opositores, incluso en algunas milicias armadas para proteger a las comunidades del norte. Nos negamos a que el régimen nos dé derecho solo a adorar a quien queramos. Solo aceptaremos la plena ciudadanía en el Estado sirio”, denuncia Michel Kilo, uno de los opositores más respetados en Occidente. Kilo se indigna ante palabras como las del arzobispo maronita Samir Nassar: “Tenemos que elegir entre dos cálices amargos: morir o escapar”. Lamenta que la jerarquía cristiana esté siendo “inflexible con los rebeldes y cándida con el régimen”.

Las voces más autorizadas en Siria no solo se han opuesto en masa a una intervención militar extranjera, que puede traer consigo un “diluvio destructivo” para Oriente Medio, “la guerra eterna” o “más sangre de inocentes”, sino que culpan a los opositores de este callejón sin salida aparente.

Gregorios III, el patriarca de la Iglesia greco-católica melquita, dice, por ejemplo, que el suministro de armas a los rebeldes es “más peligroso” que el empleo de armas químicas, vetadas por la legislación internacional. Su homólogo de Antioquía, Youssef III Younan, afirma que el apoyo de Occidente a los rebeldes está impidiendo la necesaria “reconciliación”. Todos tienen aún esperanzas de que Asad acometa reformas y pilote una transición democrática.

“Aquí estaremos, sea cual sea el resultado de la guerra. Somos viejos cristianos sirios y sabremos resistir”, aguarda confiada, desde el exilio, la joven Jana.

 

Una rutina insoportable

Las masacres y secuestros ponen el foco de la prensa sobre los cristianos, pero sus rutinas alteradas y su temor diario están solo un grado por debajo en la escala de lo insostenible. El Observatorio Sirio por los Derechos Humanos explica que la “desesperación económica” de los cristianos es importante.

El miedo a salir a la calle en zonas bajo poder islamista les impide abrir sus negocios o ir a trabajar con regularidad. Tampoco los niños van tranquilamente al colegio, en las infraestructuras que aún quedan en pie. Los toques de queda en zonas como Qusayr son más estrictos para los cristianos, denuncia este grupo opositor con sede en Londres.

La ONG Christian AID añade que los refugiados a los que atienden, sobre todo en Líbano, les cuentan que los islamistas les ofrecen cuatro opciones: renunciar a la “idolatría” y unirse al islam, pagar una mordida o jizya por seguir siendo cristianos, escapar o morir. Jana Tavitian, miembro de los Comités Locales de Coordinación, sostiene que esa presión extrema se produce solo en “casos aislados” y que “no se ha podido confirmar” que haya conversiones forzosas.

Los Comités sí han constatado con sus voluntarios sobre el terreno que el patrimonio cristiano “peligra”. La catedral de Homs ha quedado destruida por las bombas del régimen, la sede del Patriarcado melquita ha recibido metralla en los ataques rebeldes al centro histórico de Damasco y el templario Crac de los Caballeros, cuyas murallas tenían ya mellas de los ataques del Ejército, es hoy en parte una base rebelde.

En el nº 2.862 de Vida Nueva.

 

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