La función de los presbíteros en la renovación de la Iglesia

grupo de sacerdotes

Una relectura del decreto conciliar ‘Presbyterorum ordinis’

grupo de sacerdotes

P. IGNASI M. FOSSAS, OSB, prior del Monasterio de Montserrat | En el contexto del Año de la fe y del cincuentenario del inicio del Concilio Vaticano II, proponemos una relectura del decreto Presbyterorum ordinis (PO) sobre el ministerio y la vida de los presbíteros, entretejida con la experiencia del obispo vietnamita François-Xavier Nguyen Van Thuan, que pasó trece años en la cárcel y que, posteriormente, fue presidente del Pontificio Consejo ‘Justicia y Paz’ y cardenal.

El objetivo de la santidad de vida, de la renovación espiritual a la que nos exhorta el Concilio, se podría resumir con la frase de san Pablo en Ga 2, 20: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”.

“Mucho ayudan para conseguir esto las virtudes que con razón se aprecian en el trato social, como son la bondad de corazón, la sinceridad, la fortaleza de alma y la constancia, la asidua preocupación por la justicia, la urbanidad y otras cualidades que recomienda el apóstol Pablo cuando escribe: ‘Pensad en cuanto hay de verdadero, de puro, de justo, de santo, de amable, de laudable, de virtuoso, de digno de alabanza’ (Fil 4, 8)” (PO 3).

Frente al peligro de “perderse en la dispersión” y de la pregunta, a veces angustiada, de cómo conseguir armonizar con éxito la vida interior con la acción externa, PO recuerda que no bastan “ni la ordenación meramente externa de la obra del ministerio (…), ni la sola práctica de los ejercicios de piedad (…). Esta unidad de la vida (…) la pueden organizar, en cambio, los presbíteros, imitando en el cumplimiento de su ministerio el ejemplo de Cristo Señor, cuyo alimento era cumplir la voluntad de Aquel que le envió a completar su obra” (PO 14).

Este proceso de identificación y de configuración con Cristo se puede entender, también, como un proceso, en el Espíritu Santo, de conocimiento mutuo, de diálogo y de amor hacia Aquel que ha entregado la vida por nosotros. “Para cumplir con fidelidad su ministerio, [los presbíteros] gusten cordialmente el coloquio divino con Cristo Señor” (PO 18).

Redescubrir la alegría de la vocación

Creo que es importante, hoy, que los sacerdotes sean testigos de la belleza, de la bondad, de la verdad y de la alegría de nuestra vocación, de nuestro ministerio. Y con eso volvemos a la imagen del fundamento y del contrafuerte.

Esta relación personal con Jesús de Nazaret, el Cristo, debe estar fundamentada en las virtudes teologales que recibimos por la iniciación cristiana, en la fe, la esperanza y el amor, que expresan el inicio en nosotros de la vida divina; una vida divina que se va realizando en nosotros por la manera de vivir el sacramento del orden y que estamos llamados a desplegar plenamente por pura gracia, por puro don, en la alegría indescriptible de la vida sin fin.

La función de los presbíteros en la renovación de la Iglesia [PDF íntegro solo suscriptores]

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En el nº 2.862 de Vida Nueva. Del 14 al 20 de septiembre de 2013

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