Sínodo diocesano en Santiago de Compostela, un impulso a la misión

Sínodo diocesano de Santiago de Compostela. Foto de Miguel Castaño

Barrio a ‘Vida Nueva’: “Espero que se fortalezca la esperanza de vivir una experiencia nueva de comunión eclesial”

Sínodo diocesano de Santiago de Compostela. Foto de Miguel Castaño

JOSÉ RAMÓN AMOR PAN. Fotos: MIGUEL CASTAÑO | Hace casi un año, el arzobispo compostelano convocaba a todos sus diocesanos a celebrar un sínodo. Lo hacía a través de una solemne eucaristía en la catedral y de su carta pastoral Renovarnos desde Cristo, caminando en comunión, en la que, como pórtico y clave de interpretación del sínodo, Julián Barrio situaba estas hermosas palabras del profeta Isaías: “¡Levántate y resplandece, porque llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!” (Is 60, 1).

Y formulaba un pensamiento de amplia proyección: “No parece que la palabra crisis, omnipresente en nuestro vocabulario colectivo, describa solo una situación económica, sino también la de todo un mundo de motivaciones y compromisos, como si la brújula de nuestras conciencias se hubiera desnortado”. Con el inicio del nuevo curso pastoral, esta actividad cobra nuevo vigor y actualidad, una vez que la comisión general del sínodo celebró ya su reunión constitutiva.

Preguntado por Vida Nueva acerca de los motivos que le han llevado a convocar un sínodo diocesano, Barrio dice lo siguiente: “Lo he hecho porque con esta convocatoria espero fortalecer la esperanza de vivir una experiencia nueva de comunión eclesial, corresponsabilidad e impulso de misión con el deseo de responder a la urgencia de la nueva evangelización. En medio de las indiferencias y pasividades en que podemos encontrarnos hay que recordar que es necesario echar el vino nuevo en odres nuevos, y remover las aguas como en la piscina de Betseda para que sean curativas y la diócesis se reafirme como casa de la misericordia”.

La archidiócesis compostelana no celebraba un sínodo desde el año 1909. En 1936, el arzobispo Tomás Muniz Pablos anunció la próxima celebración de uno, pero el proyecto se vio frustrado por el estallido de la Guerra Civil.

Alfonso Novo Cid-Fuentes, secretario general del sínodo, detalla para Vida Nueva cuáles son las fases de esta iniciativa: “Los primeros meses transcurridos desde la convocatoria se han dedicado fundamentalmente a la tarea de información y sensibilización, a la campaña de oración, a la elaboración de un informe sobre la realidad diocesana y a la preparación de las fases siguientes. Ahora nos encontramos en la segunda, que comprende la redacción de los instrumentos de trabajo o documentos base (encargados a cinco comisiones), y su estudio por parte de los grupos sinodales, sobre todo parroquiales, para que formulen propuestas sobre ellos”.

“Si se cumplen los tiempos previstos –sigue–, estos grupos podrían estar trabajando ya a principios del próximo año. Las propuestas que se envíen serán analizadas por las comisiones pertinentes para la elaboración de los documentos que serán sometidos a la asamblea sinodal, que es la que tiene el cometido de aprobar las conclusiones que se presentarán al arzobispo para su promulgación, si lo considera oportuno. Esta asamblea sinodal podría celebrarse, según se vayan cumpliendo los plazos, a finales del año que viene, o en el primer semestre del 2015.”

Dar voz a todo el Pueblo de Dios

Preguntado acerca del significado de un sínodo diocesano, este sacerdote y profesor del Instituto Teológico Compostelano responde: “Aunque la responsabilidad legislativa recae únicamente en el obispo diocesano, el sínodo da voz, o al menos eso se pretende, a todo el Pueblo de Dios, pues ni la inteligencia, ni la percepción de la realidad, ni la capacidad de proponer caminos de evangelización y de comunión eclesial, ni la mente organizativa, ni, en última instancia, el Espíritu Santo son patrimonio exclusivo del ministerio episcopal. La sinodalidad, como estructura fundamental de la Iglesia, es expresión de la convicción de que todo el pueblo cristiano participa del ministerio profético, regio y sacerdotal de Cristo”.

Y añade: “Por supuesto, no vamos a ser tan ingenuos como para ignorar que también hay resistencias, inercias, intereses creados y otras manifestaciones del egoísmo humano tanto en los pastores como en los fieles laicos. Por eso es importante que tanto unos como otros adoptemos una actitud sincera y humilde de escucha a la Palabra de Dios y a las palabras de los hombres, incluso no creyentes, para ser cada vez más fieles a la misión que como Iglesia hemos recibido”.

En el nº 2.862 de Vida Nueva.

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