Francisco ya tiene a su mano derecha: Pietro Parolin

Pietro Parolin, nuevo secretario de Estado del Vaticano

El arzobispo italiano sustituye a Bertone en una Secretaría de Estado con menos poder

Pietro Parolin, nuevo secretario de Estado del Vaticano

Pietro Parolin, la nueva mano derecha de Francisco [extracto]

ANTONIO PELAYO. ROMA | Era una de las noticias más esperadas desde el inicio del pontificado y, por fin, llegó el sábado 30 de agosto, un poco antes de lo que habían sugerido algunas filtraciones no del todo inocentes. La daba el bolletino de la Sala de Prensa con estas breves líneas: “El Santo Padre Francisco ha aceptado, de acuerdo con el canon 354 del Código de Derecho Canónico, la dimisión de Su Eminencia el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, pidiéndole, sin embargo, que permanezca en el cargo hasta el 15 de octubre de 2013 con todas las facultades inherentes a dicha función. Al mismo tiempo, ha nombrado a Su Excelencia monseñor Pietro Parolin, nuncio apostólico en Venezuela, como nuevo secretario de Estado. Tomará posesión de su función el 15 de octubre de 2013. Con dicha ocasión, Su Santidad recibirá en audiencia a los superiores y oficiales de la Secretaría de Estado para agradecer públicamente al cardenal Tarcisio Bertone su fiel y generoso servicio a la Santa Sede y para presentarles al nuevo secretario de Estado”.

El relevo en la Secretaría de Estado es la primera gran decisión del Papa para el gobierno de la Iglesia universal, y un paso decisivo para un nuevo diseño de la Curia romana en el que, probablemente, la Secretaría de Estado “perderá peso” (actualmente trabajan en ella unas 300 personas), centrándose en la redefinición de la presencia eclesial en la esfera mundial.

Ese mismo día también se hizo público que el Papa confirmaba en sus respectivos cargos a Giovanni A. Becciu, sustituto para los Asuntos Generales; Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados; Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia; Peter Wells, asesor para los Asuntos Generales; y Antoine Camilleri, vicesecretario para las Relaciones con los Estados. Esta confirmación no debe ser interpretada como una decisión de continuidad de la política hasta ahora seguida, sino como una garantía de libertad del nuevo secretario de Estado para elegir a sus colaboradores cuando lo estime oportuno.

Polémica gestión de Bertone

Según hemos podido reconstruir, el Papa daba por descontada desde el principio la sustitución de Bertone por muchas y sólidas razones; la primera de ellas, la edad (el purpurado cumplirá 79 años el próximo 2 de diciembre). A este dato biográfico se unía la necesidad de prescindir de un hombre al que muchos habían considerado responsable de algunos desaciertos graves en la gestión de asuntos tan delicados como los económico-financieros de la Santa Sede y que había cedido a la tentación del nepotismo por una parte y, por otra, a la persecución y alejamiento de las personas que consideraba enemigas o poco adictas a su persona.

Téngase en cuenta, además, que durante la congregaciones generales previas al cónclave, Bertone fue objeto de ataques y críticas muy duras por parte de algunos cardenales y que, después de su elección, al nuevo Papa le habían llegado numerosas peticiones para que cambiara lo antes posible a su principal colaborador. La última la hizo, durante la celebración de la JMJ de Río de Janeiro, el arzobispo de Nueva York, el cardenal Timothy Dolan, en unas declaraciones muy explícitas al National Catholic Reporter.

Una fuente cualificada asegura que, precisamente durante la estancia en Río, Bergoglio le comunicó a Bertone su decisión; el cardenal aceptó, como era lógico suponer, pero intentó que el Papa retrasase la fecha hasta diciembre. Solo obtuvo una demora más breve –hasta el 15 de octubre–, que le permitirá presidir la magna peregrinación al santuario de Fátima, prevista para los días 12 y 13 de octubre.

Con qué ánimo el religioso salesiano abandona el cargo que ha desempeñado desde 2006, lo dejó bien claro el 1 de septiembre en la ciudad siciliana de Siracusa, donde había acudido para celebrar los 60 años de la famosa lacrimación de una estatua de la Virgen.

“El balance de estos siete años yo lo veo positivo –confesó a los periodistas–; naturalmente, ha habido muchos problemas, especialmente en los últimos dos años; han volcado sobre mí algunas acusaciones un grupo de cuervos y de víboras, pero esto no debe ofuscar lo que yo considero un balance positivo”.

papa Francisco y cardenal Tarcisio Bertone junio 2013

Bertone y el Papa, el pasado mes de junio

“A veces se hacen balances viciados por los prejuicios –añadió Bertone–. He dado siempre todo, pero ciertamente tengo mis defectos. Si ahora tuviera que repensar algunos momentos, habría reaccionado de otra manera. Pero esto no quiere decir que no se haya buscado servir a la Iglesia. Un balance honesto no puede no tener en cuenta el hecho de que el secretario de Estado es el primer colaborador del Papa, un ejecutor leal y fiel de las tareas que se le confían. Así lo hecho y así lo haré”.

Sin citar nombres concretos, el cardenal prosiguió así su sibilina defensa: “Por una parte, parece que el secretario de Estado decide y controla todo, pero no es así. Ha habido asuntos que se nos han escapado porque algunos problemas estaban como ‘sellados’ dentro de la gestión de algunas personas que no se ponían en contacto con la Secretaría de Estado”. [A RAS DE SUELO: La suerte de Bertone]

Sustituto llegado de Caracas

Desde hace meses, circulaban por los pasillos vaticanos listas de posibles secretarios de Estado; muchos suponían que el más indicado para dicho puesto sería el cardenal Giuseppe Bertello, actual presidente de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano, pero se citaban otros nombres de varios cardenales (el de Óscar Rodríguez Madariaga, por ejemplo) y nuncios apostólicos.

Entre estos últimos, el de Pietro Parolin, nuncio desde el 17 de agosto de 2009 en Caracas. Se da como seguro que fue uno de los nuncios recibidos por el Papa en audiencia privada cuando acudieron a Roma en junio de este año todos los representantes pontificios en los diversos países.

Ambos ya se conocían de antes, pero, en esa conversación, intercambiaron informaciones e ideas que debieron reforzar la intención papal de escogerlo para tan delicada misión. También se me ha asegurado que algunos de sus “colegas” le sugirieron a Bergoglio su nombre, cubriéndole de elogios.

Pietro Parolin nació en Schiavon (2.600 habitantes), provincia de Vicenza, el 17 de enero de 1955; este véneto tiene por lo tanto 58 años y es el más joven secretario de Estado desde que ocupase dicho cargo Eugenio Pacelli, el futuro Pío XII, con 54, y antes, el español Rafael Merry del Val, con solo 38.

Las primeras etapas de su vida se desarrollan en el seno de una familia profundamente cristiana y de clase media (el padre, muerto prematuramente en un accidente, trabajaba en un taller, y la madre era maestra de escuela). “Era un niño muy vivaz –dice su madre, Ada, de 85 años–, y desde muy pequeño dio signos de su vocación; es como si lo hubiese sabido desde siempre”.

Entró en el seminario de Vicenza y fue ordenado sacerdote el 27 de abril de 1980. Su obispo le mandó a Roma a estudiar Derecho Canónico y, en 1986, después de haber obtenido en la Universidad Gregoriana el doctorado en dicha materia con una tesis sobre el Sínodo de los Obispos, fue llamado a formar parte del servicio diplomático de la Santa Sede. Sus primeros destinos fueron las nunciaturas de Nigeria y de México, hasta que en 1992 fue convocado a Roma para integrarse en el equipo de la sección responsable de las Relaciones con los Estados.

Pietro Parolin, nuevo secretario de Estado del Vaticano, el día de su ordenación como arzobispo

Parolin en 2009, el día de su ordenación como arzobispo

El 30 de noviembre de 2002 fue nombrado vicesecretario de la misma, siendo secretario de Estado el cardenal Angelo Sodano. En dicho cargo se mantuvo siete años, hasta que en 2009 fue enviado como representante del Papa a la Venezuela de Hugo Chávez; su gestión en tan delicado puesto fue modélica, limando en todo lo posible los roces con el poder político y favoreciendo el acercamiento entre la Iglesia y el Estado.

Parolin ha servido a tres papas –Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco–, a tres secretarios de Estado –Agostino Casaroli, Angelo Sodano y Tarcisio Bertone– y a cuatro “ministros” vaticanos de Asuntos Exteriores. Es un experto en algunos de los más delicados dossiers de la política exterior de la Santa Sede; baste citar su conocimiento y su experiencia concreta en las relaciones y negociaciones con Vietnam y China, países que ha visitado más de una vez en misiones especiales. Y lo mismo se puede decir de Oriente Medio.

Es, pues, un diplomático de cuerpo entero, pero con una sensibilidad pastoral aguda y con una capacidad de diálogo envidiable. Todos los que hemos tenido la posibilidad de conocerle y de tratarle personalmente podemos asegurar que no tiene ninguna de esas ínfulas que caracterizan a algunos de sus compañeros de servicio.

Apenas hecho público su nombramiento, Parolin hizo una declaración en la que, después de gradecer la “inmerecida confianza” puesta en él por el Papa, afirma: “Siento viva la gracia de esta llamada que, una vez más, constituye una sorpresa de Dios en mi vida y, sobre todo, siento toda su responsabilidad, porque se me confía una misión comprometedora y exigente, frente a la cual mis fuerzas son débiles y pobres mis capacidades. Por eso me confío al amor misericordioso del Señor, del cual nunca nadie podrá separarnos [ese es el lema de su escudo episcopal], y a las oraciones de todos. (…) Me dispongo, con temor, pero también con confianza y serenidad, en este nuevo servicio al Evangelio, a la Iglesia y al Papa, a caminar, edificar, construir y confesar”.[LA CRÓNICA DEL DIRECTOR: La necesidad de una mirada más abierta en Roma]

guerra en SiriaMenos importante, sin duda, que el del secretario de Estado es el cargo de secretario general del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, vacante desde la semana pasada por el cese del bertoniano Giuseppe Sciacca (que había sucedido al defenestrado Carlo Maria Viganò). Para sustituirle, el Santo Padre ha nombrado a Fernando Vérgez Alzaga, un sacerdote salmantino de 68 años, legionario de Cristo y durante varios años secretario personal del cardenal Eduardo Pironio.

Vigilia por la paz en Siria

Más allá de la reestructuración de la Curia, el Pontífice ha centrado gran parte de su atención en la dramática situación que se vive en Siria, a la que se ha referido en numerosas ocasiones durante las últimas semanas. La última, con ocasión de la audiencia concedida al rey de Jordania, Abdullah II, con su esposa, la reina Rania, el 29 de agosto.

Pero, por si todas sus llamadas al diálogo y a la negociación no fuesen suficientes, el domingo 1 de septiembre anunció la celebración, este sábado 7, de una jornada de oración y ayuno “para implorar de Dios el gran don [de la paz] para la amada nación siria y para todas las situaciones de conflicto y de violencia en el mundo”. Entre las siete de la tarde y las doce de la noche, el Papa se reunirá en la Plaza de San Pedro con todos los fieles que lo deseen para celebrar una vigilia de oración y penitencia.

Ese mismo domingo 1, a la hora del Angelus, Bergoglio utilizó palabras muy vehementes para hacerse intérprete del “grito que, con creciente angustia, se levanta en todas las partes de la tierra, en todos los pueblos, en cada corazón, en la única gran familia que es la humanidad: ¡el grito de la paz!”.guerra en Siria

Poco más adelante, declaró que su corazón “está profundamente herido por lo que está sucediendo en Siria y angustiado por la dramática evolución que se está produciendo”.

“Hago un fuerte llamamiento a la paz –prosiguió–, un llamamiento que nace de lo más profundo de mí mismo. ¡Cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor ha ocasionado y ocasiona el uso de las armas en ese atormentado país, especialmente entre la población civil inerme! Pensemos: cuántos niños no podrán ver la luz del futuro. Condeno con especial firmeza el uso de las armas químicas. Les digo que todavía tengo fijas en la mente y en el corazón las terribles imágenes de los días pasados. Hay un juicio de Dios y un juicio de la historia sobre nuestras acciones, del que no se puede escapar. El uso de la violencia nunca trae la paz. ¡La guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia!”.

Además, en su cuenta oficial de Twitter, el pontífice argentino recuperó el grito de Pablo VI en su histórico discurso, el 4 de octubre de 1965, en la sede de la ONU: “¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra!”.

Y es que no cabe duda de que la situación es ciertamente difícil y puede degenerar en una confrontación que vaya mucho más allá de su territorio nacional, tal y como lo ha reconocido recientemente Mario Toso, secretario del Consejo Pontificio Justicia y Paz: “El conflicto de Siria contiene todos los ingredientes para explotar en una guerra de dimensiones mundiales”. Todas las nunciaturas tienen orden de movilizarse al máximo para hacer llegar a los gobiernos interesados la preocupación de la Santa Sede por la peligrosa deriva de la cuestión siria.

“Lo repito alto y fuerte –concluyó el papa Francisco con gran energía su alegato–, no es la cultura de la confrontación, la cultura del conflicto la que construye la convivencia entre los pueblos, sino esta: la cultura del encuentro, del diálogo; este es el único camino para la paz”.

En el nº 2.861 de Vida Nueva.

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