Los hermanos musulmanes

Hace falta formación para respetar las creencias distintas

 

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No me refiero con este título a los que ahora se debaten por el poder en Egipto. Me refiero a todos los musulmanes que integran uno de los grupos religiosos más numerosos del mundo, después del cristianismo. Ellos son nuestros hermanos pues como nosotros los cristianos también son hijos de Abraham.

Como leemos en libro del Génesis, Abraham tuvo dos hijos: Isaac e Ismael. Este último aunque hijo de la esclava fue hecho por Dios el Padre de un gran pueblo. “En cuanto al hijo de la esclava, yo haré que también de él salga una gran nación, porque es hijo tuyo” (Gn. 21,13).

Este pueblo tiene un gran profeta que es Muhammad (Mahoma). En cualquier publicación que se aborda su persona, su nombre es seguido por la frase “la paz y las bendiciones sean con él”, en señal de respeto y admiración. Es el depositario de una revelación de Dios que le llegó por medio del  arcángel Gabriel y que se ha publicado como el libro sagrado del Islam con el nombre del Corán.

Los musulmanes no son muchos en Colombia pero han comenzado a tener alguna incidencia en la vida del país. Sobre todo en la costa Caribe. Allí se tiene la mezquita más grande en Maicao.

Ahora también en Bogotá vamos a tener un lugar sagrado donde sin duda los musulmanes van a reunirse para expresar a Dios su gratitud con la oración. Es importante resaltar la belleza de este edificio en el que sobresale una torre que se llama “el minarete” y que se emplea para llamar a los creyentes a la oración. Probablemente no sea utilizado en estos tiempos de las altas tecnologías de la comunicación para este fin pero su significado se mantiene como el de una voz más que se eleva a las alturas para decirle a Dios que se confía en Él.

El papa Francisco este año con ocasión de la celebración del Ramadán ha enviado un mensaje a todos los musulmanes del mundo, que en otros tiempos era enviado por el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. “He decidido firmar y enviar yo mismo este mensaje queridos amigos, como una expresión de estima y de amistad hacia todos los musulmanes, especialmente hacia sus jefes religiosos”.

En este contexto de violencia que se vive en el Medio Oriente el Santo Padre no duda en colocar como tema central de su mensaje el de “la promoción del respeto mutuo a través de la educación”. Y en verdad sí que nos hace falta formación para aprender a respetar las creencias distintas a las nuestras. La tendencia a querer sólo reconocer lo que nosotros tenemos como valioso, en el caso de los que seguimos a Jesús por ejemplo el Evangelio, nos lleva muchas veces a desconocer lo valioso de otras formas de creer. Aunque también se da en la vía contraria. Cuántos fanatismos tenemos que soportar los católicos en Colombia y en otras latitudes. Y lo malo es que esto ha llevado en muchas ocasiones a la violencia.

Posiblemente por esto en el mensaje papal se dice con claridad: “Lo que nosotros estamos llamados a respetar en cada persona, es en primer lugar su vida, su integridad física, su dignidad con los derechos que de ella se desprenden, su reputación, su patrimonio, su identidad  étnica y cultural, sus ideas y sus opciones políticas”. Es decir que no podemos ignorar el valor del otro, de lo otro. Y como para que quede claro dice más adelante: “Lo que estamos llamados a respetar es la religión del otro, sus enseñanzas, sus símbolos y sus valores. Es por esto que se reservará un respeto particular por los jefes religiosos y los lugares de culto”. Con esta palabra me vienen a la mente las imágenes que se han mostrado en estos días en las noticias que dan cuenta del conflicto en Egipto: iglesias destruidas, líderes de distintas denominaciones cristianas, sobre todo Coptos, amenazados, y aún asesinados. Se sabe que detrás de todo esto no hay intereses religiosos sino políticos. ¿Hasta cuándo esta indeterminación entre lo religioso y lo político nos va a perseguir?

En estos tiempos de vientos y tambores de paz, qué bueno poder saludar a los hermanos musulmanes que viven en Colombia, muchos de ellos nuestros paisanos, y con las mismas palabras del Pontífice decirles: “nuestros mejores votos y oraciones porque sus vidas puedan seguir glorificando al Muy Alto, y aportando la alegría alrededor de todos…”. y sobre todo en nuestra patria puedan aportarle a la paz y a la sana convivencia.

TEXTO: Fray Mario Rafael Toro Puerta, OFM.

Foto: ABUK BAKER 

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