La Semana Misionera

FELIPE MONROY. RÍO DE JANEIRO

 

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Antes de iniciar formalmente la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Río de Janeiro, Brasil, con la presencia del papa Francisco, cientos de miles de jóvenes provenientes de diversos países del mundo participaron del 17 al 20 de julio en la denominada Semana Misionera, un encuentro concreto entre los jóvenes católicos con la realidad pastoral local.

Fueron momentos de preparación para los acontecimientos de la JMJ, un proceso de inculturación espiritual de los jóvenes del mundo en la realidad brasileña. La Semana Misionera, también conocida como ‘Pre-Jornada’, destacó por la serie de actividades litúrgicas, solidarias, misioneras y culturales en las localidades diocesanas; fue incentivada desde la Comisión Especial de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) y el Comité Organizador Local (COL). Desplegó 12.000 unidades de encuentro en las parroquias de las 276 diócesis brasileras, familias, parroquias y casas de congregaciones religiosas que recibieron a los jóvenes peregrinos, que se trasladaron, principalmente, desde los países del continente americano.

Según el sacerdote Carlos Sávio Costa, asesor nacional de la Comisión para la Juventud de la CNBB, la Semana Misionera logró reunir a los jóvenes peregrinos entorno a la identidad religiosa local. El objetivo ha sido “que los jóvenes participantes y las comunidades que los recibieron hayan logrado vivir un encuentro personal con Cristo y que vivieran esta experiencia como una verdadera Iglesia católica, hermanada en ministerio y comunión”.

Un grupo de mexicanos, peruanos y ecuatorianos en Nova Friburgo, por ejemplo, fueron asistidos por el obispo Edney Gouvêa Mattoso y, junto a los catequistas locales, visitaron los barrios empobrecidos e intervinieron solidariamente con la asociación Casa de los Pobres en la zona de Niteroi, al este de Río.

Hospitalidad

En otra comunidad, en Petrópolis, casi 2.000 jóvenes de El Salvador, Guatemala, Filipinas, Venezuela y Colombia se congregaron en torno a la parroquia de Guapimirim para participar en una misa de acción de gracias tras la experiencia de la Semana Misionera. Allí se destacó la hospitalidad de las familias brasileñas para hospedar a los jóvenes en sus casas y las prácticas como Operadores de Paz que podrán ser de utilidad en sus países de origen.

El obispo auxiliar de Belo Horizonte, João Justino de Medeiros Silva, despidió a los peregrinos de Argentina y México antes de que éstos continuaran su viaje a Río: “Vuelvan a sus casas llevándose lo mejor de aquí; que que la experiencia que aquí aprendieron pueda ser compartida con otros jóvenes”.

Pero no sólo extranjeros vivieron esta experiencia misionera, los jóvenes brasileños también tuvieron una activa participación en la Pre-Jornada. Se trata de una generación de jóvenes que reconoce la tendencia a la baja del catolicismo en Brasil pero que confirma su credo, su opción cristiana desde el ejercicio de la caridad y la solidaridad.

Según las estadísticas actuales, en Brasil –el país con más católicos en el mundo– sólo el 44,2% de los jóvenes entre 16 y 24 años declaró ser católico, el 37,6% dijo pertenecer a una comunidad evangélica y el 11,5% afirmó no tener religión alguna. El censo de población del 2010 indicó que el 63% de los jóvenes consultados se declaraba aún católicos.

La misa de clausura de la Semana Misionera más nutrida, aconteció en la arquidiócesis de São Paulo. Convocó a más de 30 mil jóvenes en la Plaza Héroes de FEB, en la zona norte de la ciudad. La celebración fue presidida por el cardenal Odilo Pedro Scherer, arzobispo metropolitano, concelebrada con el cardenal de Madrid (España), Antonio María Rouco Varela, decenas de obispos y sacerdotes. En su mensaje, el cardenal Odilo recordó las palabras del papa Juan Pablo II: “Ustedes son el rostro joven de la Iglesia, centinelas del mañana. En sus manos la Iglesia pone, desde ahora, el precioso tesoro de la fe”.

Tan sólo la Semana Misionera en São Paulo alojó a 10.000 peregrinos provenientes de 54 países del mundo. Ernest, originario de Zambia comentó que el encuentro con los jóvenes del Brasil y de otras partes del mundo fue revelador: “Mi fe fue creciendo y procuraré que continúe haciéndolo allá en Zambia. Aunque todos los que participamos hablamos diferentes idiomas, creo que en estos días sólo usamos una sencilla y única lengua: Dios es amor”.

El gobernador de São Paulo, Geraldo Alckmin, también participó en la misa de clausura y reconoció que la ciudad nació hace 400 años con la fundación de la capilla de los jesuitas, el beato José de Anchieta y el religioso Manuel da Nóbrega: “La gente se encuentra feliz, con entusiasmo. La alegría de los jóvenes es evidente y necesaria para construir un mundo con más paz y más fraternidad”.

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