Brasil y Francisco

Jornal-Brasil-em-Folhas

Eduardo Mendes, un taxista de 60 años que trabaja en Niteroi (cerca de Río de Janeiro), comentaba que dejó la Iglesia católica cuando era joven, para pasarse a la Iglesia bautista. El motivo: “la carencia de espacios de diálogo en una estructura rígida que no tenía presente lo que acontecía en el corazón de la gente”. Ahora, cuando –según Datafolha– el “57% de los brasileros mayores de 16 años se dicen católicos”, Eduardo afirma que él nunca se hubiera apartado del catolicismo en una Iglesia con el estilo Francisco, que “se acerca y comprende a la gente”, como lo ha hecho en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

El día anterior a su llegada a Río, mientras que los jóvenes peregrinos concluían la “Semana Misionera”, la prensa local analizaba el impacto y el significado que podría tener la visita de Jorge Mario Bergoglio “entre bendiciones y protestas”, como titulaba O Globo.

Francisco-SiluetaEn su editorial, Folha de São Paulo destacaba, la disminución del porcentaje de católicos en el Brasil, que desde Aparecida (2007) hasta hoy registra un descenso del 10,94%, con el agravante de que “además de menor, es una Iglesia sin grandes referentes”, si se compara con la generación de dom Hélder Câmara y dom Paulo Evaristo Arns, que “se hacían presentes en los debates nacionales”.

El cardenal Raimundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida y presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) se mostraba optimista al declarar que “la visita del Papa dará nuevo ánimo a la evangelización de la juventud, que ha merecido la atención especial de la Iglesia en el Brasil en los últimos años”, aunque también reconocía su preocupación por aquellos que se alejaron de sus comunidades porque ya no sienten la necesidad de la mediación de la Iglesia para vivir y testimoniar su fe.

Más allá de las cifras y de las coyunturas que sacudían el escenario político-eclesial de Brasil a la llegada de Francisco, otras eran las miradas y las inquietudes de los jóvenes que desde hacía varios meses venían colaborando en el Comité de Organización Local (COL). El chileno Rodrigo Arrieta, quien se había integrado al COL en mayo, no daba crédito a quienes especulaban sobre el impacto que podrían tener las movilizaciones sociales con motivo de la visita del Papa a Brasil porque, sencillamente, “los costos de la JMJ no han involucrado enormes cantidades de dineros públicos, como sí ha ocurrido con la Copa Confederaciones y con los eventos que se avecinan”.

Desde otro punto de vista, Paula García, que había viajado desde Colombia en febrero para apoyar la coordinación de algunas actividades que harían parte del Festival de la Juventud, experimentó que “la inesperada renuncia de Benedicto XVI trajo consigo incertidumbres y expectativas frente al sucesor que, en últimas, sería quien acudiría a la cita mundial con la juventud”. La transición del obispo de Roma situó a los organizadores ante una inusitada coyuntura: trabajaban para una Jornada que en un momento dado no tenía Papa y que luego vio nacer a Francisco, con sus gestos de sencillez y sus inquietantes palabras.

Por otra parte, prever una jornada con Francisco a bordo cambió la programación, que en un comienzo había considerado las limitaciones de movilidad de Benedicto XVI. A los “actos centrales” se adicionaron algunos “actos especiales”: la peregrinación al santuario nacional de Nuestra Señora de Aparecida, la inauguración de un ala para tratamiento de jóvenes drogo-dependientes en el Hospital San Francisco, la visita a la comunidad de Varginha (una favela que se ubica en el sector de Manguinhos), y el encuentro con los representantes del CELAM, además de otras reuniones breves con líderes y autoridades civiles. Han sido signos que hablan de la juventud de Francisco, a pesar de sus 76 años, se escuchaba por aquellos días en el Centro de Prensa de Copacabana, que albergaba a 6.000 periodistas de todo el mundo.

Walmyr Junior, asesor de la Pastoral Juvenil de Río que hizo parte del equipo logístico de comunicaciones durante la JMJ, confirmó esta percepción: “con Francisco toda la coyuntura cambió. Antes la Iglesia estaba muy preocupada por la cuestión del culto. Francisco ha propuesto a la juventud un mensaje más liberador y renovador, que invita al joven a participar en la transformación de la sociedad a la manera de Jesús, sin perder la fe”.

Quien ha participado en al menos una JMJ sabe que aunque el mensaje del Evangelio es el mismo, las realidades cambian y los medio se renuevan. Con su presencia en Río de Janeiro, Bergoglio confirmó que “los jóvenes son la juventud de la Iglesia”, y los jóvenes, por su parte, comprobaron que el Papa les está enseñando que el rostro de Dios es joven también.

Sendas e itinerarios de fe

JMJ-CampinasMás de 600 actividades hicieron parte del abanico de opciones que ofreció el Festival de la Juventud a los jóvenes que peregrinaron desde 175 países para vivir la Jornada Mundial de la Juventud en Río. Además de música, danza, teatro, exposiciones y cine, dos novedades merecieron la atención de los jóvenes: las “sendas” o caminatas ecológicas y los “itinerarios de fe”. 

Aprovechando la belleza particular que rodea a Río, las “sendas” permitieron que los peregrinos encontraran a Dios en la naturaleza, en montañas, islas y otras zonas cariocas, con el apoyo del movimiento Scout de Brasil. 

Los “itinerarios de fe” favorecieron aproximaciones histórico-culturales a 34 iglesias del centro histórico de Río y de Niteroi, con la participación de tres universidades y el apoyo de un cualificado equipo de voluntarios y voluntarias.

Compartir