Francisco: “Y tú, ¿como quién eres? ¿Como Pilato, como el Cireneo, como María?”

via crucis de la JMJ Río 2013

El Papa preside el teatral, musical y colorido Vía Crucis de la JMJ de Río

via crucis de la JMJ Río 2013

Representación de una de las estaciones del Vía Crucis

MIGUEL ÁNGEL MORENO | Francisco y más de un millón de jóvenes reunidos en la playa de Copacabana recorrieron el camino de Jesucristo hacia la Cruz, el Vía Crucis, el viernes 26 de julio, a las 18:00 hora local (23:00 en España). Ha sido una representación marcada por la influencia de la música y el color, a la vez que por la búsqueda de hacer visibles varias problemáticas sociales como la exclusión, la drogodependencia, los jóvenes en prisión, la enfermedad o la discapacidad.

“Y tú, ¿como quién eres? ¿Como Pilato, como el Cireneo, como María?”, preguntó el Papa a los jóvenes al concluir el Vía Crucis, en una reflexión final en la que presentó tres actitudes: la del gobernador romano que no tiene “la valentía de ir contracorriente para salvar la vida de Jesús” y se lava las manos; la del hombre justo que ayuda “a cargar el madero”; o la de María y las mujeres, que “no tienen miedo de acompañar a Jesús hasta el final”.

“Jesús te está mirando ahora, y te está diciendo: ¿me quieres ayudar a llevar la cruz? Hermano y hermana, con toda la fuerza de joven, ¿qué le contestas?”, dijo el Pontífice.

Un “vía crucis” previo

Aunque el Vía Crucis aún no había empezado, las estaciones para Francisco se presentaron antes siquiera de llegar al escenario de la playa de Copacabana, en el trayecto en el que el Papa recorrió la Avenida Atlántica de Río de Janeiro, parando varias veces para saludar a personas discapacitadas, besar niños, recibir pequeños regalos e incluso para bendecir una estatua de san Francisco con la que le obsequiaban.

En la llegada al estrado, un momento muy significativo, al menos para los españoles, fue el saludo al cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, en el que pareció adivinarse la intención del Santo Padre de reconfortar al prelado, conocido el terrible accidente ferroviario en Santiago de Compostela, sucedido hace dos días.via crucis de la JMJ Río 2013

Las estaciones de los jóvenes

Llevada por un grupo de jóvenes vestidos de blanco y precedida por un grupo de monaguillos con incensarios, la Cruz fue pasando por las estaciones del Vía Crucis, seguida por las banderas de los distintos países. A cada recorrido entre estación y estación, los jóvenes agitaban unas carracas para indicar la puesta en marcha del Crucificado.

En la primera estación, el joven misionero que comentaba la estación recordaba a todos los “inocentes que todos los días son condenados”; mientras que en la segunda varios jóvenes llevaban distintas cruces con las faltas del mundo, y la joven que comentaba la estación hacía un propósito común: “Llevaré tu cruz en mi pecho y tu sufrimiento en tu corazón”, dijo.

La tercera estación trajo la reflexión respecto a uno de los dramas que Francisco ya había denunciado previamente: el narcotráfico y la dependencia de las drogas, situaciones de las que ya tuvo tiempo de hablar el Papa en su visita al Hospital São Francisco de Assis na Providência.

A continuación, la mirada de Jesús a su madre llevó a los jóvenes a tratar el tema del derecho a la vida en la cuarta estación: “Aquel intercambio silencioso de miradas dice más que cualquier discurso o palabra. El dolor de hijo es el de la madre”, dijo una joven.via crucis de la JMJ Río 2013

Denuncia social

En la quinta estación, la del Cireneo que ayuda a Jesús, un seminarista intervino para pedir a Cristo “aceptar el peso de la cruz”; mientras que en la sexta fue una mujer consagrada quien denunció el sufrimiento de las víctimas de “la cultura de la muerte”: las prostitutas, los jóvenes sin trabajo, los migrantes: “Al enjugar estas lágrimas, veo tu rostro, se estampa en el lienzo de mi solidaridad”, agregó.

Unos obreros en el trabajo representaron la séptima estación, la de la segunda caída de Jesús, en la cual una pareja de novios pidió a Cristo que les concediera construir su relación “por los cimientos y no por el techo”, aprendiendo que “cada decisión requiere renuncia”.

El dolor, representado por unas mujeres con unas plantas, fue el tema de la octava estación, en la que Cristo consuela a las mujeres. “Enséñame a que, en el momento del dolor, más que hablar de Dios es bueno hablar con Dios. La oración es más que la explicación”

Sobre las redes sociales

El mundo del conocimiento y las redes sociales protagonizaron la novena y décima estaciones. La novena tuvo como protagonistas a un grupo de personas en silla de ruedas, y a un orador preocupado por el conocimiento que aparta lo trascendente.

A continuación, un joven representaba a Cristo ensangrentado y despojado de sus vestiduras, al tiempo que otro reflexionaba sobre los peligros y las oportunidades de las redes sociales y el “continente digital”. “Sé que las redes sociales permiten construir verdaderas relaciones. Pero exigen cuidado para no convertirme en rehén de las fuerzas que quitan al hombre su identidad”, reflexionaba.via crucis de la JMJ Río 2013

Un grupo de hombres y mujeres de negocio presentaban la undécima estación, en la que un joven que participa en la pastoral penitenciaria recordaba las palabras de Juan Pablo II: “la peor prisión es un corazón cerrado”, y daba las gracias a un Dios que “con sus brazos abiertos acoge a todos”.

La muerte de Cristo fue representada por una sala de urgencias en un hospital, atravesada por rayos de luz que marcaban el deceso. Un hombre enfermo dedicó su meditación al paso de la Cruz: “La enfermedad es mi plenitud. La esperanza de que estés conmigo hace que cada minuto merezca la pena”

“Escucho tu voz en mi corazón”

El descendimiento de Jesús mostró una de las estaciones más bonitas de todo el recorrido, con una “Piedad” viviente, enmarcada por un escenario de colores rojizos y con gotas de sangre rojas cayendo del techo como lágrimas. La encargada de meditar fue una joven sorda: “No puedo oír con los oídos, pero escucho tu voz en mi corazón. Al mirarte bajo la cruz posado en el regazo de tu madre, siento que todos los discursos son insuficientes, y no es necesaria una sola palabra”.

La llegada al escenario donde Francisco, pensativo y orante durante todo el recorrido de la Cruz, fue la decimocuarta estación, en la que la Cruz de los Jóvenes fue presentada frente al Papa por los miembros de la Marina brasileña y meditaron de forma compartida jóvenes de todos los rincones del planeta, pidiendo por las circunstancias del cristianismo en cada lugar.

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Afectuoso abrazo del papa Francisco al cardenal de Madrid

“¿Qué han dejado ustedes en la cruz?”

El Papa recibió la Cruz y realizó la oración con la que cerraba el Via Crucis, para a continuación dirigirse a los jóvenes congregados en Copacabana. En su reflexión, Francisco planteó tres preguntas: “¿Qué han dejado ustedes en la cruz de Jesús?”; “¿Qué ha dejado la cruz en cada uno de ustedes?” y “¿Qué nos enseña esta cruz en nuestras vidas?”.

Francisco enfatizó que en su crucifixión, Jesús “carga nuestros miedos, problemas y sufrimientos”, uniéndose a las víctimas de violencia, a las personas que sufren hambre, a quienes se hunden en la droga… Pero también a quienes se sienten indignados o a los que pierden la fe.

“En la cruz, Jesús está junto a tantos jóvenes que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven el egoísmo y la corrupción, o han perdido la fe en la Iglesia o incluso en Dios, por la incoherencia de los cristianos o de los ministros del Evangelio”, dijo el Papa, que pidió a los jóvenes que se fíen en Jesús. “Con él, el mal, el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra”.

Las actitudes ante el sufrimiento también fueron examinadas por Francisco, que pidió a los jóvenes que reflexionaran sobre las actitudes de Pilatos, de María o de Simón el Cireneo, y preguntó sin ambages: ¿Y vos, como cuál quieres ser?”.

“Queridos jóvenes, llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la Cruz de Cristo; encontraremos un corazón abierto que nos comprende, nos perdona, nos ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida, amar a cada hermano o hermana nuestra con ese mismo amor”, finalizó el Papa para dar por concluido el Vía Crucis de Río 2013.

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