Tribuna

Cabalgata papal en la playa de Copacabana

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fiesta de acogida de los jóvenes playa de Copacabana JMJ Río 2013

Era noche cerrada en Río cuando el papa Francisco llegaba al altar

ANTONIO PELAYO, enviado especial a Río de Janeiro | Pocas ciudades del mundo podían ofrecer al Papa un escenario tan suntuoso como Río de Janeiro con sus cuatro kilómetros de playa en Copacabana. Los recorrió Bergoglio el jueves por la noche protagonizando un espectáculo inolvidable, uno de los más impresionantes en la ya larga historia de las JMJ. Yo personalmente lo recordaré como uno de los momentos más tocantes de mis viajes con los papas. Y eso, a pesar de que las condiciones metereológicas no eran las más favorables.

En Copacabana tienen lugar todos los 1 de enero los extraordinarios fuegos artificiales, y en sus arenas blanquísimas han tenido lugar los shows más espectaculares de la ciudad carioca.

Nada que ver con lo que sucedió el 25 de julio. Desde primeras horas del día empezó a confluir sobre el paseo marítimo una multitud festiva, joven, multicolor, internacional y feliz.

A primeras horas de la tarde, los puestos más cercanos a las vallas que acordonaban el circuito que iba a recorrer el Pontífice ya estaban ocupados. En la costa, una fragata, una patrullera y otras unidades menores de la Marina brasileña evolucionaban elegantemente, mientras en el cielo comenzó un ballet de helicópteros de la vigilancia.fiesta de acogida de los jóvenes playa de Copacabana JMJ Río 2013

A las cinco y media de la tarde, el que llevaba al Papa y su séquito sobrevoló a poca altura la playa y se posó en el Fuerte de Copacabana, una instalación militar construida en 1914 para defender la bahía de Guanabara. Minutos despues, la caravana se puso en marcha y enfiló su itinerario, que le conduciría al majestuoso palco diseñado por Abel Gómes.

En el papamovil iluminado, Bergoglio se giraba para saludar a derecha e izquierda, le hicieron besar a un número incontable de crianças y hasta tuvo tiempo de ofrecerse un par de tragos de mate, la tradicional bebida argentina.

Los jóvenes le aclamaban y agitaban las banderas de sus países; predominaba la verde-amarilla del Brasil, seguida de la albiceleste de Argentina. Cantaban y bailaban, y a medida que el cortejo sobrepasaba sus enclaves, se sumaban a la masa que acompañaba al Pontífice desde circuitos paralelos.

En la playa fue extendida una gigantesca pancarta azul, deseándole la bienvenida. En todas las ventanas del recorrido, muchas de ellas galardonadas, las gentes disparaban sus objetivos fotográficos y agitaban sus manos para saludar.

Casi una hora duró la cabalgata, antes de llegar al escenario donde iba a celebrarse la ceremonia de acogida. Doce gigantescas pantallas de televisión permitieron a todos seguirla, a pesar de encontrarse a más de un kilómetro de distancia.

Antes de las ocho todo había finalizado, pero la inmensa multitud tardó mucho tiempo en abandonar la zona. No se registró ni un solo incidente.