Un Papa en la favela

papa Francisco visita favela Río de Janeiro

Francisco visita la comunidad de Varginha, en la favela de Manguinhos, en representación de todos los barrios de Brasil

papa Francisco visita favela Río de Janeiro

MIGUEL ÁNGEL MORENO | El Papa cumplió este jueves uno de sus deseos más fervientes dentro del programa de la visita a Río de Janeiro: la visita de la favela carioca de Manguinhos, un acto con el que Francisco quiso visitar “a todos los barrios” del Brasil, como dijo hoy frente a la multitud de gente humilde que coreaba su nombre y se estiraba para tocarle, verle y hacerle una fotografía durante todo el recorrido.

“Cuando planeaba mi visita a Brasil, mi deseo era visitar a todos los barrios de esta nación, decir buenos días, tomar un poco de agua fresca o un cafezinho –dijo Francisco al dirigirse a la multitud–, no un poco de cachaça [licor autóctono]”, remató, con la carcajada general.

“Hablar como amigos de casa, escuchar el corazón de padres, hijos, abuelos… Pero Brasil es tan grande, no me es posible llamar a todas las puertas”, se lamentó el Pontífice, que eligió esta comunidad en representación de todas las brasileñas.

El Papa no desaprovechó la ocasión y el entorno para hacer un llamamiento por la solidaridad, una palabra “omitida” según el Pontífice, que hizo un llamamiento a “quienes tienen más recursos” y a “los poderes públicos” para que se comprometan en la justicia social.papa Francisco visita favela Manguinhos Comunidad Varginha JMJ Río 2013

“No es la cultura del egoísmo, del individualismo, que muchas veces regula nuestra sociedad, la que construye y lleva a un mundo más habitable, sino la cultura de la solidaridad; no ver en el otro un competidor o un número, sino un hermano”, aseguró Francisco, que atacó, como ya ha hecho en otras ocasiones, la “cultura del descarte”.

Sin descanso

Llegó el Papa a la barriada carioca sin descanso después de la breve visita por la Casa da Cidade de Río, Francisco volvió a subir al automóvil plateado que está siendo su transporte habitual en este viaje para acudir a la favela de Marguinhos, para lo que necesitó un recorrido en coche de algo menos de una hora, interrumpido en su parte final para cambiar al jeep blanco cubierto que utiliza como papamóvil.

A partir de entonces, el trayecto se convirtió en un continuo saludar a personas, recoger a niños para besarlos, en una caravana “a paso de hombre” en la que Francisco tuvo momentos de contacto muy cercanos por la gente, aunque nada parecía a lo que seguiría después en su recorrido por la favela.

Al llegar a Marguinhos, lo primero que hizo Francisco fue consagrar un altar en la capilla del lugar, ante un grupo reducido, correspondiente a los fieles que pudieron llegar al interior de la capilla. Allí, y en portugués, el Papa pronunció una sencilla oración para santificar el lugar.

Un Papa cercano

Lo que siguió a la salida de la capilla fue todo un conjunto de muestras de que este Papa como mejor se encuentra es alrededor de la gente. Cuando iba a salir del templo, retrocedió para sorpresa de los miembros de seguridad porque tenía que saludar a una mujer mayor que reclamaba su presencia. Nada más salir del edificio, unas niñas le dieron una bandera del San Lorenzo de Almagro, el club de fútbol de su Boedo natal, el barrio porteño en el que se crió Jorge Bergoglio. Después de recibir la bandera, el Papa juntó las manos e hizo un ademán de oración con las niñas.

En su avance, Francisco no dejó de dar la mano a quienes se lo pedían, besar niños o sostener camisetas que le arrojaban para que se hiciera una foto con ellas. El vallado no impedía que se acercara a besar a algún niño pequeño. Durante una parte del camino fue acompañado también por unos jóvenes, con banderas colombianas y chilenas.

Aunque era algo previsto, no dejó de ser curiosa la estampa de Francisco entrando en alguna de las casas y dejando fuera al “séquito” de miembros de seguridad que llevaba, que en la primera de las viviendas estuvieron casi 10 minutos esperando a la salida del Santo Padre.

“Vamos a romper el protocolo, Padre Francisco”

A su llegada al recinto preparado para que se dirigiera a la multitud, Francisco fue recibido por cantos de “¡Francisco, yo te amo!”, y fue interpelado por una pareja joven de habitantes de la favela a los que se les dio la palabra. “Vamos a romper el protocolo, como usted ha hecho otras veces, para llamarle Padre Francisco”, comenzaron, para explicar al Papa la historia de la comunidad de Varginha y de la barriada, construida a partir de la década de 1940, y que cuenta con una parroquia desde los 70, según explicaron.papa Francisco visita favela Manguinhos Comunidad Varginha JMJ Río 2013

“¿Por qué estamos recibiendo hoy su visita? Porque somos pequeños, pobres, olvidados”, aseguraron Rangler y Joana, la pareja de esposos que se dirigió al Pontífice. “Esta comunidad es hoy visitada y recordada por el dulce Cristo en la tierra”, dijeron, para después agradecer a Francisco “su testimonio de amor” y pidiéndole que lleve en su corazón a esta comunidad.

La generosidad de los pobres

Tras escuchar a la pareja, Francisco tomó la palabra para reconocer su alegría por encontrarse en la favela, y agradeció la acogida a sus habitantes. “Es importante saber acoger; es todavía más bello que cualquier adorno”, dijo el Papa, que usó una expresión popular para conectar con la gente que le escuchaba: “Siempre se puede echar más agua a los frijoles”. “¿Se puede?, ¿sí?”, dialogaba el Santo Padre con la muchedumbre.

El Papa resaltó el esfuerzo de integración de la sociedad brasileña en la lucha contra el hambre y la miseria, aunque criticó los esfuerzos de “pacificación”, si la sociedad “ignora, margina y abandona en la periferia a una parte de sí misma”, añadió rotundo.

Francisco volvió a remitir a la idea de los “bienes inmateriales”, que ya mencionara en Aparecida y en su primer discurso en Río: la importancia del don de la vida, la educación, la salud, la seguridad… Y quiso enviar su último mensaje específicamente a los jóvenes, los grandes protagonistas de su viaje, y más a partir de la bienvenida a los peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud, preparada para la tarde-noche del jueves.

“Queridos jóvenes, ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés. A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague”, dijo un Francisco que prometió llevarse “en el corazón” a toda esta comunidad de Varguinha, en la favela carioca de Manguinhos.

Pocos minutos después, el Papa ya estaba camino de la Catedral Metropolitana de San Sebastián de Río de Janeiro, donde la comunidad de peregrinos argentinos llegados por la JMJ le esperaba para tener un encuentro.

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