Cuando una casa digna vale más que un Mundial

La Pastoral Social de la Vivienda denuncia la situación de las favelas en Brasil

favela barrio de viviendas pobres en Brasil

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Brasil concentra las miradas de todo el mundo de aquí hasta 2016. Y es que, además de albergar los dos principales acontecimientos deportivos que existen, como son el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos, también está siendo el corazón eclesial al organizar, en Río de Janeiro, la 28ª Jornada Mundial de la Juventud; presidida, además, por Francisco, el primer papa latinoamericano.

Sin embargo, al orgullo de los brasileños se impone un sentimiento que viene de lejos: la indignación. Ahora que son protagonistas es cuando levantan su voz para que se sepa que, si el país es visto como una potencia emergente, es a un coste muy alto…

Así, las protestas que surgieron por la subida en los precios del transporte al celebrarse la Copa Confederaciones (competición futbolística previa al Mundial), derivaron enseguida en manifestaciones mutitudinarias, con millones de personas en todo el país pidiendo “menos estadios de fútbol y más sanidad y educación”. Y, ante todo, “más vivienda digna”, porque este es un problema estructural esencial en Brasil, con la extensión de un continente.

Allí, las principales urbes cuentan en sus alrededores con cientos de miles de personas malviviendo en las favelas, llamadas así por las antiguas plantaciones de habas que surgieron en los alrededores de Río a finales del siglo XIX, cuando los campesinos empezaron a acudir a la ciudad para ganarse el sustento.

El esquema sigue siendo el mismo: personas que huyen del ámbito rural cuando se ven sin oportunidades y se “amontonan” en los extrarradios urbanos, trabajando en lo que sea. Si se puede. Un caso paradigmático se da en São Paulo, la tercera ciudad más poblada de América, donde 11 millones de personas viven en la ciudad y hasta ocho lo hacen en su cinturón, que comprende un total de 110 kilómetros de norte a sur.favela barrio de viviendas pobres en Brasil

“En cuanto a vivienda digna, la situación es inhumana para casi un cuarto de su población. Unos 15.000 sin techo se esconden como pueden, en la noche, en las aceras de las calles más centrales. Muchas familias viven en las 1.500 favelas de la ciudad. Por contra, en el centro hay 100.000 casas vacías…”.

Esta denuncia pertenece a Vidal Enrique Becerril, sacerdote del Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME), quien lleva en Brasil desde 1972. Vidal, como tantas otras personas de fe comprometidas, representa la acción de la Iglesia en la atención a las víctimas.

Comunidades vivas

Así, junto a dos religiosas, cinco seglares y dos abogados que les asesoran, impulsan la Pastoral Social de la Vivienda en São Paulo, por la que atienden de un modo directo a unas 4.500 familias y que tuvo su antecedente, en los años 50, en la acción que algunas religiosas ya desempeñaban “con sus visitas a las comunidades pobres, dándoles todo su apoyo en la reivindicación de sus derechos y fomentando la presencia de un Evangelio que crecía desde la confianza y la cercanía”.

En los 15 años que lleva involucrado en esta pastoral, el sacerdote destaca la vitalidad de quienes viven en el suburbio: “Uno aprende con este pueblo, con su sentido de resistencia, paciencia, humor y alegría. Aquí se mueven mucha vida y energía. En su organización, la comunidad les protege y el matriarcado predomina. La pena es que, en los últimos años, algunas favelas estén dominadas por el tráfico de drogas, la marginalidad y la violencia entre policía y delincuentes”.

Cuando una casa digna vale más que un Mundial, reportaje íntegro solo para suscriptores de Vida Nueva

En el nº 2.858 de Vida Nueva

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