Brasil, la Iglesia que recibe a Francisco

joven brasileño rezando en una iglesia

hombre en Brasil mirando al horizonte

Brasil, la Iglesia que recibe a Francisco [extracto]

Brasil: así es la Iglesia que recibe a Francisco [extracto]

GRAZIELA CRUZ | Atenta a las necesidades de la gente en un país que presenta una economía emergente, pero donde la desigualdades sociales siguen siendo escandalosas, la Iglesia en Brasil que acoge estos días al Papa y a miles de jóvenes de todo el mundo ha perdido relevancia pública tras un repliegue hacia las sacristías. La JMJ de Río –con la presencia del papa Francisco– supone una oportunidad para replanteamientos pastorales y, sobre todo, para tender la mano a una juventud que abandona sus templos a borbotones.

El año 2013, sin duda, pasará a la historia de Brasil como un año de grandes movilizaciones populares, con las calles y avenidas llenas de gente, con plazas y estadios resonando de gritos y cantos de celebración. Las razones de tantas movilizaciones son varias.

En vísperas del gran evento que supone la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en Río de Janeiro, que reúne, entre el 22 y el 28 de julio, a más de dos millones de jóvenes peregrinos con el papa Francisco, cerca de dos millones de brasileños salieron a las calles en un centenar de ciudades para expresar su descontento con los problemas económicos y políticos que afectan a la gran mayoría de la gente.

Paralelamente a la celebración del torneo futbolístico de la Copa Confederaciones, televisado a todo el mundo, los brasileños se echaron en junio a las plazas y avenidas para exigir que los gobiernos diesen prioridad a la educación, a la salud, a la vivienda y al transporte público, y, a la vez, para denunciar el excesivo gasto en la preparación para la Copa del Mundo de Fútbol del próximo año en un país cuya población aún sufre para poder satisfacer sus necesidades básicas.

manifestaciones de jóvenes en Brasil

Las manifestaciones han sido una constante en el país en las últimas semanas

Atentos a la voces de la calle, la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) dio a conocer en aquellos días una declaración en apoyo de las manifestaciones democráticas, reconociendo que se trata de un fenómeno social que despierta al pueblo brasileño a una nueva conciencia. “Nacida libre y espontánea desde las redes sociales, las movilizaciones nos cuestionan a todos nosotros y muestran que no es posible vivir en un país con tanta desigualdad. Claman contra la corrupción, la impunidad y la falta de transparencia en la administración pública. Denuncian la violencia contra los jóvenes. Son, al mismo tiempo, testimonio de que la solución de los problemas experimentados por el pueblo brasileño solo es posible con la participación de todos. Hacen, con eso, renacer la esperanza cuando gritan: ‘El gigante se despertó’”, señala la nota de los obispos hecha pública el 21 de junio con el elocuente título de Escucha el grito que viene de la calle.

La Jornada Mundial de la Juventud encontrará a Brasil en este clima de turbulencia política y social, algo que, según el arzobispo de Río de Janeiro y presidente del Comité Organizador de la JMJ, Orani Tempesta, no afectará en nada a la realización de ese gran acontecimiento eclesial. En una conferencia de prensa, el prelado afirmó que la JMJ no va a sufrir cambios debido a la ola de manifestaciones ocurridas en las calles de Río de Janeiro, donde decenas de miles de personas –en su mayoría jóvenes– participaron, y en alguna de las cuales se registraron enfrentamientos con la policía.

La JMJ encontrará a Brasil en un clima
de turbulencia política y social, algo que,
según el arzobispo de Río, Orani Tempesta,
no afectará en nada: “El grito por un mundo más justo
es lo que propone la Jornada”.

El arzobispo reveló que la Jornada está en sintonía con las demandas del pueblo brasileño. “El grito por un mundo más justo es lo que propone la Jornada. En este aspecto, la JMJ está en sintonía con las manifestaciones. En la Jornada nace la preocupación de que el joven tenga esperanza en el mañana, que, por cierto, es el tema de nuestro himno: Amanecer de la Esperanza”, afirmó el prelado. De hecho, monseñor Orani señaló igualmente que muchos voluntarios que han estado participando en la preparación de la JMJ también se lanzaron a las calles aquellos días.

“Muchos de nuestros jóvenes voluntarios que trabajan en la Comisión participaron en las marchas. Muchos de los que estaban en las marchas de protesta son católicos. Creo que un cristiano es alguien que tiene una espiritualidad, pero también tiene su conciencia política. Amar a los demás también significa trabajar para dar a todos la justicia, la igualdad y la ciudadanía”.

En este sentido, Orani Tempesta señaló que la Jornada también contará con foros que plantean cuestiones sociales durante estos días. “Vamos a tener foros sobre los jóvenes en el mundo, debate con la ONU sobre el futuro de la humanidad, los derechos humanos, el diálogo interreligioso y ecuménico, la sostenibilidad y la asequibilidad, la cuestión de los adictos a las drogas. Lo importante es que estas discusiones lleven consecuencias a todo el mundo, ya que tendremos jóvenes de más de 175 naciones”, explicó el prelado.jóvenes brasileños con la bandera del país

El Papa está tranquilo

Según el presidente de la CNBB, Raymundo Damasceno Assis, en una reciente reunión con el papa Francisco, el Papa no parecía preocupado por el clima creado por las protestas del pueblo brasileño. “Le di al Santo Padre la nota oficial de la CNBB sobre las manifestaciones. Por lo que vi, él lo ve todo como algo normal, natural, en un país democrático donde la gente puede y debe expresar sus deseos y demandas. Y en las manifestaciones en Brasil, nos dimos cuenta de una gran presencia de jóvenes y creemos que los jóvenes deben desempeñar un papel en la Iglesia y en la vida política y social”, comentó Damasceno.

El cardenal añadió que es responsabilidad del Estado brasileño garantizar la seguridad de la Jornada Mundial de la Juventud. “Esperamos que la Jornada se lleve a cabo en un ambiente tranquilo, recibiendo a los jóvenes que vienen de todas partes de Brasil y de otros países para que se sientan bienvenidos y puedan pasar estos días aquí sin ningún trastorno”.

¿Todavía el mayor país católico del mundo?

Sí, Brasil sigue siendo el país católico más grande del mundo. Pero puede ser que, en unas pocas décadas, esta respuesta sea diferente. En la última década, la Iglesia católica registró una reducción de aproximadamente 1,7 millones de fieles, lo que representa una contracción del 12,2%. Los datos provienen del Censo de 2010, del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), divulgados en junio de 2012.

Si en 1970 el 91,8% de los brasileños se confesaban católicos, en 2010 este porcentaje pasó al 64,6%. Quienes más crecen son los evangélicos, que durante estos cuarenta años subieron del 5,2% al 22,2% de la población. El aumento en este segmento fue impulsado por los pentecostales, que se han extendido por todo el país gracias a la creciente migración interna. Las poblaciones que se han trasladado eran, principalmente, de personas pobres que se fueron asentando en la periferias metropolitanas. En estos lugares, las iglesias evangélicas surgieron en el vacío de la estructura católica. El segmento de los que se dicen sin religión también creció y alcanzó el 8% de la población en 2010.

“Si el catolicismo no es capaz de dar un giro profundo
y aceptar el reto que el joven presenta,
probablemente el próximo censo de población
continuará revelando una reducción de fieles”.

Jorge Claudio Ribeiro, Universidad Católica de São Paulo.

¿Y con respecto a la población joven? Se puede percibir que el catolicismo registra una gran pérdida entre los jóvenes. Hoy en día, hay menos católicos menores de 29 años que en 2000; las nuevas generaciones están más alejadas de las iglesias tradicionales; los evangélicos tienen porcentajes más altos en el rango de 5 a 14 años y los que afirman no tener religión muestran un aumento entre la gente de 15 a 19 años.

En la opinión de Jorge Claudio Ribeiro, profesor de Ciencias de la Religión de la Universidad Católica de São Paulo, y autor del libro Religiosidad joven, los datos plantean la hipótesis de que el conocimiento y el trabajo con los jóvenes es un reto estratégico que supera el enfoque cuantitativo y prácticas de la pastoral juvenil. Se trata de una transformación radical urgente que requiere un cambio de actitud por parte de la Iglesia, la asignación de recursos y personal, una producción teológica de alto nivel y nuevas relaciones de poder.joven brasileño rezando en una iglesia

En un artículo publicado recientemente en la revista Vida Pastoral, Ribeiro sostiene que deberían tomarse algunas medidas por parte de la Iglesia para restablecer una relación de calidad con los jóvenes, los cuales, cada día, va abandonando la institución. Entre esos cuidados estaría buscar una mayor calidad en la comunicación, conocer profundamente las aspiraciones de los jóvenes y entender lo que necesitan para satisfacer sus deseos.

En el artículo se sugiere que “superar esa desviación requiere que los líderes católicos, primero, conozcan a su juventud, para, entonces, tener una nueva comprensión de la misma”. Jorge Ribeiro recuerda que abundan los instrumentos, las intenciones y los documentos de la Iglesia en ese sentido, y cita algunos: la III Conferencia General del CELAM en Puebla, en 1979, donde los obispos latinoamericanos proclamaron su preferencia por los pobres y los jóvenes; desde 1985, bajo el pontificado de Juan Pablo II y Benedicto XVI, se realizaron un total de 27 Jornadas Mundiales de la Juventud; la 45ª Asamblea General de la CNBB, de 2007, promulgó el documento oficial La evangelización de los jóvenes: desafíos y perspectivas pastorales, que define a los jóvenes como un “lugar teológico” (n. 79) y cuyo objetivo es ofrecer “canales de participación” (n. 74).

Al final del artículo, el profesor reconoce que recibir a la juventud es un gran desafío para las religiones. Cuestiones tales como la sexualidad, el lugar de las mujeres, la autonomía, la participación de los laicos en las estructuras de la Iglesia, entre otras, deben ser consideradas, bajo pena para el catolicismo de perder cada vez más espacio al lado de las nuevas generaciones.

“El anhelo de participación juvenil presiona las dinámicas centralizadoras de la toma de decisiones y las estructuras clericales de poder. Si el catolicismo no es capaz de dar un giro profundo y aceptar el reto que el joven presenta, probablemente el próximo censo de población continuará revelando una reducción de fieles”, concluye el experto.

En el nº 2.858 de Vida Nueva.

ESPECIAL JMJ RÍO 2013

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