Voluntarios, el corazón de la JMJ

Son un equipo de 5.000 jóvenes, en su mayoría de Brasil, Argentina y EE.UU.

voluntarias de la JMJ Río 2013 ensayan canciones en el coro

MARCELO ANDROETTO. RÍO DE JANEIRO | Serán una legión: 5.000 voluntarios. La mayoría de ellos son cariocas, pero también provienen de otras partes de Brasil y del resto del mundo. Tendrán como consigna servir desde los más diversos ámbitos a la multitud de peregrinos que llegarán a Río para la JMJ.

En el edificio Juan Pablo II, sede del Comité Organizador Local (COL), ubicado en el barrio de Gloria, el ritmo es febril y se incrementa a medida que avanza el calendario y la JMJ se acerca. Cientos de voluntarios trabajan desde hace varias semanas a la espera de que muchos otros se sumen a la tarea días antes de la Jornada. Y aunque sus historias y orígenes son disímiles, tienen algo en común: la alegría por poder participar desde el lugar del servicio.

“Fue la Providencia de Dios, fueron caminos fuera de mi control”, argumenta Peter Cahill sobre el porqué de su presencia en Río como voluntario. El joven estadounidense, de 22 años, tuvo problemas con sus estudios de Sociología en Brasil. En estas, un sacerdote que oficia misas en inglés en Río de Janeiro le propuso anotarse como voluntario para la jornada juvenil.

Por eso, desde marzo, Peter trabaja como traductor en el COL y afirma que es lo mejor que le podría haber pasado a la hora de encontrar algo que le llene y le motive: “Estoy muy contento, la convivencia con los otros voluntarios es muy buena, y ya no hay marcha atrás”.

Oriundo de un pueblo cercano a Pittsburgh, en Pensilvania, reconoce que su interés por la JMJ se potenció tras la elección de Francisco como papa: “Cuando salió al balcón después del cónclave, no lo reconocí. Pero cuando supe que era argentino, pensé: ‘¡Por fin un papa americano!’”.

Al filo del arranque del evento –para el que están inscritos 10.000 jóvenes estadounidenses, la tercera delegación más numerosa después de la brasileña y la argentina–, Peter admite sentirse “emocionado” por la inminencia del encuentro con otros jóvenes de todo el mundo. “Será inolvidable”, concluye.

James Kelliher coincide en este sentimiento: “Río 2013 tendrá la capacidad de cambiar muchas vidas”. Este londinense de 28 años también hace su aporte como voluntario desde su dominio del inglés, en particular en el sitio web y en las redes sociales de la JMJ, contestando preguntas y actualizando la información en su lengua materna.

También participó en la anterior JMJ, la de 2011 en Madrid; un evento que, encarnando en él su esperanza para los demás, le “cambió la vida”. Tras ese encuentro, James publicó, como coeditor, un libro titulado World Youth Day, inspiring generations (JMJ, inspirando a generaciones), que recogía testimonios de los participantes en la Jornada. Una experiencia, esta, que pretende repetir al finalizar el encuentro de Río. “Esta vez, el libro será más internacional, fruto de un trabajo más planificado”, explica.

Sintonía de fe

Invitado ahora a Río por los organizadores locales para trabajar como voluntario, James considera que el mensaje que dejará la JMJ será “poderoso”. “Habrá millones de personas en la misma sintonía de fe. Va a ser un hecho extraordinario para la vida de la Iglesia”, agrega.

No lejos de Kelliher, en el Área de Prensa, trabaja Celina Sebag, que es oriunda de Porto Alegre. Tiene a su cargo la coordinación de otros 200 voluntarios y, en su caso, el desafío pasa por amalgamar los aspectos culturales del personal, a menudo divergentes, para realizar una labor efectiva. “Necesitamos encuadrar a todos en un mismo patrón de trabajo”, comenta.

Como ejemplo, Celina destaca el particular contexto que vive Brasil, con las multitudinarias protestas en demanda de mejoras sociales. La imagen de miles de jóvenes saliendo a la calle de manera pacífica para pedir por sus derechos es vista por ella como un mensaje “esperanzador”. Y en nada conflictivo con la JMJ: “Si las manifestaciones se extienden hasta la fecha de inicio de la Jornada, estoy segura de que la presencia del Papa traerá paz al corazón de los manifestantes”.

Como tantos otros voluntarios, cada cual desde su lugar, Celina disfruta de ser parte del “corazón” de la JMJ: “Dios sabrá por qué me eligió a mí. Es una gran felicidad poner al servicio de la Jornada y de la evangelización de los jóvenes mi conocimiento técnico y profesional. Estoy muy agradecida por ser voluntaria”.

En el nº 2.857 de Vida Nueva

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