Crisis

Fernando Sebastián, arzobispo eméritoFERNANDO SEBASTIÁN | Arzobispo emérito

“Estoy convencido de que la crisis moral que padecemos es consecuencia del abandono de la fe cristiana y de una religiosidad seria y coherente…”.

Tengo la impresión de que en las respuestas a la crisis nos estamos quedando cortos. La crisis es económica, ciertamente; el déficit, la deuda, el crédito, etc. Pero, junto a eso, hay otras cosas: el despilfarro, las comisiones, los fraudes. Y, además, la falta de autoridad, la lentitud de la justicia y, a veces, su poca imparcialidad. Y más profundamente, la codicia, la mentira, el partidismo, la destrucción del adversario, el poder a toda costa. Y, en la raíz de todo, el decaimiento de la conciencia moral.

Algunos dirán que llevo el agua a mi molino demasiado rápidamente. Pero estoy convencido de que la crisis moral que padecemos es consecuencia del abandono de la fe cristiana y de una religiosidad seria y coherente.

Cada hombre elige a su “dios”. Los que han renegado del Dios verdadero, el Dios anunciado y manifestado por Jesucristo, se han rendido a otros dioses que son sus ídolos, el dinero, el bienestar, el poder. Y los ídolos devoran a sus adoradores. Los ídolos destruyen porque no enseñan a amar, sino a odiar. Las ideologías, las codicias, los egoísmos personales o colectivos nos están devorando.

Sea lo que sea, yo quiero dar a todos un mensaje positivo. Podemos salir, podemos resurgir. Pero, como el hijo pródigo, tenemos que tomar unas decisiones:

– Buscar las explicaciones de la crisis hasta el final; no quedarnos a medio camino.

– Y buscarlas en la realidad, no en las cantinelas de siempre. No en las ideologías, no en las acusaciones mutuas, no en los tiempos pasados.

– Que cada uno piense cuándo dejó de ser honrado, cuando comenzó a mentir en provecho propio y en contra del prójimo.

Renunciemos a la venganza, a los chantajes, a la destrucción del prójimo.

– Pongamos por delante lo que tenemos en común y las ventajas comunes.

Invoquemos a Dios, padre de todos. ¡Tiene arreglo!

En el nº 2.857 de Vida Nueva.

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