Lampedusa: una visita que ya agita conciencias

papa Francisco con inmigrantes en Lampedusa 8 julio 2013

El párroco de la isla analiza para ‘Vida Nueva’ el significado del gesto de Francisco con los inmigrantes

papa Francisco con inmigrantes en Lampedusa 8 julio 2013

ANTONIO PELAYO y DARÍO MENOR | Francisco eligió Lampedusa como meta de su primer viaje fuera de la península italiana después de leer en los periódicos la odisea de un largo centenar de somalíes y eritreos, que naufragaron el 16 de junio, cuando intentaban alcanzar la isla.

Una decena de ellos fueron tragados por el mar, aumentando así la pavorosa cifra de desaparecidos en el Mare Nostrum. La brevedad del viaje quedó compensada por la intensidad y la enorme fuerza simbólica de su presencia en este escenario de tragedias y esperanzas

Stefano Nastasi, párroco de Lampedusa y artífice de la visita, confía en que después del gesto del Papa no se volverá a olvidar la tragedia de los inmigrantes. “No es que se vayan a resolver ahora todos los problemas; el objetivo de la visita tampoco era ese. Los problemas que afrontamos son grandes, con necesidades importantes, y su resolución no es sencilla”, dice en declaraciones de Vida Nueva.

Y añade: “Lo que se quería era que rezáramos todos juntos y escucháramos al prójimo. Espero que la visita contribuya a que los problemas de la inmigración se afronten de una manera responsable. Nos gustaría mucho que la Unión Europea tuviera un postura común frente a la inmigración, de manera que todos los países se repartan su peso”.

Nastasi lloró cuando vio al Papa acercarse al puerto: “Estaba muy conmovido cuando vi que el Santo Padre estaba de verdad en la isla. En ese muelle he vivido momentos muy intensos, muchos de tristeza, pues allí ha sido donde, durante años, hemos acogido y recuperado a los inmigrantes que llegaban a Lampedusa. Algunas veces, por desgracia, ya estaban muertos, y el muelle era el lugar donde se descargaban sus cuerpos”.

Stefano Nastasi, párroco de Lampedusa

Stefano Nastasi

“No creí que fuera a venir”, narra el párroco, y explica: “También le escribí a Benedicto XVI invitándole, pero usé una fórmula diferente, era una carta casi privada. Luego tuve la posibilidad de verle en Roma y manifestó un gran afecto para todos los lampedusanos. Aunque no vino, tuvo un gran reconocimiento con nosotros, dijo que no estábamos solos”.

La carta que le escribí a Francisco –sigue– era un texto en que le manifestaba mis mejores deseos para su ministerio petrino y le contaba cómo es la situación que vivimos aquí. Pensaba que él, que es descendiente de emigrantes italianos que fueron a Argentina, podía entender bien el sufrimiento y las dificultades de los inmigrantes que llegan a esta isla.

“Buscaban un lugar mejor, pero han encontrado la muerte”

Las claras y duras palabras que pronunció Francisco durante su instancia en la isla siguen resonando en las conciencias de Occidente: “‘¿Dónde está tu hermano? La voz de su sangre grita hasta mí’, dice Dios. Esta no es una pregunta dirigida a otros, es una pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros. Esos hermanos y hermanas nuestros intentaban salir de situaciones difíciles, para encontrar un poco de serenidad y de paz; buscaban un lugar mejor para ellos y sus familias, pero han encontrado la muerte”.

“Hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna; hemos caído en la actitud hipócrita del sacerdote y del servidor del altar de los que habla Jesús en la parábola del Buen Samaritano”, lamentó en otro momento.

“La cultura del bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos hace insensibles al grito de los otros, nos hace vivir en unas pompas de jabón que son bonitas, pero no son nada; son la ilusión de lo fútil, de lo provisional, que lleva a la indiferencia hacia los otros o, mejor, lleva a la globalización de la indiferencia. En este mundo de la globalización, hemos caído en la globalización de la indiferencia”.

En el nº 2.856 de Vida Nueva.

 

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