La Iglesia egipcia, aliviada con la caída de Mursi

Egipto tras el golpe de estado el ejército guarda una verja en la que cuelga la foto de Mursi

Máxima tensión tras un golpe militar que ha echado del poder a los Hermanos Musulmanes

Egipto tras el golpe de estado el ejército guarda una verja en la que cuelga la foto de Mursi

La Iglesia egipcia, aliviada con la caída de Mursi [extracto]

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Apenas un año después de que Mohamed Mursi se impusiera en las primeras elecciones democráticas tras la caída del régimen dictatorial de Hosni Mubarak, la convulsa situación en Egipto ha vuelto a dar un brusco giro y un golpe militar ha acabado con el Ejecutivo de los Hermanos Musulmanes.

Los hechos se desencadenaron el miércoles 3 de julio, cuando venció el plazo de 48 horas que el ejército había impuesto al presidente para que conformara un Ejecutivo de concentración nacional. Tras su negativa, miles de soldados se hicieron con el control de las calles de El Cairo, así como de los principales edificios públicos. Igualmente, Mursi fue detenido y, al cierre de esta edición, no se le había vuelto a ver en público.

Desde entonces, la tensión es máxima en todo el país. Y es que, pese a que en los primeros momentos no hubo actos de represión por parte de los militares, la respuesta de los seguidores de los Hermanos Musulmanes no se hizo esperar, alcanzándose el cenit de la crispación el pasado lunes 8, cuando, al estar apostados frente a la sede de la Guardia Republicana, esta abrió fuego y acabó con la vida de 51 simpatizantes de Mursi. En el enfrentamiento también fallecieron tres agentes y hubo más de 400 heridos.

A nivel institucional, tras derogar la Constitución (aprobada en diciembre), el Gobierno provisional, encabezado por Adli Mansur (hasta ese momento, presidente del Tribunal Constitucional) ya ha anunciado para principios de 2014 la reforma de la Carta Magna, a cargo de una comisión configurada por 50 personalidades. También entonces tendría lugar la convocatoria de elecciones parlamentarias y, después, presidenciales.

En este complejo contexto, la voz de la minoría cristiana copta (un 10% de la población) se ha hecho notar con fuerza. Así, a nivel eclesial, Rafik Greiche, responsable de comunicación del Episcopado católico egipcio, ha sido quien ha asumido la valoración de los acontecimientos.

Y lo ha hecho de un modo inequívoco, en declaraciones a Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), apoyando la acción militar: “El ejército ha llevado a la práctica el deseo de todo el pueblo, que lo ha expresado durante los últimos días con millones de firmas y amplias manifestaciones en El Cairo y en todo el país”.

Así, días antes de que se confirmara la caída de Mursi, cuando las concentraciones en la cairota Plaza de Tahrir albergaban a miles de personas exigiendo la salida del poder de los Hermanos Musulmanes, el propio Greiche ya expuso a la agencia misionera Fides que “más del 80% de los egipcios” apoyaban claramente el cambio, siendo falso, “como explica la prensa occidental, que Egipto está dividido por la mitad entre partidarios y opositores del jefe de Estado”.

Rechazo al fundamentalismo

Para ilustrar el grado de descontento de la población, el sacerdote insistía en la idea de que “la mayoría de los egipcios, musulmanes y cristianos, ricos y pobres, chicas vestidas a lo occidental o con el nijab, todo el mundo ha salido a las calles para rechazar este Gobierno. Incluso aquellos que votaron por él y ahora se arrepienten”.

A la hora de ofrecer una causa para este rechazo, Greiche apunta dos aspectos. Por un lado, el plano económico: “No hay gasolina, la comida es escasa, hay constantes interrupciones en la distribución de la electricidad y el agua… Todas cosas que no sucedían antes, en la época de Mubarak”.

Y, por otro, como recalca a AIN el religioso: “Los Hermanos Musulmanes no estaban preparados para gobernar. Además, lo que les importaba era la institución de un califato islámico y no, en primer lugar, Egipto. Esto no lo ha aceptado el pueblo”.

Ante lo que considera como el fracaso de un proyecto de islamización radical del país, el portavoz eclesial explica que “Egipto es un país religioso, lo cual se puede decir tanto de musulmanes como de cristianos; pero los egipcios no son fundamentalistas”.

De ahí que, además de insistir en que no se trata de un golpe de Estado, sino del intento de evitar un “derramamiento de sangre” y tratarse de algo “respaldado por el pueblo”, Greiche no duda a la hora de reconocer que “la destitución de Mursi y el nuevo comienzo político suponen una alegría para nosotros, los cristianos en Egipto, y para todos los egipcios. Esperamos no ser excluidos del proyecto político que ahora empieza”.

En el nº 2.856 de Vida Nueva.

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