En Lampedusa, el Papa desafía el ‘gatopardismo’€™

papa Francisco en Lampedusa con inmigrantes 8 julio 2013

papa Francisco en Lampedusa con inmigrantes 8 julio 2013

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | En Lampedusa, isla situada a 205 kilómetros de Sicilia y a 113 de Túnez, se ha desplazado, en su primer viaje oficial, el papa Francisco. Allí ha revocado la mítica frase de Don Fabrizio en El Gatopardo, la obra de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: “¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado”.

El príncipe de Salina sabía bien lo que hacía ante la revolución en ciernes. El gatopardismo ha sido constante en la corte vaticana en estos últimos 50 años, después del Vaticano II. A las pruebas me remito. Resistencia activa a muchos cambios. El papa Bergoglio desafía la cosmética, el afeite de sacristía, la fachada remozada, el gesto de epidermis. Donnafugata, la casa de los Salina, no cambiaba, pese a que el mundo hervía. En el Vaticano se notará el cambio.

Francisco ha viajado a esta isla en donde más de 25.000 personas han muerto en los últimos veinte años queriendo cruzar el mar. Lampedusa es la puerta de la esperanza y el símbolo de la muerte. Francisco ha querido empezar allí y, de esta manera, sus viajes apostólicos.

Aviso para navegantes: viajes sencillos, escaso protocolo, comitiva discreta, sin alardes, sin malabarismos, abrazo al mundo de la inmigración, silencio, escucha y poca fanfarria.

Bien sabe Francisco de estas inmigraciones masivas. Dicen que los mejicanos son hijos de los mesicas, los colombianos de los muiscas y los argentinos descienden de los barcos. Conoce la aventura de la inmigración y sus lastres. No es el jefe de Estado el que viaja. Es el pastor que va en busca de las ovejas heridas y violentadas por los poderes del primer mundo, desafiado por alguien que viene del “fin del mundo”, como dijo el día de su elección.

No todo cambiará para que todo continúe igual
en la corte vaticana.
Es el desafío permanente y diario del Papa,
el desafío de un estilo que lucha contra el gatopardismo.

No todo cambiará para que todo continúe igual en la corte vaticana. Es el desafío permanente y diario del Papa, el desafío de un estilo que lucha contra el gatopardismo en la tierra en donde nació, crece y se fortalece. Y así lo está haciendo.

Esto es ya otra historia, asentada durante medio siglo. El pasado 30 de junio hizo cincuenta años que Pablo VI fue “coronado” en una ceremonia que aún puede verse en algunos vídeos de YouTube. Era el símbolo del triple poder de la Iglesia: “Padre de reyes, gobernador del mundo y Vicario de Cristo”. A los pocos días, el papa Montini dejaba la tiara y decidía que su valor pasara a los pobres. Y lo dijo expresamente: “Quiero una Iglesia libre, pobre, madre y maestra”. Los papas posteriores renunciaron a ella. Lo que antes era símbolo, ahora es gesto.

El camuflaje de la tiara, el poder del IOR, del dinero, de la banca, se desmorona. Nada que ver con reyes y gobernadores. Los vicarios de Cristo son los pobres. Francisco es el sucesor de Pedro. No son cambios de afeites, sino medulares. El gatopardismo curial se ha visto desafiado y la tiara del poder se hizo brazo de acogida.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.856 de Vida Nueva.

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