‘Un Dios prohibido’: la fe probada

película Un Dios prohibido

Crítica de cine de la película que narra el martirio de los claretianos de barbastro en 1936


J. L. CELADA | Barbastro, agosto de 1936. En los albores de la Guerra Civil, la localidad oscense contaba entre sus 8.000 habitantes con una nutrida representación de institutos religiosos (capuchinas, escolapios, claretianos…). Conventos, colegios o parroquias que compartían vecindad con no pocos cuarteles y hasta con un comité revolucionario de la CNT que tenía allí su sede. Sobre este fondo se desarrolla Un Dios prohibido, el relato de las últimas semanas de vida de la comunidad claretiana local, que culminará con el martirio de 51 de sus miembros (entre sacerdotes, hermanos y seminaristas).

Pablo Moreno y Contracorriente Producciones, el tándem que hizo posible Talita Kum (2007) y Pablo de Tarso, el último viaje (2009), afrontan su proyecto más ambicioso: la recreación del extraordinario testimonio de aquellos hombres, víctimas de un odio que no acertaban a explicarse, pero que trataron de ser “prudentes como serpientes y sencillos como palomas”, para mantenerse al margen de la política, renunciando a defenderse o a escapar de un destino que presentían.

Enésimo título con el conflicto patrio como escenario, esta historia contiene, sin embargo, dos elementos distintivos –muy de agradecer– respecto a otras producciones del (sub)género: el valor de la fe probada de sus protagonistas y un tono próximo al documental, que sortea con tanta naturalidad como honestidad cualquier tentación ideologizante e incluso moralizante. Aspectos ambos que compensan ciertos detalles menos afortunados, como el casting más que discutible de los jóvenes estudiantes, o cuestiones técnicas que no vienen al caso, pero que, sin duda, denotan las limitaciones presupuestarias del proyecto.

Aun con todo, Un Dios prohibido pone de manifiesto la madurez profesional adquirida por un director dotado de especial sensibilidad para estos temas, que aquí maneja con soltura el ritmo narrativo y la tensión dramática de tan dolorosos acontecimientos.película Un Dios prohibido

Junto al retrato humano y espiritual de los hoy beatos (fueron elevados a los altares por Juan Pablo II en 1992), Moreno no pierde la ocasión de mostrarnos el punto de vista de los asesinos: su inquina, sus burlas, sus dudas… Completan la crónica de aquel sangriento verano en Barbastro algunas subtramas de desigual significatividad, como la de la miliciana enamorada (Elena Furiase) o la de Ceferino Giménez Malla, El Pelé, primer gitano beato.

En estos tiempos de increencia y compromisos líquidos, reconforta comprobar la emoción que todavía suscita entre la gente el descubrimiento de biografías a contracorriente –como la propia productora civitatense–, capaces de morir perdonando a quienes se disponían a a quitarles la vida. Y esta película quiere –y sabe– compartirlo con el gran público, lo cual es una excelente noticia.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Un Dios prohibido.

DIRECCIÓN: Pablo Moreno.

GUIÓN: Juanjo Díaz Polo.

FOTOGRAFÍA: Rubén D. Ortega.

MÚSICA: Sergio Cardoso.

PRODUCCIÓN: Contracorriente Producciones y Misioneros Claretianos.

INTÉRPRETES: Íñigo Etayo, Jerónimo Salas, Jacobo Muñoz, Alex Larumbe, Luis Seguí, Eneko Capapay, Juan Lombardero, José María Rueda, Antonio Gómez, Gabriel Latorre, Jesús Guzmán, Mauro Muñiz, Elena Furiase

En el nº 2.853 de Vida Nueva.

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