JOSÉ LUIS PALACIOS | Saúl y su novia ya tienen fecha para su boda. Contraerán matrimonio en septiembre de este año en una parroquia de Zaragoza, en el barrio de Actur. “Somos creyentes, hemos ido madurando nuestro compromiso en la Juventud Obrera Cristiana (JOC) y queremos celebrar este paso a través de la comunidad que nos ha acompañado en este tiempo; es una confirmación de la fe que queremos vivir y de nuestro proyecto común”, explica este antiguo presidente de la JOC sobre las razones que les llevarán al altar.
Con gran serenidad, afirma que “lo entendemos como un paso en nuestra relación de pareja; no cambia demasiado nuestra aspiración de compartir la vida y los proyectos que tenemos, llevamos mucho tiempo dialogando las cosas, no es algo improvisado”.
La celebración es también un momento para compartir con los amigos, el propio movimiento de la Acción Católica y la comunidad la decisión conjunta. Esperan una boda “sencilla y participativa”. Quieren que en la celebración sacramental todos tengan su espacio y que la fiesta continúe no en un gran salón, sino en un espacio donde quepa la alegría y la cercanía. Antes, se irán un fin de semana de verano para encontrarse con otras parejas de novios o ya casadas que puedan darles pistas con que adentrarse en la vocación familiar a la que han respondido afirmativamente.
A pesar de las batallas ya vividas y de los compromisos que han desarrollado, Saúl reconoce sentir “los miedos de nuestra generación, sobre todo, relacionados con la situación de incertidumbre económica e inestabilidad laboral, porque no sabes cómo te pueden afectar a ti y a la familia los vaivenes de la vida”. Por eso, apunta que “la mayor preocupación es la situación social”, más aún cuando ya “nadie puede estar seguro de casi nada”.
A pesar de eso, o precisamente por eso, su decisión e intención sinceras cobran un especial significado que permite augurar un futuro, cuando menos, intenso.
En el nº 2.852 de Vida Nueva.
