Sí a la Religión en la escuela

dos niñas rezando en clase de religión en la escuela

dos niñas rezando en clase de religión en la escuela

Sí a la Religión en la escuela [extracto]

FRAN OTERO | Uno de los debates más fuertes y enconados que ha provocado en la sociedad española, aunque sobre todo en la clase política, la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), propuesta por el ministro de Educación, José Ignacio Wert, tiene que ver con la asignatura de Religión, que pasa a ser evaluable y a tener una alternativa en Primaria y Secundaria. Una modificación que satisface las demandas de los obispos y que ha hecho que algunos sectores sociales y políticos hayan puesto el grito en el cielo.

Desde partidos como el PSOE, IU o UPyD, han criticado duramente al Gobierno por esta decisión: “Se equipara la Biología a la Religión”, “se equipara rezar y doctrina religiosa con las matemáticas” o “la Religión es respetable y no puede compararse con el conocimiento de las Matemáticas o la Historia. Es intolerable”, han dicho desde estas formaciones respectivamente. Si bien es cierto que la asignatura computará en la media final, no es menos cierto que sigue siendo una asignatura optativa; nadie está obligado a cursarla.

De hecho, además de una guerra dialéctica entre partidarios y detractores, también se ha producido una disputa en el campo de las cifras. Así, el diario El País publicó, el pasado 26 de mayo, una encuesta de la que deducía que el 70% de los españoles estaba en contra de la asignatura de Religión tras haber preguntado a los encuestados si estaban o no de acuerdo con que esa materia pueda contar lo mismo que cualquier otra a la hora de calcular la nota media de un estudiante o al solicitar becas.

La respuesta de la Conferencia Episcopal Española (CEE) fue, en esta ocasión, muy rápida y, en boca del director de la Oficina de Información, Isidro Catela Marcos, dijo que la encuesta era “ajena en su planteamiento a la realidad en cuestión”, y acusó al diario de desinformar, porque el titular de portada “ni siquiera se pregunta en la encuesta”.

cifras de alumnos de la clase de Religión en el curso 2012-2013

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Desciende el número de alumnos

Si nos atenemos a los datos estadísticos que ofrece la CEE cada año, cabe constatar que ahora son menos los alumnos que eligen la clase de Religión, aunque el porcentaje sigue siendo muy significativo. En diez años, los alumnos que optan por la enseñanza religiosa sobre el total de alumnado ha pasado del 78,7% al 66,7%. Un descenso provocado sobre todo por la pérdida de alumnado en los centros estatales, que ha pasado, en este mismo período, de constituir el 72% del total al 56%.

El porcentaje se mantiene (el 99%) en los centros de iniciativa social, cuya entidad titular es canónica; mientras baja en los centros de iniciativa social de titularidad civil, que pasa del 78% al 71%. Un descenso que también se aprecia en el interés de los jóvenes por el hecho religioso, tal y como muestra el informe Jóvenes españoles 2010 de la Fundación SM. En cualquier caso, todavía son más de 3,5 millones de alumnos o familias los que han optado por la enseñanza religiosa escolar.

En medio de tantas cifras y afirmaciones, utilizadas en beneficio propio en muchas ocasiones, se hace sitio la voz de Escuelas Católicas, que ha pedido diálogo sereno entre los distintos actores, y que lamenta que el debate se centre en la clase de Religión, que, “siendo importante, no resuelve los problemas educativos”.

Y para contribuir a este debate, Vida Nueva ha pulsado la opinión de algunos expertos, que, aunque con matices, coinciden en la conveniencia de que la enseñanza religiosa esté presente en la escuela.

Uno de ellos es Rafael Artacho, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Tal y como explica, a modo de contexto, “la sociedad actual es cultural y religiosamente plural. La cultura que la escuela tiene como tarea transmitir ni es única ni lleva marchamo religioso alguno. La presencia de la Religión en la escuela como objeto de enseñanza es, en consecuencia, una opción libre de la sociedad”.

“La cultura que la escuela tiene como tarea transmitir
ni es única ni lleva marchamo religioso alguno.
En consecuencia, la presencia de la Religión en la escuela
como objeto de enseñanza es
una opción libre de la sociedad”.

Rafael Artacho, profesor en la Complutense

De modo que si la sociedad es libre para mantener o eliminar la Religión, cree que lo fundamental es conocer qué criterios se utilizan para tomar esa decisión y el nivel de aceptación de estos. “Los criterios son de cinco tipos: religiosos, culturales, éticos, pedagógicos y humanistas. De todos estos, solo el primero es exhibido por los creyentes; los otros cuatro son argumentos o criterios completamente laicos. Y con ellos se identifican muchas familias que eligen libremente que sus hijos reciban enseñanza religiosa. Y, según las estadísticas, son mayoría. El debate sobre la presencia de la Religión en el currículo escolar debe plantearse en el campo de estos criterios o argumentos, y no en el campo de los dogmas religiosos o laicistas”, añade.

Parte de la vida

Para Juan Carlos García Domene, delegado de Enseñanza de la Diócesis de Cartagena, sería “extraño” que la Religión “no tuviera cabida en una práctica educativa que está plenamente abierta a la realidad social y cultural”, sobre todo, teniendo en cuenta que “la escuela tiene como finalidad la formación integral de los alumnos y alumnas”.

“La religión forma parte de la cultura y de la vida de la gente, es constitutiva de la identidad de nuestra sociedad española en sus raíces más profundas y, en esa medida, la escuela tiene que ocuparse de que los alumnos conozcan y comprendan el hecho religioso en general, y el de su entorno en particular. La religión, cuando se conoce en profundidad como expresión cultural y en sus fundamentos, ayuda a los alumnos a su formación cultural, a su inserción social y a su integración existencial y moral. Conocer la religión católica permite valorar justamente las raíces de nuestra cultura occidental e hispánica. Ayuda a respetar la realidad social que tiene en su interior infinidad de expresiones de origen religioso y muchos comportamientos en valores; en realidad, conocer la religión es favorecer la tolerancia. La religión da respuesta a cuestiones que toda persona se plantea”.

“Conocer la religión es
favorecer la tolerancia.
La religión da respuesta a
cuestiones que toda persona se plantea”.

Juan Carlos García Domene, delegado de Enseñanza en Cartagena.

Por su parte, la presidenta de la Asociación Profesional de Profesores de Religión en Centros Estatales (APPRECE)–Madrid, Emma González Cantora, explica a Vida Nueva que si la escuela quiere educar a las nuevas generaciones en su entorno, con una visión amplia del hombre y de su historia, “necesariamente tiene que incluir la Religión aunque, por respeto a la libertad de conciencia, su elección sea voluntaria”.

“La transmisión de saberes, asignada a la escuela, tiene que incluir el saber religioso, que forma parte de la vida de los pueblos, de nuestras ciudades y de nuestra historia occidental, e incluso de toda la humanidad”, apunta. niña en el aula en clase en un colegio católico

Por ello, afirma que “solo desde la ignorancia o desde un radicalismo infantil se puede exigir que la religión no esté presente en la escuela, porque toda persona, aunque sea agnóstica o atea, si es partidaria de una educación integral de las personas, entenderá que en la escuela se estudie el hecho religioso y sus manifestaciones”.

“Resulta increíble que quienes critican la enseñanza de la religión obligatoria, quieran obligar a que no se estudie. Pasan de la crítica a una imposición dictatorial a la imposición dictatorial contraria. Se echa en falta madurez y el equilibrio del demócrata”, añade.

Emma González señala que el saber religioso es hoy muy importante, incluso para el emprendimiento, del que se habla tanto en estos años de crisis económica. “La religión aporta respeto al otro, un comportamiento ciudadano desde unos principios morales, la compasión hacia el desvalido, la solidaridad y la caridad para con el que sufre, la defensa de la justicia y la paz para el entendimiento de los hombres y de los pueblos”. Del mismo modo, defiende que supone “una apertura a la trascendencia y a la parte espiritual que anida en toda persona y que la dispone para que, cuando quiera, pueda dar su adhesión a la llamada de la fe que se le ofrece, que no se impone”.

Conocimiento y verdad

Andrés Borrego es padre de familia, profesor de Religión y diácono permanente de la Diócesis de Jaén, y afirma que la Religión tiene mucho que aportar “de conocimiento y de verdad”. “Verdad sobre las realidades domésticas, sobre valores, comprensión, serenidad… verdad para que la vida sea mejor y más justa. Además, ofrece conocimiento sobre historia, arte…”.

Esta unanimidad sobre la conveniencia de la enseñanza religiosa no se repite en la consideración del planteamiento actual de la asignatura. Y, por tanto, son diversos los formatos propuestos.

Para Andrés Borrego, docente de Religión,
el currículo de la asignatura quizá
“está un poco fuera de contexto” y,
por ello, considera que hay que
actualizar el lenguaje, la forma y el contenido.

García Domene explica que la asignatura podría tener diversos planteamientos, pero que la propuesta de la CEE opta por “un camino intermedio”. “Una asignatura; es decir, no catequesis. Una asignatura confesional, porque forma parte del ministerio de la Palabra, pero en la escuela, donde se ofrezca un conocimiento oficial del catolicismo en diálogo real y verdadero con la cultura donde el alumno vive, con la cultura que va descubriendo en su vida y en las otras asignaturas. Esta opción –que brota de los Acuerdos con la Santa Sede– recoge el derecho de los padres y respeta el lenguaje escolar. Esta concepción es poco conocida. De hecho, cuando se hacen críticas a la clase de Religión, no se tiene en cuenta lo que se hace día a día en las escuelas e institutos”.

Para Andrés Borrego, el currículo de la asignatura quizá “está un poco fuera de contexto” y, por ello, considera que hay que actualizar el lenguaje, la forma y el contenido. No obstante, defiende la presencia de la Religión en la escuela y cree que habría que ofrecerla a través de tres asignaturas: una confesional; otra que se centre en la historia y cultura de las religiones; y otra sobre valores, en línea con lo que propone APPRECE. Borrego lamenta que se haya generado tanta polémica en torno a esta materia y añade que “poner el acento en la religión en un debate sobre la calidad de la educación es muy pobre”.niña alumna con la mano alzada en clase en el colegio

Hace ya más de un año que APPRECE hizo llegar al ministro Wert su propuesta sobre la Religión, en la que caben todos y prima la libertad de padres y alumnos. Esta se basa en la creación de un área o asignatura que podría llamarse Convivencia, Cultura y Hecho Religioso, y que contaría con un desarrollo a través de tres opciones, pero con un tronco común.

Una de las opciones sería la confesional, a cuyo currículo se añadiría el tronco común. Otra sería Historia y Cultura de las Religiones, a la que también se sumarían los contenidos generales. Y una tercera vía, en la que solo se impartiría el tronco común obligatorio, sin hecho religioso. “Así, ningún grupo social podrá poner en duda la voluntariedad y la libre elección de su opción”, apunta APPRECE.

Solo un criterio

Para Rafael Artacho, el programa que se ofrece está realizado con “mentalidad de obispo”, de modo que “solo atiende al criterio religioso”. “Clarificar y reforzar la fe del creyente católico es la finalidad principal hacia la que se orienta todo el currículo que se imparte hoy. Todo se ordena al logro de esta finalidad. Probablemente, la configuración actual del sistema educativo en relación con la enseñanza de la religión no permita otra cosas. Pero, ciertamente, esta no es la mejor respuesta a las expectativas de los ciudadanos que barajan los cinco criterios que he expuesto anteriormente”. La prueba de esto, continúa Artacho, es que los grupo no católicos que tienen acuerdos con el Estado proponen sus propias enseñanzas respondiendo a la misma finalidad.

En su opinión, un programa de Religión para la escuela debería responder con equidad a los criterios que están motivando la elección de las enseñanzas religiosas. “El criterio religioso sería un corolario, una consecuencia de aplicar los cuatro restantes. El criterio cultural determinaría el peso del contenido de cada una de las religiones que han dejado su poso en el patrimonio cultural español. El criterio ético permitiría establecer el fundamento ético de la convivencia entre personas de diferentes religiones que participan en un mismo proyecto de sociedad. El criterio pedagógico determinaría, con parte del método, niveles de convivencia e intercambio entre grupos de escolares pertenecientes a las distintas confesiones religiosas. El criterio humanista llevaría a provocar el encuentro con las preguntas, expresiones y los hechos más auténticos de la humanidad y de sus personajes más representativos”, concluye Rafael Artacho.profesora con alumnos en clase de Religión en la escuela

Más Doctrina Social

Para la presidenta de APPRECE-Madrid, el currículo de Religión “necesita un cambio radical para que responda a las necesidades de nuestro tiempo”. Así, cree que, sobre todo en Secundaria, debería tener más peso la Doctrina Social de la Iglesia, así como las encíclicas de los últimos papas o los documentos del Concilio Vaticano II…

En cuanto a los profesores, cree que deben ser “profesionales de la enseñanza, preparados para acompañar al alumnado en sus aprendizajes, con metodologías activas en las que se dé participación a todo el centro, también en tiempos extraescolares y con actividades entre centros, que posibilita actuaciones de grupo que luego llevar al aula y orientar el trabajo hacia pequeños compromisos personales y de equipos”.

En definitiva, apunta que debería plantearse como una enseñanza personalizadora, que ayude al alumnado que la elige a ser persona, con todo lo que eso significa, “como una tarea preevangelizadora, desligada por completo de la catequesis, que es propia de la familia y la parroquia”.

En el nº 2.851 de Vida Nueva.

 

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