¿Y si refundamos un mundo sin hambre?

Manos Unidas radiografía las injustas causas de un problema que afecta a 870 millones de personas

una mujer entrega bolsa de comida a un hombre desde un camión

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Si las palabras crisis y globalización marcan con fuerza este tiempo, una de sus consecuencias más directas y dramáticas es el hambre. Un mal endémico que ha alcanzado un nivel desorbitado en esta primera parte del siglo XXI: según la FAO, unos 870 millones de personas en todo el mundo padecen subnutrición crónica.

Un cifra que, a modo de aldabonazo en la conciencia, no puede sino interpelar a quienes tienen en sus manos cambiar los mecanismos de un sistema económico y comercial que está partiendo literalmente el mundo por la mitad, haciendo que la frontera entre el Norte y el Sur sea cada vez más infranqueable.

Frente a esto, desde Manos Unidas, organización católica que lleva más de medio siglo haciendo de la lucha contra el hambre el motor de su existencia, han tenido la intuición de ofrecer una respuesta contundente, también desde un punto de vista teórico. Algo que han conseguido con un documento que, a lo largo de más de 40 páginas, destripa las causas y las consecuencias de este gravísimo problema para el ser humano.

El desafío del hambre. La seguridad alimentaria en nuestro mundo globalizado es un informe que no deja resquicios. Ni excusas. Las malas prácticas quedan retratadas y sus responsables señalados. ¿Quiénes son? Los encargados de mantener un injusto modelo cuyos efectos más peligrosos son estos: el cambio climático y la degradación medioambiental, la producción de biocombustibles, el acaparamiento de tierras y la volatibilidad de los precios de los alimentos y el comercio internacional.

Estas cuatro causas principales, que se detallan al punto en el estudio de Manos Unidas, fueron convenientemente abordadas en la presentación de dicho documento. El acto, que tuvo lugar el pasado 24 de abril en la madrileña Universidad Pontificia Comillas, contó con la presencia de personalidades destacadas en la lucha contra el hambre.tres niñas con un plato de comida

La alimentación es un derecho, un eje básico de la dignidad humana. Sin embargo, las conclusiones a las que llega Manos Unidas evidencian que este está quedando, de un modo flagrante, en papel mojado.

Marco Gordillo, responsable de Campañas de la ONG católica y uno de los principales impulsores del estudio, enumera: “El 70% de los malnutridos a nivel mundial residen en el ámbito rural, y es en este contexto del campo en el que se genera el 30% del efecto invernadero; un porcentaje superior a todos los demás, por encima del relacionado con la industria y los transportes”.

Contra la agricultura como negocio

Por lo tanto, resulta obvio que un factor muy importante del problema reside en un concepto mal entendido de la agricultura: a gran escala, percibida como un negocio global, deriva en un elemento negativo, para el hombre y para el medio ambiente.

De ahí que, como apunta el coordinador de Campañas de Manos Unidas, la política a seguir sería muy clara, aunque contravenga grandes intereses económicos: “Apoyar la pequeña agricultura familiar y comunitaria”. Esta está en consonancia con el desarrollo sostenible del medio y del ser humano. Y encima, “hay medios y técnica suficientes para que, con ella, estuviera garantizado el acceso a los alimentos para todo el mundo”.

Jerónimo Aguado, miembro de la Vía Campesina-Plataforma Rural, cree que es necesario que la voz de la Iglesia se escuche con toda su fuerza en este reto: “Las parroquias han de ser las primeras en abrirse a la gente, en hacer comunidad con ellos, empezando por los más excluidos. Hoy, hay muchos creyentes y miembros de la Iglesia que están liderando la causa, mezclándose con todos y representando el espíritu de Jesús. A esa Iglesia, que va más allá de un edificio, es a la que muchos esperamos”.

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En el nº 2.849 de Vida Nueva.

 

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