Ante la LOMCE, Escuelas Católicas insiste en la necesidad de diálogo

Soraya Sáenz de Santamaría y José Ignacio Wert sobre ley de educación

Tras su aprobación por el Consejo de Ministros, la nueva Ley de Educación pasa al Congreso de los Diputados

Soraya Sáenz de Santamaría y José Ignacio Wert sobre ley de educación

La vicepresidenta Sáenz de Santamaría y el ministro Wert

F. OTERO | La tramitación de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) en el Congreso de los Diputados ha comenzado ya después de que la Mesa de esta cámara la admitiera a trámite previa aprobación en el Consejo de Ministros el pasado 17 de mayo. Una ley que no dista mucho del antreproyecto presentado el pasado diciembre y que, entre otras cuestiones, establece que la asignatura de Religión sea de oferta obligatoria y evaluable, aunque optativa para padres y alumnos; coloca en dos suspensos el límite para pasar de curso –no se pasa si las dos asignaturas que no se aprueban son troncales o una troncal y una lengua cooficial–, establece pruebas de evaluación externa y garantiza la educación en castellano como lengua vehicular siempre que la comunidad autónoma no lo oferte. Además, la ley modifica el sistema actual de asignaturas, que se dividirán en troncales, específicas y de libre configuración.

En un primer acercamiento al proyecto, Escuelas Católicas reclama, como en ocasiones anteriores, “diálogo productivo”; un diálogo que no se ha producido durante la elaboración de la ley y que ahora espera que “se haga realidad en el desarrollo parlamentario”, pues, en su opinión, la LOMCE “parece no garantizar las mejoras necesarias en la educación española”.

Así, expone que, aunque el proyecto “reconoce la libertad de enseñanza como uno de los principios del sistema educativo, empeora la autonomía pedagógica y organizativa de los centros y no supone un avance en el régimen de conciertos educativos”.

“No corrige los graves desequilibrios del módulo de conciertos, con un déficit acumulado insostenible, ni reconoce el derecho al concierto en función de la demanda”, añade. Del mismo modo, critica la configuración de enseñanzas, pues “lejos de simplificar el sistema de asignaturas, crea diferentes bloques con distintos tratamientos que aumentan la complejidad”.

Finalmente, defiende la clase de Religión y que sea evaluable, y lamenta que el debate público se centre en cuestiones que, “siendo importantes, no resuelven los problemas educativos”.

En el nº 2.849 de Vida Nueva.

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