Luz Marina Medina: “Debemos informar responsablemente”

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Llegó al Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC) gracias a su mamá, quien en los años 80 era auxiliar contable del Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS). La oportunidad se dio en una ocasión, cuando la llamaron a remplazar a una secretaria que iniciaba su licencia de maternidad. Por esos tiempos, Luz Marina Medina se desempeñaba como Secretaria Ejecutiva.

Aún recuerda la expectativa y el susto con el que inició su primer día laboral. “Mi primer jefe era un sacerdote con un carácter bastante fuerte. Al segundo día ya no quería volver y así se lo hice saber a mi madre, pero ella me animó y me dijo que ese cargo sería provisional, que luego pasaría a otra dependencia. Ya van 25 años y felizmente continúo en esta área que tanto me apasiona y donde definí mi camino profesional”. Tampoco olvida que el día que cambiaron a su jefe, él le agradeció la paciencia que tuvo y le dijo que ella “había sido la única secretaria que nunca se había quejado de él ante las directivas”.

Muy pronto incursionó en el mundo de las comunicaciones. Estudió comunicación social y periodismo en la Universidad Central, luego se especializó en comunicación y educación. A la fecha, ha cursado seis diplomados en distintas universidades y dos seminarios con el CELAM. Afirma que una de las personas que más han marcado en su carrera ha sido Javier Darío Restrepo, a quien considera “un gran amigo y maestro de la comunicación. Sus sabios consejos me han ayudado a crecer como persona y como profesional”.

Un día normal

Nunca comienza su jornada sin agradecer a Dios por el nuevo día y pedirle que guíe sus labores. “Soy muy pedigüeña y pido a Dios por los enfermos y las necesidades que las personas puedan tener”. Le gusta madrugar. Procura llegar a la oficina entre las 7:00 y las 7:30 de la mañana: “me parece que llegando temprano el tiempo rinde mucho más”.

Lo primero que hace es ojear la prensa y monitorear por internet los principales medios de comunicación, para verificar qué se dice de la Iglesia, así como algunos temas de interés eclesial. El día se le va atendiendo periodistas, registrando las actividades pastorales de las jurisdicciones eclesiásticas, y apoyando las oficinas de comunicaciones de las jurisdicciones. También acompaña el trabajo comunicativo de los distintos Centros Pastorales de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), y ayuda a mantener actualizada la web de la Conferencia.

“Trabajar con la Iglesia me ha permitido mantener mi fe firme en Dios. Así mismo, mi trabajo me ha permitido dar a conocer a Dios a mi familia e interesarla por los temas de Iglesia”, expresa con satisfacción. Al volver a casa, su mayor alegría es ver a su familia, especialmente a sus sobrinos Natalia y Juan Camilo. La llaman “la tía consentidora”, aunque manifiesta que si bien trata de darles gusto en lo que más puede, también es exigente. Le encanta leer, ver noticias y no le gusta trasnochar. Cuando puede apoya a una fundación para personas mayores. También le gusta viajar.

25 años de servicio

Por la oficina de Luz Marina han pasado muchos sacerdotes, diáconos, obispos, religiosos, religiosas, laicos y, sobre todo, comunicadores que procuran alguna información. “En este campo de las comunicaciones, cada día es una experiencia nueva”, comenta con naturalidad.

De los 25 años que acaba de cumplir al servicio de la CEC, los siete en los que asumió la dirección del Departamento de Comunicaciones fueron su mayor desafío. Recuerda que “era la primera mujer que ocupaba esa responsabilidad, pues siempre había estado bajo la dirección de un sacerdote”. También manifiesta que “el apoyo Mons. Luis Augusto Castro, en aquel momento Presidente de la CEC y del Secretario General, Mons. Fabián Marulanda, fueron determinantes”.

Hoy día considera que la Iglesia debe estar atenta a los cambios y no tener miedo a hacer uso de los nuevos medios de comunicación, aprovechando los espacios que se tienen. “Esta presencia debe ser con calidad y dinamismo, lo que implica una preparación adecuada para no improvisar”. En este sentido, concluye que “debemos informar responsablemente, conociendo detalles de la fuente de Iglesia, investigando y leyendo sobre los temas a tratar. No hacerlo lleva a confusiones en la opinión pública e interpretaciones erróneas”. Esta es, justamente, su mayor satisfacción: “llevar el mensaje del Evangelio a tantas personas”.

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