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María-Mujer-Iglesia


Una obra de José Ramón García-Murga (San Pablo–Universidad Pontificia Comillas, 2012). La recensión es de Antonio Mª Calero, SDB

María-mujer-Iglesia, José Ramón García-Murga, San Pablo–Universidad Pontificia Comillas

Título: María-Mujer-Iglesia. ¿Por qué María si ya tenemos a Cristo?

Autor: José Ramón García-Murga

Editorial: San Pablo–Universidad Pontificia Comillas, 2012

Ciudad: Madrid

Páginas: 328

ANTONIO Mª CALERO, SDB | Acercarse a la persona y misterio de María de Nazaret es una tarea que ha apasionado a muchos autores en la Iglesia desde sus inicios. Es lo que ha hecho el profesor José Ramón García-Murga, marianista, al escribir esta obra. Y lo ha hecho planteando una pregunta que, en su simplicidad, es enormemente desafiante: ¿Por qué María si ya tenemos a Cristo? Estamos ante un texto mariano sólido, bien fundamentado, dirigido a personas que ni carecen de todo conocimiento del misterio de María ni están específicamente cualificadas en el ámbito de la Mariología.

La obra está dividida en tres grandes apartados: María en la Escritura (fundamentación bíblica); María en la cultura y en la tradición (dimensión histórica); y el destino de María, vocación de la Iglesia (aspecto específicamente eclesial).

La metodología seguida la aclara el propio autor: “Nuestra metodología será, al mismo tiempo, narrativa y global, siguiendo los pasos característicos –bíblico, histórico y sistemático– de la reflexión teológica” (p. 16). Confiesa además: es “la perspectiva María, Mujer, Iglesia la que adoptamos en esta obra, con el fin de descubrir el lugar que corresponde en la fe cristiana a la madre del Señor” (p. 112). Perspectiva reafirmada una y otra vez: “La analogía María-Mujer-Iglesia centra nuestro interés” (p. 129).

En la primera parte, de la mano de los evangelistas, presenta la persona y misterio de María en forma de teología narrativa, abordando cuestiones referentes a la situación social, política y particularmente religiosa del contexto en que aparecen Jesús, María y José.

La segunda gran sección es una síntesis que se nos antoja excesivamente densa de la historia de la Mariología. De hecho, el propio autor presenta esta parte como “una breve visión de las diferentes maneras con que la figura de María ha sido pensada y vivida desde el cristianismo primitivo hasta nuestros días” (p. 112). Tras recordar que, “a fuerza de acentuar lo maravilloso metiéndolo paradójicamente en lo cotidiano, el tardo Medioevo desconoció por completo la imagen bíblica e histórica de María” (p. 151), afirma que “la influencia activa de María en la difusión de la salvación, que más tarde llamaremos maternidad espiritual, aparece como la aportación mariana más característica del tardo Medioevo” (p. 153). Al presentar la figura de María en el siglo XX (p. 185s.), aborda algunas cuestiones que tienen alguna relación con el tema de María: la mujer y la liberación, la ordenación de la mujer, la teología hecha por mujeres, y el papel de las instituciones (pp. 193-201).

En la tercera parte, a la luz de las dos anteriores, presenta el misterio de María como paradigma de la Vocación de la Iglesia. Es una parte llena de riqueza teológica y de sugerencias, para que la Iglesia sea, cada vez más, María; y para que María sea, cada vez más, “una purísima imagen de lo que la misma Iglesia, toda entera, ansía y espera ser” (SC 103).

Clave antropológica

Al abordar la persona y el misterio de María, aparece claramente la clave antropológica en que está concebida toda la obra: “No desviemos la mirada de su imagen terrena, la mujer pobre y pequeña, una entre tantas, y siendo así, entre todas bendita” (p. 214).

En virtud de esa clave, el autor afirma sin ambages que María “conoció la atracción hacia el mal que llamamos concupiscencia”, de la misma forma que “hubo de enfrentarse con situaciones y acontecimientos que suponían un ejercicio continuo de su libertad” (pp. 214-215). Recuerda, además, que “la antropología actual, holística (…) contribuye a considerar a María, no como belleza desencarnada (…), sino como mujer de carne y hueso, concreta, comprometida en el trabajo cotidiano. Frágil, pero decidida a no arrojar nunca la toalla” (p. 285).

En esta misma clave aborda también los temas de la dimensión pública de la figura de María y la impronta liberadora de la misma con su poder de integración manifestado tanto en el canto del Magníficat como en la aparición de Guadalupe (pp. 292-298).

Leitmotiv de toda la obra es la analogía María-Iglesia: “La relación María-Iglesia, recuperada y felizmente mantenida en el Vaticano II y después, resultará clave para nuestra reflexión” (p. 16). Una analogía, establecida por los Santos Padres (pp. 133-134), que “se difumina al individualizarse la figura de María” en la Edad Media (p. 152).

Al final del volumen, ofrece el autor una amplia bibliografía con obras y artículos sobre el misterio de María desde diversas perspectivas. En este punto, echaríamos de menos algunas obras de particular relieve: por ejemplo, el Dictionnaire des ‘apparitions’ de la Vierge Marie, publicado por R. Laurentin y P. Sbalchiero en 2007. Si, como dice el autor, “el estudio y discernimiento de las apariciones constituye hoy un sector importante de la mariología” (p. 290), hubiera sido oportuno reseñar esta obra, que, por cuanto nos consta, es exhaustiva sobre esta materia. Algo semejante se podría decir en relación con la bibliografía de S. De Fiores, que nos ha dejado una excelente obra personal en su Nuovissimo Dizionario Maria en tres volúmenes (2006-2008).

La obra se abre y se cierra con una misma pregunta: ¿Por qué ocuparnos de María si ya tenemos a Cristo? De su respuesta se deduce que es la autenticidad del hecho de la encarnación del Verbo de Dios en el seno de María lo que hace imprescindible a esta Mujer como garante de que, gracias a la encarnación del Verbo, la salvación del hombre está asegurada. Desde este núcleo central, no solo se explicará la presencia y la intercesión de María en la vida de la Iglesia, sino que “adquiere toda su relevancia en el tiempo que media entre la resurrección y la parusía, es decir, en el que ahora vivimos” (p. 302).

En el nº 2.848 de Vida Nueva.

Actualizado
17/05/2013 | 08:05
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