Tribuna

Concelebración en Santa Marta

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Antonio Pelayo, corresponsal de Vida Nueva en RomaANTONIO PELAYO | Corresponsal de Vida Nueva en Roma

“Estando al lado del papa Francisco, tienes la sensación de que está unido a Dios y a Jesucristo con ataduras que resisten cualquier desafío…”

Si el sábado 11 de mayo, después de tener la oportunidad de concelebrar la Eucaristía con el papa Francisco en la capilla de la Casa de Santa Marta, donde reside, escribí sobre esto un testimonio en nuestra página web, no lo hice por estúpida vanagloria, sino porque necesitaba compartir mi alegría con los hermanos.

Ya más reposadas en mi ánimo las emociones de ese día, vuelvo a la carga para subrayar al menos dos cosas: la extraordinaria sencillez con la que se desarrolló toda la ceremonia y la total ausencia de protocolo o de cortesanismo, y, al mismo tiempo, la densidad religiosa que Francisco sabe crear en su entorno; la sensación que tienes, estando a su lado, de que está unido a Dios y a Jesucristo con ataduras que resisten cualquier desafío.

Durante toda la Eucaristía estuve junto a él (excepto durante la breve homilía), y no le vi en ningún momento descentrado. Con un tempo interior nada acelerado, en absoluto estaba pendiente de lo que sucedía a su alrededor.

Finalizada la Misa y la acción de gracias (desde el último banco de la capilla, como otro más de la feligresía), saludó uno a uno a todos los que habíamos estado con él. A todos nos dirigió una palabra, una sonrisa, un apretón de manos y una petición: “Rece por mí”. Nada ficticio o artificial, te lo pide de verdad y a uno no le queda más remedio que prometerle que lo harás con más frecuencia y tesón que nunca.

En el nº 2.847 de Vida Nueva.