La frustración de los jóvenes

jóvenes españoles se van a Francia por la crisis

jóvenes españoles se van a Francia por la crisis

JOSÉ LUIS PALACIOS | Algunos especialistas se están fijando en cómo afecta la crisis a los adolescentes y jóvenes de hoy en día, a los que han llamado “la generación Z”, los nacidos entre 1994 y 2003, en la época de la “abundancia y el boom digital”.

Maite Palomo, profesora de Recursos Humanos del ESIC, se ha fijado en ellos. Como integrantes también de la “generación de la llave”, Palomo apunta que “han aprendido a estar mucho tiempo solos y a estar conectados con otros a través de la Red”.

Hoy pueden estar viviendo “con un gran sentimiento de frustración y fracaso, pues una gran mayoría de esta generación ha crecido e un período de bonanza económica y de transigencia social que ha determinado su estilo de vida y su forma de ser”. Una generación muy individualista, que se ha socializado en las redes virtuales, por lo que carece de “inteligencia social y son exageradamente hedonistas“.

Lo que le sorprende más al escritor y sociólogo Amando de Miguel de las generaciones jóvenes es “el esfuerzo que dedican a viajar y a hacer ejercicio físico”, y que, se queja, “no aplican al estudio o al trabajo”. Asume que, por primera vez, “los hijos van a vivir peor que sus padres, con lo que habrá una frustración inmensa que os afectará a todos”, si bien completa que “todavía la población tiene muchas defensas y el nivel de economía sumergida es mayor que nunca”. De Miguel cree que “todos seremos más austeros, la necesidad obliga y no tendremos más remedio que volver a la ética del esfuerzo”.

“La situación de crisis les obliga a un cambio de paradigma hacia valores completamente diferentes, como son el esfuerzo, el trabajo, la honestidad, la integridad, el trabajo en equipo… Un choque que deben aprender a afrontar”, añade Palomo.

Las familias se pueden encontrar con que deben prevenir e intervenir ante determinadas conductas, ya que, señala esta experta, “son personas muy dependientes de los móviles sociables, pero con poca inteligencia social”. Podrían tener mayores dificultades para encontrar respuestas adaptativas a las situaciones que tiene que afrontar en las distintas facetas de su vida.

Haciendo de la necesidad virtud, el sociólogo Fernando Vidal considera que se producirá un redescubrimiento de los valores propios de la familia y aumentará el prestigio de esta institución, la única que no ve mermada su imagen como consecuencia de la crisis. Un dato, apunta, que debería hacer reflexionar a los responsables políticos.

El economista Luis Ayala, por su parte, señala que, “pese al efecto tan negativo sobre el bienestar, uno de los pocos brotes verdes que hemos podido apreciar desde que comenzó la crisis es la multiplicación de las respuestas solidarias en el hogar”.

En el nº 2.846 de Vida Nueva.

 

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