La novedad de la comunión

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Me decía no hace mucho un argentino, feligrés del cardenal arzobispo de Buenos Aires, que el papa Francisco respeta a los nuevos movimientos y que en la catedral bonaerense todos tenían cabida: celebraciones carismáticas, encuentros focolares, envíos neocatecumenales, retiros del Opus Dei o dialógos de Comunión y Liberación. Todos caben en la Iglesia, nadie sobra

Una vez puso a la archidiócesis en “estado de misión” y, después de reunirse con todos los nuevos movimientos, los decanatos y las comunidades religiosas, les puso las pilas para construir, para sumar, para multiplicar. Y se puso a la cabeza con gestos amplios y generosos. Nadie se lo apropió, a nadie dio la patente exclusiva de la tarea evangelizadora. Y es esta clave de un tiempo nuevo la que hay que subrayar. No hay patente de corso.

Algunas nuevas realidades eclesiales deben dejarse querer y todos mirar al problema auténtico, que no es tu trinchera ni la mía, tu vitola o la mía, sino la pasión evangelizadora. No errar en el tiro. El enemigo no es el que está en la barca. El fuego amigo hace mucho daño. La increencia, la indiferencia, el relativismo y el cansancio están en otro lado. Ahí hay que mirar juntos.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.844 de Vida Nueva.

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