Las amenazas de Corea del Norte no alteran la vida en Corea del Sur

soldados de Corea del Sur desplegados en la frontera con Corea del Norte

Religiosos que trabajan allí explican a VN que la situación actual se repite a menudo

Kim Jong-Un, presidente de Corea del Norte saliendo por televisión

El presidente norcoreano Kim Jong-Un en televisión

Las amenazas de Corea del Norte no alteran la vida en Corea del Sur [extracto]

JOSÉ LUIS CELADA | Medios de comunicación de todo el mundo informan estos días de las provocaciones del líder norcoreano, Kim Jong-Un, cuyo despliegue militar y la posibilidad de una nueva prueba nuclear han elevado la tensión en la península coreana. Sin embargo, la población de Corea del Sur, incluso la de las zonas más cercanas a la vecina del Norte, “donde se supone una mayor amenaza, hace su vida con total normalidad”.

Así lo atestigua para Vida Nueva el malagueño Eugenio Boatella, de los Misioneros de la Consolata, que lleva más de una década trabajando en el país asiático. Él sabe por experiencia que los surcoreanos, desde hace “muchos años”, están viviendo con la “constante amenaza del Norte, con períodos donde los mensajes son más o menos radicales, pero continuados”. De ahí que, “siguiendo la lógica del cuento del pastor mentiroso –ilustra gráficamente su reflexión–, ya nadie cree que el lobo venga”.

Comparte su opinión el dominico salmantino Mariano González Martín, durante 17 años en el país y destinado hace varios meses a Japón. Desde allí, por las noticias que recibe de sus amigos, cuenta que “la gente en la calle, aunque preocupada, no parece sentir mucha ansiedad”. Seguramente, porque saben que “Corea del Norte es un país muy pobre, miserable, y no podría ganar una guerra”.

La televisión difunde continuamente noticias “con cierta alarma y lenguaje fuerte” acerca de la declaración de guerra, acusaciones y movimientos de militares del otro lado de la frontera, pero “ya están acostumbrados a las rabietas de Corea del Norte”. En este sentido, el religioso recuerda cómo “casi todos los años atacan barcos, hay problemas en la frontera, lanzan algún misil…”. A su juicio, “es una manera de atraer la atención para negociar, y así obtener dinero y comida gratis de Corea del Sur y los Estados Unidos”.

soldados de Corea del Sur desplegados en la frontera con Corea del Norte

Despliegue militar surcoreano en la frontera

Otras fuentes consultadas por esta revista han preferido mantener el anonimato y no pronunciarse, pues si bien consideran que “no es la primera vez que entramos en un conflicto, esta vez parece ser que las amenazas pueden ir más lejos, y por el momento no se sabe a lo que puede llegar esta situación”.

Una incertidumbre que refrenda el P. González Martín desde Japón, porque, aunque las amenazas se repiten y “la reacción es parecida”, siempre queda el temor de que, “en una situación desesperada o por error, pudieran cometer alguna locura disparando un cohete y matando a mucha gente…”.

Mientras, desde la Iglesia católica, que “siempre ha promovido la unidad de las dos Coreas” –dice el religioso–, se sigue con preocupación el desarrollo de los acontecimientos, “se reza” (cada año dedica un día con misas y oraciones por la paz y la concordia entre ambos países) y, “en lo que puede, ayuda recogiendo fondos, medicinas y comida para los pobres y, sobre todo, los niños del Norte”.

No parecen pensar lo mismo las jóvenes generaciones surcorenas. El P. Boatella, que trabaja en el ámbito de la pastoral juvenil, asegura que “está cambiando la actitud de los jóvenes hacia el Norte”. “Si hace unos años se hablaba de la unificación de las dos Coreas –concluye–, hoy la mayoría piensa que sería un peso económico muy grande para el Sur, y no estaría dispuesta a hacerlo de buena gana”.

Orando por la reconciliación

En recientes declaraciones a la agencia Fides, el presidente de la Conferencia Episcopal de Corea y obispo de Cheju, Peter Kang, ha pedido “mayor responsabilidad por parte de los políticos, porque queremos mirar al futuro todavía con confianza y esperanza”.

Kang, que coincide con las fuentes consultadas por VN en que “la impresión dominante entre el pueblo surcoreano no es tanto el miedo como la preocupación y la amargura”, achaca esta nueva escalada en la tensión a la situación económica “insostenible” de Corea del Norte, donde “millones de personas pasan hambre y están sometidas a la opresión”, por lo que el joven Kim Jong-Un “necesita buscarse un enemigo exterior”.

Tras su Asamblea Plenaria de marzo, los obispos del país recordaron que en 2013 se conmemora el 60º aniversario del armisticio entre las dos Coreas, “una oportunidad para dar un paso adelante hacia un acuerdo de paz real”, dice su presidente. A ello responde la Campaña de Oración por la Reconciliación lanzada por el Episcopado entre abril y diciembre, en la que participarán todas las diócesis del país.

En el nº 2.843 de Vida Nueva.

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