Joachim Rego: “No debe preocuparnos cuántos somos, sino cómo vivimos la fe”

Joachim Rego, superior de los Pasionistas

Superior general de los pasionistas

Joachim Rego, superior general de los Pasionistas

Entrevista con Joachim Rego [extracto]

Texto y fotos: DARÍO MENOR | Joachim Rego es el nuevo superior general de la Congregación de la Pasión. Fue elegido en el capítulo general que los pasionistas, como se conoce a los miembros de la orden fundada por san Pablo de la Cruz, celebraron el pasado otoño. Este religioso, nacido en Birmania pero criado en Australia, recuerda que los carismas de los fundadores “pertenecen a toda la Iglesia” y dice que tanto la Vida Consagrada como la comunidad cristiana en general deben buscar más la calidad que la cantidad.

– ¿En qué situación se encuentra hoy la congregación?

– El capítulo general fue un momento estupendo para estar juntos, fue una gran celebración. Es siempre una oportunidad para que las congregaciones se pregunten sobre el estado en que se encuentran y la dirección que llevan. Hemos revisado nuestro camino en los seis últimos años y hemos preparado el que haremos en los próximos seis. El año anterior estuvimos preparándonos para el capítulo, pensando sobre todo cómo queríamos reestructurar la congregación. Es un proceso abierto al menos desde el año 2000. Desde entonces, la congregación ha estado dedicada a seis líneas de trabajo diferentes. Hemos configurado una serie de entidades centradas en el desarrollo de la solidaridad. Nos centramos en tres áreas de la solidaridad: personal, financiera y en el ámbito de la formación. El capítulo ha sido un momento para ver cómo han ido las cosas, especialmente algunas que estábamos desarrollando en pruebas. Estamos contentos con el desarrollo de estos procesos, que, por supuesto, continúan. Hemos confirmado que trabajamos así, juntos, en solidaridad.Joachim Rego, superior general de los Pasionistas

– ¿Cuántos pasionistas hay hoy?

– Alrededor de 2.100. La edad media está en torno a los 40-50 años. En la época del Vaticano II, éramos unos 4.000. A partir de aquellos años, muchos dejaron la congregación por diversos motivos. Ahora, en algunos de los 60 países donde estamos presentes se está produciendo una disminución debido a la edad avanzada de los religiosos. En otras naciones, sin embargo, tenemos vocaciones. Eso ocurre en zonas de África y Asia.

– ¿Cómo afrontar la crisis vocacional?

– Esta crisis nos afecta a nosotros también, como ocurre con tantas otras congregaciones. Yo he estado viviendo en Australia. Esa es mi provincia. Allí no hemos tenido ninguna vocación durante varios años. Hace dos, un estudiante se unió a la congregación. Esta persona, curiosamente, no es originaria de Australia. Es africana, de Burundi. Su familia llegó a Australia como refugiada.

– ¿Existe el peligro de que las pocas vocaciones y la elevada edad media de los miembros haga que los jóvenes se dediquen solo a cuidar a los mayores y se descuide el trabajo de la congregación?

– En los países donde tenemos pocas vocaciones y la edad media de los miembros de la congregación es alta, podemos caer en este problema. Existe ese peligro, pero somos muy conscientes de ello. No queremos que los jóvenes que se unan a nosotros lo hagan para convertirse en enfermeros. Nos gusta, por supuesto, vivir en comunidad y cuidarnos unos a otros. Es esta una parte muy importante de nuestra vida como religiosos, pero también existimos para nuestra misión y para desarrollar esta misión según nuestro carisma. Es por ello que la formación de los jóvenes que quieren entrar en la congregación es muy importante. En los países donde las vocaciones no son muy fuertes, muchos de nuestros miembros, cuando llegan a una determinada edad y no pueden ser cuidados en las comunidades de forma adecuada, van a residencias gestionadas por otras congregaciones religiosas o por las autoridades públicas. Buscamos siempre la estructura que les ofrezca el mejor cuidado posible.

“Debemos proponer nuestros carismas
siendo conscientes de que no solo interesan
a los miembros de nuestras congregaciones;
los laicos, los sacerdotes diocesanos y otros religiosos
también se enriquecen con nuestros carismas”.

– ¿Hay que apostar, pues, por la calidad más que por la cantidad?

– El ser humano siempre quiere números más grandes para cualquier cosa que piense que es buena. Se cree que cuantos más se sea, mejor están las cosas. Pero tanto en las congregaciones en particular, como en la Iglesia en general, existe el riesgo de que nos dediquemos a meter a la gente dentro para tener a cuantos más mejor. Hay que estar más preocupado por la calidad que por la cantidad. No debemos preocuparnos porque seamos cada vez menos, tanto como religiosos o como cristianos en algunos contextos. Lo importante es cómo vivamos nuestra fe. Para la promoción de nuestras vocaciones, contamos en las provincias con un religioso que se dedica a tiempo completo a esta labor. No se trata solo de que intente convencer al mayor número posible de jóvenes; es importante que el discernimiento vocacional se haga de forma correcta y que la formación sea también adecuada.

Equipo multicultural

– Cada vez más voces piden fusiones entre congregaciones religiosas. ¿Contemplan los pasionistas esta posibilidad?

– En el capítulo no hemos tratado de ello. Nuestro objetivo ahora es centrarnos en la congregación, afrontar nuestros desafíos y profundizar en el carisma de nuestro fundador, san Pablo de la Cruz. Eso sí, las congregaciones religiosas tenemos que tener claro que los carismas no nos pertenecen a nosotros solos, son de toda la Iglesia. En estos momentos de crisis de vocaciones religiosas en buena parte de los países occidentales, debemos proponer nuestros carismas siendo conscientes de que no solo interesan a los miembros de nuestras congregaciones. Los laicos, los sacerdotes diocesanos y otros religiosos también se enriquecen con nuestros carismas. Debemos tutelarlo, pero siendo siempre conscientes de que pertenecen a toda la Iglesia. Joachim Rego, superior general de los Pasionistas

– Nació en Birmania y ha pasado parte de su vida en Australia y Papúa Nueva Guinea. Es un ejemplo de cómo Asia tiene ya más protagonismo en la Vida Religiosa. ¿Qué supone que cada vez más asiáticos y africanos ocupen puestos de responsabilidad en las congregaciones religiosas?

– El hecho de que mis compañeros en la congregación me hayan elegido a mí como superior general es una muestra de reconocimiento a la Iglesia asiática. En mi opinión, es buena la mezcla. Los asiáticos y africanos tenemos una forma de vivir la fe con características diferentes a la de los occidentales. Esta inculturación en los dos sentidos es muy positiva, nos enriquece a todos. En cualquier caso, yo no estoy solo al frente de la congregación. En el capítulo se marca cuáles serán los pasos a dar en los próximos seis años y se crea un equipo. En este caso, es multicultural, lo que también creo que es positivo. Intentaremos hacerlo lo mejor posible, pero siendo siempre conscientes de que es Dios el que actúa a través de nosotros, los hombres. Hay que escuchar al Espíritu y dejarse guiar por él. Aquí, el jefe último es Dios.

– Usted compuso la música de un disco titulado Whispers of God’s Love (Susurros del amor de Dios). ¿Cómo puede acercar la música y el arte a Dios?

– No soy músico ni compositor profesional, pero me gusta mucho la música. Las canciones que forman este disco las compuse durante un tiempo de descanso. No es que me esforzara en escribirlas, sino que me iban saliendo solas. Para mí, la inspiración es dejar que Dios vaya expresándose a través de nosotros. Es un placer compartir este don con otras personas. La música te eleva hacia Dios. Muchas veces, cuando estoy en una Iglesia, las obras interpretadas por el coro me sirven como oración. Lo mismo me ocurre con la música clásica de los grandes compositores o con la música litúrgica contemporánea. Su belleza te transporta y te lleva a conocer a Dios.

En el nº 2.843 de Vida Nueva.

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