El obispo Carlos Osoro defiende la presencia de la Iglesia en la universidad

Carlos Osoro VI Congreso Internacional Educación Católica Valencia abril 2013

Valencia acogió el VI Congreso Internacional de Educación Católica para el siglo XXI

Carlos Osoro VI Congreso Internacional Educación Católica Valencia abril 2013

Osoro, durante su intervención en el Congreso

JOSÉ RAMÓN NAVARRO. Foto: AVAN | El arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, defendió la importancia de la universidad y la presencia de la Iglesia en ella, en su intervención en el VI Congreso de Educación Católica para el siglo XXI que tuvo lugar en Valencia del 9 al 11 de abril. El acto, organizado por la Universidad Católica de Valencia, reunió a cerca de 200 personas en la iglesia de Juan y San Vicente, donde reflexionaron sobre las relaciones entre Fe y Educación.

En su ponencia inaugural, Carlos Osoro explicó que “en este momento histórico que vive la humanidad, que vive Europa, la universidad tiene más importancia incluso que en el momento en que nació en el seno de la Iglesia, porque entonces no se discutía la presencia de Dios en medio del mundo y hoy tiene que aparecer cuando se está cuestionando y se quiere retirar a Dios de entre los hombres”.

El arzobispo de Valencia recordó que “el deber educativo es parte integrante de esa misión que la Iglesia tiene de entregar a Nuestro Señor Jesucristo” y que, por ello, “cada institución educativa debe de ser un lugar también de encuentro con Dios y con los demás”.

También en la jornada inaugural, el obispo auxiliar de Getafe, José Rico Pavés, centró su intervención en las aportaciones del pensamiento de san Gregorio Magno a la educación católica. En ese sentido, destacó la importancia para un educador católico del contacto con la Sagrada Escritura “como fuente de inspiración para guiarnos en este mundo desde la Fe”, así como de “la comunión real con la Iglesia”.

Un tercer elemento con consecuencias educativas que aparece en los escritos de san Gregorio es el “dinamismo contemplación-acción que, aunque parezca una cuestión más bien destinada a monjes, este autor la propone para todo cristiano”.

Sobre otro aspecto distinto orbitó la conferencia de la doctora Eleonore Stump, de la Universidad de St. Louis (EE.UU.), quien no pudo asistir por motivos de salud, pero envió un texto que fue leído al auditorio en el que defendía que, en pro de la integración de la fe y el aprendizaje, es “crucial” para los cristianos, “incluso en el mundo académico, amar y proteger a aquellos que sienten como sus enemigos”.

Integración de la fe

Stump recordó que el modernismo sostiene que “hay una verdad universal válida para todos los hombres, con independencia de sus particularidades”, por lo que “la fe cristiana puede, entonces, ser integrada junto a cualquier otra búsqueda académica de la verdad. Pero esta integración funcionará mejor en un ambiente plural, en que ambas, verdad y ortodoxia, son buscadas, pero en el que adversarios y herejes están protegidos”.

En ese sentido, señaló que “el error periódico de las autoridades cristianas de no seguir el consejo de san Agustín de ver a los adversarios y herejes como algo bueno para la Iglesia, condujo a traiciones de la propia Iglesia sobre aquello que el cristianismo está más comprometido a amar”.

El Congreso fue clausurado el jueves con la ponencia del superior general de la Compañía de María, Manuel J. Cortés, quien destacó la figura de María. “Ella es la primera educadora, la de Jesús, hijo de Dios encarnado, y de Jesús en nosotros”. Cortés recordó que “la educación nunca es neutra, puesto que siempre está al servicio de una determinada visión de la persona”. Precisamente por ello, “podemos hablar de educación cristiana, la que se extrae del Evangelio, que no está contenida en un tratado filosófico, sino en una vida humana concreta, la de Jesús”.

Así, la misión del educador no “es sino la prolongación de la misión de María”. “Para generar y educar a los hijos de Dios, hermanos del Primogénito, Dios sigue necesitando que la acción de María continúe en la historia y son los padres, maestros, catequistas, profesores, pastores, los llamados a continuarla”, añadió. Como conclusión, el superior general de la Compañía de María incidió en que la educación cristiana, si quiere ser tal, debe “reproducir los rasgos de María en el hoy de la historia” y que “el rostro de la educación cristiana debe ser necesariamente mariano”.

El congreso también contó con actividades paralelas, como un concierto de música sacra o la representación de la obra de teatro Job o la tortura de los amigos, del filósofo Fabrice Hadjadj.

En el nº 2.843 de Vida Nueva.

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