Ocho ideas para que las mujeres vuelvan a interesarse por la religión

mujer y niño rezando en una iglesia

mujer y niño rezando en una iglesia

DARÍO MENOR | Armando Matteo, autor de La fuga delle quarantenni, y los otros expertos consultados para el reportaje “Las mujeres también están perdiendo la fe” ofrecen ocho propuestas para lograr que se invierta la tendencia y las jóvenes vuelvan a interesarse por la religión. “Esta es una crisis de fe, pero en la raíz hay una crisis de una cierta forma de decir y hacer Iglesia”, advierte Matteo.

  • 1. Reequilibrar la imagen pública de la Iglesia, para que deje de estar tan asociada con rostros masculinos. “Es urgente crear espacios para las mujeres en los niveles más altos de la administración del gobierno de la Iglesia, en particular en todos aquellos no ligados al ministerio sacerdotal”, propone Matteo, para quien la reducción de las vocaciones religiosas femeninas ha hecho que la representación oficial eclesiástica quede en manos solo del clero y del episcopado.
  • 2. Trabajar por una efectiva corresponsabilidad de los laicos. Para ello habría que crear espacios en los que los seglares puedan comunicar sus experiencias, necesidades, inquietudes y propuestas sobre la situación de la Iglesia y del mundo. Esta idea ya fue lanzada por el Episcopado italiano en 2006, pero no se ha llevado a la práctica.
  • 3. Pensar en las expectativas y necesidades de las mujeres de cuarenta años. Las mujeres de hoy son como las navajas suizas, unas multiusos a las que se les exige el máximo en todos los ámbitos de su vida. Trabajan fuera de casa, cuidan a los niños y a los ancianos, sacan adelante las tareas domésticas y hacen felices a sus maridos. Esta ajetreada vida hace difícil compaginar los horarios de las actividades parroquiales y de las propias misas. “¿Por qué no se ofrece un servicio de guardería en las parroquias y se hacen sesiones de oración durante las pausas para comer?”, propone Matteo.
  • 4. Sacar a los hombres de su narcisismo herido. La emancipación de la mujer ha tenido un efecto innegable en la concepción que los hombres tienen de sí mismos y del lugar que ocupan en la sociedad. Ante este escenario, hay que construir un imaginario compartido de la identidad masculina y femenina que supere la “muerte del padre” de la que hablan los expertos.
  • 5. Afrontar la batalla por la “buena vida” de la persona. La Iglesia tiene mucho que decir sobre dos de los males de la cultura contemporánea: la “dictadura de la juventud” y el “terrorismo de la belleza”. Hacen daño a todos, pero especialmente a las mujeres. “En el deseable cambio contra las lógicas machistas del poder y contra la utilización del cuerpo femenino como un objeto, el Evangelio y la tradición cristiana tienen mucho que decir”, propugna Matteo.
  • 6. Desplegar una pasión educativa que permita afrontar los desafíos actuales. El jesuita GianPaolo Salvini recuerda que son las mujeres quienes sostienen la educación de los jóvenes, por lo que afrontando de forma correcta y novedosa la cuestión femenina, se proyecta de forma positiva el futuro de la propia Iglesia.
  • 7. Aplicar profundamente la misericordia para construir una relación nueva con la persona. La Iglesia no puede limitarse a aplicar sus normas sin transmitir su sentido, advierte Carmen Aparicio Valls. En temas como la familia, debe seguir presentando cuál es su modelo y cuáles son sus valores, pero al acercarse a la persona ha de ayudar y acompañar. En la relación personal no puede aparecer solo el elemento de juicio. “Si todos entendiésemos más qué es la misericordia, tendríamos más capacidad para ayudar a las personas a vivir su dimensión religiosa”.
  • 8. Más flexibilidad y creatividad en el gobierno de la Iglesia. Valentina Napolitano propone estructuras más ágiles para ser capaces de ofrecer una respuesta rápida a los cambios sociales. Hay que promover formas de “trabajo social en red”, una “pedagogía católica de servicio” y espacios de “reflexión mística” dentro y fuera de las parroquias para interesar a las mujeres y conseguir que las alejadas vuelvan a la Iglesia.

En el nº 2.842 de Vida Nueva.

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir