Libros

La Pasión en contemplaciones de papel


Un libro de José María Rodríguez Olaizola, SJ (Sal Terrae, 2012). La recensión es de Junkal Guevara

La Pasión en contemplaciones de papel, José María Rodríguez Olaizola, Sal Terrae

Título: La Pasión en contemplaciones de papel

Autor: José María Rodríguez Olaizola, SJ

Editorial: Sal Terrae, 2012

Ciudad: Santander

Páginas: 232

JUNKAL GUEVARA | José María Rodríguez Olaizola, jesuita, inmerso de lleno en la pastoral, especialmente en la atención a la juventud, ofrece una nueva lectura del texto de la Escritura –el papel–, esta vez de los relatos de la Pasión, para “intentar sumergirnos en esas vidas, tender puentes entre esos protagonistas y nuestras propias vivencias” (p. 11). Para ello, ha seleccionado quince escenas que desarrolla con un esquema común: contemplación de papel, clave de lectura, oración. Hay, además, un epílogo breve pero sustancioso sobre la resurrección.

En la contemplación de papel, el autor lee para nosotros el texto bíblico, recreando detalles, entrando en los sentimientos de los personajes, resaltando los segundos planos… En las claves de lectura, nos ofrece perspectivas desde las que recrear la escena: el egoísmo en el juicio de Pilato, la indiferencia en la crucifixión, la culpa en el suicidio de Judas… En las oraciones, Olaizola ha compuesto sencillos pero profundos textos para concluir la contemplación.

El libro, que sigue la estela de sus primeras Contemplaciones de papel (Sal Terrae, 2008), ha sido para el autor un trabajo difícil, complejo (“emocionante pero emocionalmente agotador”); primero, porque, sintiendo la necesidad de acometer el “papel” de la Pasión, no estaba claro cómo abordarlo: ¿hacer protagonista a Jesús?, ¿entrar en sus vivencias?, ¿acompañar a los demás personajes?, ¿dejarles hablar?

Además, se trataba de afrontar experiencias de derrota, fracaso, traición… Porque la Pasión es nuestra historia y todos somos sus protagonistas… Finalmente, optó por dar la palabra a personajes (Pedro, Malco, la mujer de Herodes, Magdalena…) que, a su vez, se daban la pa-labra unos a otros.

Sin embargo, el libro no se articula por los personajes (salvo el c. 8, la mujer de Pilato; y el c. 13, el buen ladrón), sino por las escenas del papel, que constituyen el entramado de la Pasión: lavatorio, última cena, oración del huerto, prendimiento, juicio de Caifás, negaciones de Pedro, suicidio de Judas, juicio de Herodes, juicio de Pilato, vía crucis, repartieron su ropa, muerte en la cruz, sepultura.

Y la recreación del proceso interior de los personajes nos ayuda a adentrarnos en ellas: “Jesús les ha hablado con más franqueza, con más hondura, con más urgencia que nunca. Hoy, más que maestro, ha sido amigo y les ha hecho sentirse amigos… Y ha ocurrido como en muchas otras ocasiones: que al escucharle uno siente que el mundo es un lugar mejor y que Yahvé es un Dios cercano, y lo comprende de una forma que nunca antes había sentido” (p. 31).

“En un instante de comprensión, (Malco) se ve a sí mismo, con su capa de seguridad, de distancia e indiferencia o frialdad, y se avergüenza de haber pensado que Jesús es un ingenuo o un soñador. Al contrario, es un hombre distinto. Un hombre coherente. Un hombre que ve el mundo de otra manera… Y, por primera vez en largos años, se quiebra esa capa de distancia e indiferencia que se ha vuelto para él un refugio, y un mensaje rompe su caparazón” (p. 58).

Olaizola nos brinda, así, una buena oferta para guiar nuestra oración de contemplación y, por ello, una ayuda inestimable también en la propuesta de oración para otros (grupos, ejercicios, acompañamiento…). No se ha optado por dar protagonismo a Jesús, y, sin embargo, estamos ante una propuesta que nos lleva permanentemente ante Él.

Y que el autor se vuelque habitualmente en la pastoral de juventud (Pastoral SJ, Rezando voy…), no convierte, sin embargo, este libro en un texto solo para jóvenes; todos nos veremos ayudados por su capacidad de leer críticamente la realidad, buscar en ella la Palabra de Dios para nosotros hoy y, ponderando con mucho afecto (Ej. 234), ayudarnos a pronunciar ante Dios nuestras propias palabras.

En el nº 2.842 de Vida Nueva.

Actualizado
05/04/2013 | 06:35
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