Algo nuevo

JOSÉ MARÍA ARNAIZ, SM |

Lo nuevo, si es bueno, dos veces nuevo. Nuevo es el papa Francisco, y muchas veces bueno. Nuevo en el nombre. Entre los muchos papas que ha habido, a ninguno se le había ocurrido tomar ese nombre cercano a pobreza, fraternidad, “restaurar la Iglesia”, sencillez. El cardenal Jorge Mario Bergoglio eligió el nombre que más dice de él, y es el primer papa en llamarse Francisco.

Nuevo en el origen. Llegó a Roma un papa de lejos, “del extremo del mundo”, de Argentina, de América Latina, de una Iglesia que en este momento tiene propuesta, que busca la conversión pastoral, que ha vivido Aparecida, que escucha a Dios en el clamor de los pobres, los indígenas, los migrantes, las mujeres, los jóvenes, los encarcelados.

Nuevo en su clasificación. Desde que nos conocimos en 1976, siempre me ha resultado difícil clasificar al religioso, al jesuita, al obispo, al cardenal Bergoglio como conservador o progresista. Él es alternativa. Eso necesita la humanidad y la Iglesia.

Nuevo en el venir de lejos. De lejos de la Curia, que era necesario; de lejos de Roma, que es conveniente; de lejos de Europa, que es oportuno. Sin embargo, estas realidades le son conocidas a Francisco. Pero a ellas puede traer reforma, aire fresco, transparencia, saber gestionar y gobernar. Yo sueño en que por Roma, como lo ha hecho en Buenos Aires, siga andando en metro o en bus. No pasaría nada; mejor dicho, pasaría mucho; sueño, también, en que simplifique su modo de vestir y de proceder, que le permite estar cerca de la gente.

Desde que nos conocimos en 1976,
siempre me ha resultado difícil clasificar
al religioso, al jesuita, al obispo, al cardenal Bergoglio
como conservador o progresista. Él es alternativa.
Eso necesita la humanidad y la Iglesia.

Nuevo en ser religioso; esto para mí y para muchos otros es un plus. La Vida Religiosa necesitaba que uno de los suyos ocupara la Casa Pontificia y hablara de Jesucristo al hombre y a la mujer de hoy.

Nuevo en ser jesuita. En esto último, es también Francisco un precursor; hasta ahora, solo habíamos tenido “papas negros”, y era conveniente el cambio de color; el que se adquiere cuando se va o se viene de las nuevas fronteras, de los nuevos escenarios y presencias, y se habla después de haber discernido y de haber mezclado carisma con institución y con mucha lucidez.

Nuevo por ser Jorge Mario Bergoglio. Genio y figura hasta el papado. Así es Francisco. Llega con un carisma personal. Para él –lo ha dicho y lo ha testimoniado–, la Iglesia es carisma, no es poder; es escucha, y no imposición; es servicio, y no ser servido, es ser bendecido, y no solo bendecir; es buena noticia, y no condenación y dura exigencia.

Nuevo es que se diga y que diga que tiene sus debilidades; las ha tenido, y yo podría explicitar alguna en estas líneas. Las va a tener, y las vamos a sufrir, y él mismo las va a tener que soportar. Por supuesto, en él, como en todos nosotros, no todo lo que brilla es oro, pero no menos que plata.

Para mí es nuevo que el papa sea cercano, y él me dio el “título” de amigo en el mes de octubre último. Por eso, es también nuevo para mí pedir una gracia especial: que Jorge Mario Bergoglio siga siendo uno de los grandes de la Iglesia y de la humanidad, y que lo demuestre sustituyendo barreras por horizontes y siendo un buen constructor de puentes (eso significa pontífice). Gracias por haber dicho que sí al servicio de ser papa en este comienzo del tercer milenio. Que María, la de Luján, te proteja y acompañe.

En el nº 2.841 de Vida Nueva.

NÚMERO ESPECIAL VIDA NUEVA: NUEVO PAPA

ESPECIAL WEB: PAPA FRANCISCO

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