¿Cómo se produce el humo? Dos estufas para una “fumata” inequívoca

Una quema los votos, la otra fabrica el humo blanco o negro con productos químicos

estufas en la Capilla Sixtina para el cónclave

Las dos estufas que queman las papeletas y producen el humo

MIGUEL ÁNGEL MORENO | Aunque se trata de una tradición relativamente joven para las costumbres vaticanas, no deja de ser una de las más célebres del proceso de elección del Romano Pontífice: una chimenea anuncia al mundo desde 1939 si las deliberaciones del cónclave han llegado a su fin y se ha obtenido un nuevo papa para la Iglesia.

Sin embargo, en estos días ha sido revelado que ya desde el cónclave de 2005 no son una, sino dos, las encargadas de producir la fumata con la que se anuncia al mundo si hay o no papa. Y no con paja, como se hacía antes, sino con productos químicos.

Fue durante el cónclave de 1939, en el que se eligió al cardenal Eugenio Pacelli como papa Pío XII, cuando se utilizó por primera vez este sistema. Una estufa de hierro fundido –fabricada un año antes– conectada a una chimenea, en la cual eran quemados los votos de la elección en la que se hubiera elegido al papa, en caso positivo, o las papeletas de los dos escrutinios de la mañana o de la tarde, en el supuesto de no haber llegado a una mayoría.

Las papeletas utilizadas por los cardenales para hacer explícita su decisión tradicionalmente son depositadas en una urna y escrutadas por tres encargados que leen el voto en voz alta. El tercero de estos “escrutadores” tiene la obligación de atravesar cada voto con aguja e hilo, de manera que queden todos atados y no se pierda ninguno. De esta manera, tras el control de los revisores y la redacción de un acta de la votación por parte del camarlengo, se asegura que todas las papeletas sean quemadas, así como los documentos utilizados por los purpurados.

Para la incineración de los votos, tradicionalmente se quemaba con paja seca o húmeda en función de que se quisiera que el humo fuera blanco o negro, respectivamente. Este sistema, sin embargo, ha provocado algunos equívocos, como fue en agosto de 1978, cuando fue elegido Albino Luciani como Juan Pablo I. El humo gris que salió en aquel momento confundió a los observadores, aunque el repique de campanas posterior dio la pista definitiva.

Dos estufas para evitar las controversias

Fue a partir de la elección de 2005, en la que el cardenal Joseph Ratzinger fue erigido como Benedicto XVI, cuando se incorporó una segunda estufa al mecanismo. En este caso, su función no es quemar las papeletas de la votación, tarea que sigue correspondiendo a la antigua (que asiste ya a su séptimo cónclave), sino producir de forma artificial un humo inequívocamente negro o blanco.

Fue el portavoz vaticano Federico Lombardi el pasado 5 de marzo quien reveló que, efectivamente, existen dos estufas. Los detalles técnicos fueron explicados ayer por la Sala Stampa de la Santa Sede, cuando se produjo la primera fumata negra tras la primera votación del cónclave.

Mezclas químicas

La estufa encargada de crear el humo tiene una centralita electrónica y un compartimento en el que se coloca, según el resultado de la votación, una mezcla química diferente para producir humo de uno u otro color. Si no se ha elegido papa, será empleada una mezcla de perclorato de potasio, antraceno y azufre.

En el caso de que sea necesaria una fumata blanca se utilizará potasio, lactosa y colofonia, una resina natural que se obtiene de las coníferas, también conocida como “pez de Castilla”.

El humo de ambas estufas, el de los votos y el producido artificialmente, se unen a través de los conductos que llevan a la chimenea vaticana, de forma que el humo es único. Y por lo que parece, bastante inequívoco, si nos atenemos a la fumata negra que vimos en la tarde-noche del primer día de cónclave.

Sin embargo, muchos recuerdan la fumata blanca con la que se anunció a Benedicto XVI, que comenzó con un tono gris que hizo dudar a propios y extraños. En el Vaticano esperan que esta vez no sea así.

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