La Vida Religiosa demanda un papa pastor y profeta

religiosa apoyada en una ventana

Opinan superiores general de las principales congregaciones

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J. L. CELADA y M. Á. MALAVIA | A la hora de trazar, aunque solo sea en un esbozo, el perfil de papa que la Iglesia demanda y necesita en el momento actual, resulta especialmente significativa la voz de la Vida Religiosa, a la que siempre le ha distinguido una visión hondamente profética. Con este fin, Vida Nueva ha consultado la opinión de los superiores generales de algunas de las principales congregaciones religiosas.

Jesús Rico, director general de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, se remite y apela a la cita del Evangelio (Jn 21, 15) en la que Jesús resucitado confirma a Pedro como roca de su Iglesia, y lo hace con una pregunta: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”.

A juicio del sacerdote vallisoletano, “parece extraño que Pedro, antes de recibir la responsabilidad sobre los otros, no sea examinado sobre sus capacidades, conocimientos, estrategias y todo lo que puede ayudar en el gobierno de la grey. Solamente se le interroga sobre el amor”.

Algo que, entiende Rico, sigue siendo válido hoy como eje fundamental para el próximo cónclave: “Ese profundo amor a Jesucristo es la clave de la misión del sucesor de Pedro. Ese amor le hará capaz de hablar a la gente de Dios y de las cosas de Dios de un modo sencillo y cercano. Impulsado por ese amor, el papa se situará en medio del Pueblo de Dios como el pastor bueno que guía a la Iglesia por los caminos del Evangelio, siendo fiel al Señor y fortaleciendo su propia vida interior en continuo proceso de renovación”.

Con frescura y libertad

El valenciano Manuel Cortés, superior general de la Compañía de María, por su parte, ratifica esa apuesta esencial por un “papa santo” antes que por un “papa gestor, buen ‘presidente de gobierno’ o ‘geoestratégicamente’ conveniente”.

“Necesitamos papa santo antes que
un papa gestor, buen ‘presidente de gobierno’
o ‘geoestratégicamente’ conveniente”.

Manuel Cortés, superior general de la Compañía de María

En suma, como reclama el mexicano Enrique Sánchez, superior general de los Misioneros Combonianos, lo ideal es “un pastor lleno del Espíritu que nos conducirá como buen padre a descubrir la presencia de Dios en medio de nosotros”.

A juicio de Cortés, este papa pastor debería abordar con urgencia “el cambio de época que estamos viviendo” y, consciente de ello, contribuir a “que la Iglesia suelte lastre”. Frente a esta carga eclesial, que se ha “acumulado durante siglos por contagio del mundo”, el religioso marianista pide que la Iglesia recupere “la agilidad, la frescura y la libertad evangélica de sus orígenes, y muestre su verdadero rostro.

Por lo tanto, necesitamos un papa capaz de ayudarnos a discernir, de empujarnos y de acompañarnos en este retorno a lo evangélicamente prístino, encarnándolo en el hoy de nuestro mundo al más puro estilo del Concilio Vaticano II, es decir, en forma propositiva, no condenatoria, desde el diálogo con él”.

En esta línea abunda Rico, quien desea que el nuevo sucesor de Pedro fomente “una Iglesia abierta y dialogante con la cultura en que se desenvuelve el hombre de hoy. Retomará el surco del Vaticano II, sirviendo a una Iglesia que no es una ONG ni una empresa, sino communio de amor, respetando y animando todos los carismas desde una espiritualidad de comunión. Tenderá puentes, especialmente con los alejados, y buscará los mecanismos más eficaces para llevar a cabo la colegialidad, conduciendo a la Iglesia con sus hermanos en el episcopado hacia su principal misión, que es ser testigos del Evangelio”.

Una opinión similar a la del tarraconense Miguel Miró, prior general de la Orden de Agustinos Recoletos, quien piensa en “un hombre de fe y oración, con una profunda experiencia de Dios, que proclame con libertad y audacia el Evangelio”, hasta el punto de aunar su identidad de “buen pastor, sencillo”, con la “autoridad evangélica” que le permita dirigir la Iglesia “con firmeza y bondad”.

“Un hombre de fe y oración,
con una profunda experiencia de Dios,
que proclame con libertad y audacia el Evangelio”.

Miguel Miró, prior general de los Agustinos Recoletos

Un papa, en fin, “que trabaje por la paz y promueva la justicia, que no sea político y que denuncie con libertad profética la violencia, la explotación y la corrupción”.

Algo que, ad intra, ha de traducirse en la necesidad de que se constituya en referente para la fe, “que busque la transparencia y exija coherencia de vida a los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas”; así como a los laicos, a cuyo corazón, como “buen comunicador”, debe llegar con su palabra, “para que aliente la fe, la caridad y la esperanza”.

Sobre la capacidad de gobierno del nuevo pontífice de puertas adentro de la Iglesia, Cortés se muestra muy claro: “Necesitamos un Papa que sea capaz de limpiar la Santa Sede de esa especie de pátina de ‘oscura y enigmática corte palaciega’, con la que el carrerismo, las intrigas o los favoritismos, tantas veces denunciados por Benedicto XVI –y que tanto, creo, le han debido hacer sufrir–, han ensombrecido e incluso ocultado lo que verdaderamente es, o debería ser, una institución universal (‘católica’) del Pueblo de Dios al servicio del Evangelio”.

Pasión por los últimos

El superior de los combonianos, fiel al carisma propio de su congregación, sueña con un “papa misionero”; es decir, “atento y decidido a convertirse en defensor de los más pobres y abandonados de nuestro mundo”.

“Tendrá que ser un gran conocedor
de los hombres y mujeres de nuestro tiempo,
una persona de gran humanidad,
de una extraordinaria pasión por los últimos de nuestro mundo”.

Enrique Sánchez, superior general de los Misioneros Combonianos

Para Sánchez, ello implica que el próximo líder eclesial “tendrá que ser un gran conocedor de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, una persona de gran humanidad, de una extraordinaria pasión por los últimos de nuestro mundo y, al mismo tiempo, un testigo lleno de Dios que nos ayude a superar la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, en nuestras pretensiones de autosuficiencia y de egoísmo”.

Algo que, en opinión del director general de los operarios, Jesús Rico, conlleva también afrontar con decisión “la búsqueda de la unidad de todos los cristianos y el diálogo interreligioso, especialmente con el islam”. Retos, ambos, en los que Joseph Ratzinger ha incidido con gestos históricos.

En definitiva, sea quien sea el elegido en el próximo cónclave, Sánchez concluye que se tratará del papa “que el Señor quiere para continuar la tarea de servir y de conducir a la Iglesia por los caminos de la historia que nos toca vivir y en la que, como cristianos, estamos llamados a dejar signos claros del amor y de la belleza que nos habita por ser hijos de Dios”.

En el nº 2.839 de Vida Nueva.

NÚMERO ESPECIAL VIDA NUEVA: PREPARANDO EL CÓNCLAVE

ESPECIAL WEB: CÓNCLAVE 2013

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